Crítica de cine: ‘Aviones’

Hangar digital. Vuelo comercial

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He aquí otra jugada comercial de los estudios Disney, quienes han cambiado garajes por hangares para narrar una historia al estilo y semejanza de la que vimos en Cars (2006), incluida su secuela del 2011.

Ahora, en lugar de coches, tenemos aeronaves como protagonistas y el resultado es Aviones (2013), filme de poco lustre animado, dirigido sin aptitud por Klay Hall.

Comercialmente, Aviones se entiende por esa presencia anterior de Cars . En lugar del emotivo Rayo McQueen, héroe motorizado que supo encontrarse a sí mismo, tenemos hoy a Dusty, avión fumigador de cultivos, quien sueña con participar en alguna competencia aérea de altos vuelos. Entre otros, el problema es que Dusty le tiene miedo a las alturas.

Con la ayuda de Skipper, Dusty sabrá levantar vuelo, mover sus alas y triunfar, o sea, ¡alcanzar el éxito!, expresión consolidada en el mundo competitivo de hoy. No hay necesidad de tener más de cuatro dedos de frente para darnos cuenta que este filme aéreo es emanado del otro de carreteras.

Eso es lo que ahora llaman spin-off , filme derivado de otro, en este caso. La pregunta es la siguiente: ¿por qué, por alto que vuele, esta aventura no alcanza la emotividad con automóviles y grúas de Cars ? Cierto, Aviones es película animada hecha con evidente desgano formal y con exceso de diálogos, es poco original porque se repite a sí misma con situaciones semejantes.

Hay que decirlo: Aviones es película que la escudería Disney pensó en lanzar solo al mercado de los videoclubes. Luego, alguien pensó que podría volar por las salas de cine, le pusieron la insalvable tercera dimensión, ajustaron la publicidad y listo: aquí está, sin dejar de ser filme animado de segunda categoría, pero que pelea dinero en boleterías como si fuera de primer orden.

Al primer vuelo, a quien se le quiebran las alas es al guion: repetitivo y muy corriente o estándar, capaz de volar menos que un hipopótamo obeso. El diseño de personajes queda debiendo: es difícil establecer puntos de mayor afinidad con los personajes y, por ahí, la aventura entusiasma poco.

En lo formal/visual es evidente el poquísimo entusiasmo o dinero que se le metió a esta producción. Los fondos escénicos son difusos, sin ninguna brillantez o con ausencia de ellos. Los aviones figurantes parecen más bien desganados. Habrá alguna que otra cosa elogiable por ahí, pero bien se sabe que un grano no hace granero.

Como operación para sacar dinero de los bolsillos familiares, bien puede uno decir que Aviones es producto que vende miel, pero se bebe sin dulce. Ni siquiera hay comicidad y sus personajes secundarios se olvidan pronto. Aquí no hay acento dramático de nada ni con nada.

Dependerá de los resultados económicos el que se haga o no una secuela de este filme. Si sucede, ojalá los estudios Disney se decidan a tratar al público con más decoro; esto es, con más respetabilidad que rentabilidad y, así, tengamos una mejor aventura, como bien se la merece el público infantil.