‘Antes de ser ángel, debes ser diablo’

Entrevista El salvadoreño Oscar Torres encontró la catarsis que necesitaba para sanar en la creación del guion de Voces inocentes

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Más que un guion, Voces inocentes fue una catarsis para Óscar Torres. Arrastraba el trauma de una infancia en medio de la guerra civil de El Salvador y, en vez de sumergirse en las pandillas o el alcohol, él buscó su sanidad en el cine.

Inspirado en las vivencias de su infancia, Torres escribió el guion para Voces inocentes, filme que se estrenó en el 2005 y ganó más de 10 premios alrededor del mundo.

Invitado por la Universidad para la Paz, el salvadoreño está de visita en Costa Rica para compartir su conocimiento acerca de la educación para la paz, a través del cine.

En una entrevista con Viva, habló de su trabajo, su sanación y cómo fue primero demonios, antes de convertirse en el ángel de otros.

¿Cómo nació Voces inocentes?

La historia en sí terminó siendo autobiográfica pero no comenzó de esa manera. La intención original era de contar el impacto de una canción venezolana titulada Casas de cartón, en El Salvador durante la guerra. Empecé a contar la historia del niño (que era mi niñez), pero limitada, porque una de las cosas que sucede cuando vives un conflicto es que te sientes apenado, con mucha vergüenza... Entonces, lo último que quieres hacer en esos momentos es contar tu historia.

“En ese proceso descubrí que entre más las personas leen el guion, más quieren la historia del niño. Me di cuenta de que era inevitable: necesitaba dejar de ser un cobarde y contar lo que realmente pasó”.

¿Cuál fue la función de la reescritura de ese guion en su sanación?

Fue inevitable involucrarme artísticamente sin involucrarme personalmente. Fue un proceso que culminó con mi trabajo con Luis Mandoki (director de Voces inocentes). Don Luis no solo se convirtió en el director de la película, sino que en mi psicólogo, mi consejero y mi padre, hasta cierto punto.

“La reescritura culminó en una escena muy interesante donde él me tuvo que empujar, hasta el hecho de ponerse violento, agarrar una silla, tirarla contra la pared e irse de su propia casa.

“Yo, que en ese tiempo era rebelde, no me podía levantar. Mis piernas se convirtieron en plomo. Juro que trataba de levantarme pero algo no me dejaba. Unos 20 minutos después él regresó y, de pronto, a llorar.

“Me quitó la computadora, me paré y lloré en su hombro por no se cuánto tiempo. Ese fue el momento en que se quebró el huevo y me dejé de resistir. Ese fue el comienzo de mi catarsis. El proceso fue una sanación de tres años”.

¿Cuál es la clave para que el cine promueva la paz y no la violencia?

El fenómeno más grande de Voces inocentes es que, del número de personas que fueron a ver la película en México, la mayoría eran niños de 7 a 13 años. Conocimos a niños que ya habían visto la película 10 veces en el cine. La clave es cómo relacionas a tus audiencias a tu historia que promueve la paz y, además, es entretenida.

¿Qué sintió al ver que la película tuviera tanto éxito?

Te planta los pies en el suelo y te hace ver lo pequeños que somos todos. Me nació mucha humildad porque me di cuenta de que nada es nuestro, todo es prestado. Cómo lo usas, eso sí depende de ti.

¿Cuál fue la reacción a la cinta en El Salvador?

Fue muy conmovedor porque el pueblo abrazó la película y la hizo suya tanto en el cine como en la piratería. Cuando íbamos a la premier de la película, ya había puestos en la calle que estaban vendiéndola a $1. Más que coraje, te da gusto porque esta historia se hizo para la gente. Así como yo sané, instigó la sanación de otras personas.

“El gobierno no la apoyó, le dio la espalda. El presidente Antonio Saca mandó un memorando a todas las embajadas salvadoreñas pidiéndoles que no apoyaran la película. Cuando habían eventos especiales, jamás nos apoyaba la embajada salvadoreña, mas sí la mexicana.

“Ahora me doy cuenta de que sí la usan en las escuelas cuando estudian la guerra civil en El Salvador y eso es un alivio”.

¿Aparte de Voces inocentes, qué temas acostumbra abordar?

Trato de enfocarme siempre en el crecimiento personal en toda historia que cuento. Ese es mi tema, porque mi crecimiento más grande fue cuando me puse frente al espejo y me di cuenta de que era yo el que estaba causando todo el desastre, que yo era en ese momento. Todo. Tomar responsabilidad absoluta de tu vida es lo más difícil que puedes hacer porque es más fácil apuntar y echar la culpa.

¿Cómo se puede romper el ciclo para que los niños y jóvenes que han sido víctimas de violencia no se conviertan en sus perpetuadores, sino en personas como usted, que luchan por la paz?

Necesitamos guías. Yo tuve guías en mi vida. Ángeles, les digo yo. Para lograr eso podemos convertirnos nosotros mismos en ángeles. Sin embargo, antes de ser ángel, debes ser diablo. Entonces, yo siento que si llegas a derrotar el diablo que llevas por dentro, puedes convertirte en el ángel que siempre has querido ser.

Voces inocentes no era una película que llevaba la intención de instruir o sanar a nadie; para nada. Fue una película egoístamente personal y que sirvió para mi sanación, pero una cosa de las que me he dado cuenta es que entre más personal, más universal porque todos somos iguales”.