Batman: el arquetipo ideal

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El mundo necesita a Batman, necesita tener algo o alguien a quien aspirar y no puedo pensar en un mejor arquetipo.

Mi respeto por el personaje nació hace muchos años cuando, siendo apenas un niño, tuve la dicha de toparme con algunas viñetas de un viejo cómic y, desde entonces, me cautivó.

A partir de ese día y hasta hoy, no he dejado de admirar a ese ser humano que, sin importar el medio donde aparezca, mantiene cualidades que lo hacen único. Valoro su amor incondicional por el prójimo –incluso a costa de su vida–, su resiliencia, inteligencia, astucia y destreza.

Así aprendí que uno es quien elige ser, que, a pesar de las circunstancias, lo importante no es lo que nos pase, sino que hacemos con ello. Entendí cómo podemos tomar una mala experiencia y convertirla en algo positivo; olvidar el camino fácil y crecer en la adversidad.

A diferencia de otros personajes, los poderes que utiliza Batman para salvar el día son su ingenio, su cuerpo y su voluntad, no importar lo que le cueste. Esa determinación sobrehumana es, para mí, lo que lo convierte en “súper”.

Aprendí que no importa que tan oscuro pinte el futuro, no se puede dejar de luchar. Darse por vencido no es una opción.

El Hombre Murciélago me ayudó a aprender de las malas experiencias de la vida; a esperar lo inesperado, a estar siempre preparado. La inteligencia es más valiosa que la fuerza.

Batman representa el bien que existe en todos nosotros, lo que somos y lo que podemos llegar a ser si nos enfocamos en una meta y luchamos con todo nuestro ser hasta alcanzarla.

Por ser fuente de inspiración para tantos en el mundo, entre ellos personas con enfermedades terminales, niños huérfanos y hombres sin esperanza, puedo estar seguro de que el mundo necesita a Batman y siempre lo hará.