Crítica de cine de 'Alien; Covenant': igual, con otra cara

Los humanos buscan dónde vivir en el futuro, pero los peligros acechan en extraña odisea.

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En la ficción cinematográfica continúan los largos viajes a distantes puntos del espacio para establecer colonias humanas, porque la Tierra está que ya no nos aguanta (con toda la razón del caso). Los resultados, en cine, han sido muy distintos.

El atractivo que tiene la película que ahora nos llega Alien: Covenant (2017), aparte de su tema, está en el nombre de su realizador: el inglés Ridley Scott, cuyo nombre estará siempre ligado a uno de sus filmes: Alien: El octavo pasajero (1979), clásico del género fantástico como lo es también su otro filme: Blade Runner (1982).

No son sus únicos títulos importantes y también los tiene de aquellos que han descorazonado a sus seguidores, como puede ser el caso de Prometeo (2012), que pretendía ser una precuela de Alien: El octavo pasajero, no lo fue del todo y este título se cayó solo.

Como si fuese una obsesión, más los deseos de los estudios de cine que quieren ganar muchos dólares, Ridley Scott hace de Alien: Covenant una especie de mejunje cuyo sabor no es el mejor, pero tampoco nos resulta extraño ni desagradable.

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Este filme se ambienta en el 2104. Esto significa que son varios años después de los hechos funestos de Prometeo, pero años antes de los de Alien: El octavo pasajero. La nave en que se viaja a una larga “tierra prometida” es la Covenant. Va hacia el planeta Origae-6, donde se dan las condiciones para establecer una nueva comunidad humana.

En ese éxodo nada bíblico no solo van hombres y mujeres, sino que también van embriones. Para estar a la altura de los tiempos y para enojo de algunos obispos o diputados “cristianos”, Alien: Covenant muestra que esa futura sociedad estará compuesta por parejas de distintas orientaciones sexuales.

También viaja un androide de alta tecnología y todo está controlado, por supuesto, por una computadora que recibe el nombre de Madre. Como sucede siempre, desde la vieja tradición de los cuentos fantásticos y desde antes que el teórico ruso Vladimir Propp (1895 - 1970) hablase de las funciones narrativas en ellos, un acontecimiento desvía a la Covenant de su destino y los viajeros deben lidiar con ello.

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Por supuesto que aparecerán los poco distinguidos xenomorfos, en cantidades industriales y con sus características parasitarias, con su adaptabilidad genética. Es cuando los humanos deben luchar no solo por sus vidas (en condiciones deficitarias), sino que deben huir de ahí como Odiseo de los cíclopes. Esta aventura, con sus subtramas, es el cuerpo del filme.

La oportunidad le sirve a Ridley Scott para añadirle más sangre y cuerpos descuartizados a sus imágenes: más “gore”. La verdad es que no le viene mal. Igual le sirve para lo mejor del filme: los diálogos filosos entre androides de épocas distintas (aquí la buena actuación de Michael Fassbender).

El resto es aventura no tan bien narrada (por secuencias, se enreda en sus propios mecates o se deshilvana como un vestido viejo); sin embargo, logra entretener con alguna dignidad propia del género que lo nutre, desde la articulación de su propio mundo imaginario con la propiedad de la buena arquitectura cinematográfica.

El filme, con toda su lógica exacerbada de fantaciencia, evita la banalización de sus personajes, aún en situaciones de difícil credibilidad interna del relato. Igual, evita que sus imágenes tan llenas de futuro lejano se conviertan en paquete erosionado: es difícil sentir que su estética resulte afectada.

El difícil trabajo visual va por dos caminos: mostrar información y, a la vez, comunicar sensaciones. Mejor lo segundo que lo primero, por eso el conjunto de Alien: Covenant (que merece una crítica más larga) logra superar el estadio de fórmula conocida, aunque sea una fórmula conocida. Interesante.

Título original: Alien: Covenant

Estados Unidos, 2017

Género: Fantástico

Dirección: Ridley Scott

Elenco: Michael Fassbender, Katherine Waterston

Duración: 123 minutos

Cines: Cinépolis, CCM, Citi, Cinemark, Multi, Nova

Calificación: Tres estrellas de cinco posibles