Anya Taylor-Joy encarna un drama cocinado en sueños en la nostálgica ‘Last Night in Soho’

Filme de misterio psicológico se encuentra disponible en las salas de nuestro país y es una mirada a la vida nocturna de los años sesenta

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Anya Taylor-Joy pareciera ser más que la actriz del momento. Su nombre casi que se ha convertido en un dispositivo cultural para descubrir cómo sus talentos pueden adaptarse a distintos géneros, tanto en el cine como en la televisión.

Gambito de Dama, la producción estrella de Netflix que empujó más el trampolín de su fama, hizo públicos los dotes ya conocidos en sus trabajos previos como Fragmentado y La bruja. Ahora, con el estreno de Last Night in Soho, la actriz se escabulle entre el thriller y el suspenso psicológico para seguir excavando lo que tenga por ofrecer.

Dirigida por Edgar Wright (recordado especialmente por Scott Pilgrim vs. The World y más recientemente Baby Driver), se acompaña de la también talentosa Thomasin Mckenzie (de buenas presentaciones en Jojo Rabbit, Lost Girls y Leave No Trace) para una triste carta sobre el neón de los sesenta y todo lo que quedó de aquellos tiempos que hoy se miran difíciles de asimilar.

Viaje al pasado

McKenzie interpreta a Eloise, una muchacha de campo que viaja de su pueblo a Soho, Londres, para convertirse en diseñadora de moda. Eloise no encaja en el ambiente fiestero de los dormitorios universitarios, lo que la lleva a mudarse a un pequeño apartamento de la ciudad.

En su nuevo departamento empieza a tener sueños extremadamente realistas de otra muchacha llamada Sandie (quien es interpretada por Anya Taylor-Joy), una aspirante a cantante de los años sesenta que solía vivir en el mismo lugar. La vida de Sandie causa fascinación a Eloise, hasta que descubre un halo místico que invadió la vida de la chica con la que sueña.

Dentro de ese arco, aparecen otros personajes con los que Wright quiere rendir un homenaje para el cine de aquella década: Terence Stamp, de 83 años, y Diana Rigg, quien hizo en esta película su último papel, antes de fallecer en setiembre del año pasado, a los 82 años.

En ese marco, la cinta es una mirada nostálgica a lo que alguna vez fue una zona famosa por su vida nocturna y artística, pero que con el paso de los años cambió y se transformó en un sitio de élite, con restaurantes exclusivos y otra forma de vida.

Con eso en mente, la historia de Sandie parece ser una alegoría de ese tiempo perdido; una historia que poco a poco se degenera en horror, explotación y pesadillas. Sin dudas, un cambio de registro en la filmografía de Wright, quien siempre ha dejado espacio para la comedia y climas relajados, siempre subvirtiendo géneros como lo hizo con su comedia apocalíptica Shaun of the Dead.

“Con Última noche en el Soho, el bueno de Wright ha cambiado radicalmente —que no totalmente— de registro para zambullirse de lleno en los terrenos del thriller psicológico sin perder un ápice de su identidad; jugando con la identidad, el presente y el pasado en un par de horas de suspense de primera calidad, brillantes en su fondo y, sobre todo, en su forma”, escribió el crítico Víctor López en Espinof.

“Independientemente de si desentrañamos el misterio antes de tiempo o permitimos que el relato nos sorprenda orgánicamente, es innegable que Última noche en el Soho ofrece un viaje impagable, tenso y sobrecogedor —sus escarceos con el terror más puro son fantásticos— que, en última instancia, conecta con el público gracias a su pareja protagonista, compuesta por una Anya Taylor-Joy tan genial como de costumbre y una Thomasin McKenzie que contrasta con su derroche de dulzura y que genera una empatía casi instantánea”, agrega el crítico.

El filme está disponible en Costa Rica en su sala de cine de preferencia desde el pasado jueves 11 de noviembre.