Bajofondo extasió a su hinchada en Costa Rica

Noche intensa Con su explosiva fusión de tango, milonga y música electrónica, la agrupación sudamericana volvió a seducir a los ticos

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

---

Para su fiel fanaticada, este es el único ride esperado: viajar dentro de la nave musical de Bajofondo es la experiencia de elevarse en éxtaxis y pasear por una galaxia de ritmo, talento y pura pasión.

El viernes, en el Club Peppers, Bajofondo volvió a visar boletos, llevando a cientos de sus seguidores al delirio con un repertorio matizado por la fuerza de los sonidos electrónicos, pero engalanado por el tango y la milonga de una Sudamérica que corre por sus venas.

A las 10 p. m., fue su capitán, Gustavo Santaolalla, quien encendió motores con Código de barra , pieza que abrió el show en las tinieblas de un lugar ambientado con luces bajas y con un delicado solo de una melancólica y dulce guitarra.

Al mismo tiempo que explotaron las ovaciones y se prendieron las luces del escenario , Javier Casalla y su violín irrumpieron con fuerza para dar ritmo a la pieza, levantando a todos del trance inicial.

En temas como Montserrat y Borges y Paraguay , el público comenzó a inyectarse al ritmo de los sintetizadores de Juan Campadónico y, como si fuera un juego de niños, los músicos comenzaron a saltar en el escenario.

Todo lo anterior incitó a la locura de un Club Peppers que, gustoso, absorbía las contagiosas energías de sus ídolos musicales.

Mientras el bandoneón de Martín Ferres traía el tango puro a escena, un brasiér rojo lanzado al cuerpo de Santaolalla fue la muestra inicial de una velada caracterizada por la confianza de los fans y la naturalidad de Bajofondo.

De inmediato, Santaolalla cantó Pone en mi corazón , para luego saludar a los ticos diciendo: “Que bueno volver a este país tan hermoso. Este país que siempre nos ha tratado tan bien”, dijo.

Estrenando. Bajofondo tocó anoche temas de su nuevo disco Presente y lo primero que interpreto de ese álbum fue Pide piso . En ese momento, Luciano Supervielle se lució en una intensa interpretación en el piano, secundada por el violín de Casalla.

A estas alturas, la fiesta ya estaba armada. Con Fandango y Duro y parejo hubo tanto movimiento en el escenario, que Gabriel Casacuberta (contrabajo) botó la computadora de Verónica Loza, artífice de las imágenes que acompañan la música del grupo.

Miles de pasajeros demostró la versatilidad de Bajofondo. Es un tema clásico del grupo que, sin embargo, suena a nuevo gracias a que Santaolalla, Casacuberta y Supervielle prestaron sus voces para darle aire renovado de hip hop y rap.

Descanso. Un intervalo dentro del concierto sirvió para cargar energías y que los músicos regresaran con temas como Cuesta arriba , Lluvia y El mareo . Este último es un elixir que mueve a su hinchada por la dulzura hipnótica del tango contemporáneo.

Con Leonel el feo hizo acto de presencia otra de esas versiones memorables, muy arraigada en los suramericanos. Otra vez, Santaolalla hizo de su voz su instrumento, acompañado por llamativas imágenes de antaño.

Para que perdurara el enérgico baile que, luego de hora y media, ya se había armado en Zapote, Bajofondo permitió que unas 30 mujeres subieran al escenario. Ahí bailaron, se tomaron fotos y dieron libertad a sus cuerpos.

Con este gesto de cercanía y luego de interpretar unos 22 temas, Bajofondo se despidió de sus fans. Sin embargo, sus seguidores no los dejarían ir tan fácil, al filo de la medianoche, los sudamericanos regresaron a escena para cerrar con La cumbalsita y su icónica Pa bailar .

Ya en la madrugada de sábado, el viaje por su música acabó sin remedio. Hacía frío, pero había un consuelo: la energía de Bajofondo, aún ardía todavía en la piel de sus fanáticos.