Carlos III: le llegó la hora de reinar al eterno príncipe

Carlos III fue el heredero que más años tuvo que aguardar su coronación. La espera del hijo mayor de la reina Isabel II ha sido larga y llena de altibajos que le hicieron perder popularidad, pero ahora tiene una nueva oportunidad de lavar su imagen

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Nunca fue la figura más destacada de la nobleza británica, tampoco el más querido por el pueblo, ni mucho menos el más correcto; sin embargo, su destino estaba escrito y creció sabiendo, desde muy pequeño, que algún día portaría la corona y sería llamado “El rey”.

En total, tuvieron que pasar 74 años para que el eterno príncipe Carlos se convirtiera en el rey Carlos III del Reino Unido, en medio del luto por la muerte de la anterior monarca Isabel II, quien falleció el pasado 8 de setiembre del 2022.

El peso de la corona es inmenso, para bien o para mal, pero tal parece que Carlos III ya está listo para que el próximo sábado 6 de mayo del 2023 sea coronado oficialmente como el nuevo monarca. Al fin de cuentas, lleva más de siete décadas preparándose.

La ceremonia de coronación tendrá lugar en la Abadía de Westminster y estará a cargo de Justin Melby, el arzobispo de Canterbury, quien no solo encabezará la actividad, sino que explicará el papel que tiene el rey en la actualidad y hacia dónde se dirige su reinado, según las tradiciones y costumbres de la monarquía británica.

Así, Carlos, un hombre obstinado, de semblante triste y que aparenta ser frío ascenderá al trono dejando atrás una juventud marcada por la torpeza y la inseguridad y una adultez en la que fue totalmente opacado por su primera esposa, la princesa Diana de Gales, de quien se separó tras un turbulento matrimonio, en el que las infidelidades salieron a relucir y el nombre de Camila Parker Bowles se hizo cada vez más famoso, no siempre por los motivos correctos.

“El trayecto de Carlos fue, quizás inevitablemente, menos aclamado. Sus debilidades y frustraciones fueron diseccionadas sin piedad por los medios de comunicación; sus aficiones, desde la crítica a la arquitectura hasta la agricultura orgánica, fueron objeto de frecuentes burlas; su matrimonio con Diana, la princesa de Gales, que se desmoronó en medio de escabrosos titulares sensacionalistas y acusaciones mutuas de infidelidad, sigue siendo para muchos el acontecimiento que define su vida pública”, detalla The New York Times.

Más allá de lo que muestra la serie The Crown, de Netflix, el nuevo soberano ha sido juzgado por su personalidad, ha vivido a la sombra de sus carismáticos hijos William y Harry (y hasta de sus nietos), le han lanzado huevos en su propio país y se dice que algunos países de la Mancomunidad ni siquiera lo aceptan como líder.

Lo cierto es que Carlos III será rey y el Reino Unido volverá a coronar a un monarca, 72 años después. Uno que comandará a la mediática y polémica familia real, que incluye la rebeldía de su hijo menor, el príncipe Harry, y la esposa de este, la mediática Meghan Markle; así como los vínculos de su hermano, el desprestigiado príncipe Andrés, con el fallecido magnate y pedófilo Jeffrey Epstein.

“Carlos ha luchado por mantener a raya a los miembros díscolos de la familia”, añade The New York Times.

Su majestad

Charles Philip Arthur George tenía tan solo tres años cuando su madre, la reina Isabel II ascendió al trono en la Abadía de Westminster, el 2 de junio de 1953.

Quizá estaba muy pequeño para recordar aquel día y quizá ni siquiera tenía noción de lo que pasaba, pero en aquel momento, mientras estaba sentado entre su abuela, la reina Isabel (la reina Madre), y su tía, la princesa Margarita, presenciando la ceremonia, los demás sí visualizaban su futuro: él sería el siguiente en gobernar la Mancomunidad.

A tan corta edad, asumió los títulos tradicionales de Duque de Cornualles; así como el ducado escocés de Rothesay. También se convirtió en conde de Carrick, barón Renfrew, señor de las islas y príncipe y gran mayordomo de Escocia. A sus 9 años, fue nombrado príncipe de Gales y conde de Chester.

Carlos III nació a las 9:14 p. m. el 14 de noviembre de 1948, en el Palacio de Buckingham, causando gran alegría entre sus padres, quienes ya tenían a su futuro heredero.

Debido a las obligaciones de su madre, gran parte de su educación recayó en su padre, el príncipe Felipe, un hombre estricto y duro.

“Cuando Carlos cumplió un año, ya le había comprado un bate de cricket y declaró que quería que fuera ‘un hombre de hombres’. La determinación del príncipe Felipe de que su tímido hijo aprendiera a valerse por sí mismo surgió de las turbulentas circunstancias de su propia infancia, cuando se vio obligado a valerse por sí mismo desde los ocho años”, detalla la revista Time.

De acuerdo con el análisis de la publicación, el príncipe Felipe quería que su hijo, al igual que él, desarrollara “un enfoque duro de la vida como un medio para hacer frente a los golpes” y consideraba que era “su responsabilidad endurecer a su hijo y prepararlo para los rigores de convertirse en rey un día”.

“Como decía Lady Mountbatten, el príncipe ‘podía ver que Carlos era un niño terriblemente sensible que se iba a enfrentar a muchos problemas, y pensó que debería ayudarlo a no tomarse en serio muchas de las cosas que los niños hacen. Él quería que lo tomara en serio y que no se apresuren a levantarlo cada vez que se caiga o que le digan: ‘Dios mío, Dios mío, te lastimaste’, sino más bien, ‘Oh, vamos, eso no es tan malo’. Estoy segura de que solo quería ayudar a que su hijo fuera más sólido... pero, en retrospectiva, creo que a veces se excedió y tal vez no tuvo tacto’”, extrae la revista.

Carlos dejó de ser hijo único muy pronto, pues dos años más tarde, en 1950 nació la princesa Ana. Después llegaron el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo.

Él fue el primer heredero al trono de Gran Bretaña en ir a una escuela (sus antecesores se educaban en el palacio, con tutores) y fue muy activo en Cheam School, el internado en el que estudió en Berkshire: participó en varias actividades escolares y tenía cierto talento para el ámbito artístico musical. Por ejemplo, cantó en el coro del colegio, tocó la trompeta, y la guitarra eléctrica.

Sin embargo, la dureza de su padre y la falta de atención que percibía de su madre lo llevó a reprimir sentimientos y a crecer siempre asustado.

“A menudo, a Carlos le daba la impresión de que no era el tipo de hijo que quería y podía enfurecerse por aspectos aleatorios de su comportamiento, incluso una vez lo reprendió por leer en la cama y le dijo: ‘Si él quiere dormir, ¿por qué no lo hace?” ¿él duerme? Si quiere leer, ¿por qué no se sienta en una silla y lee?’”, relata Time.

Creció como un niño solo, descubriendo afinidades hacia la pintura y la escritura. Desde la adolescencia es amante del polo, además, le gusta esquiar, pescar y cazar.

El nuevo monarca desarrolló un gusto por la música clásica y, de hecho, toca el violoncelo y se un fiel seguidor de la ópera.

Además, tiene una particular afinidad por la jardinería y en su casa campestre de Highgrove creó uno de los jardines más envidiados de Inglaterra y al que le ha dado forma durante unos 40 años y que “refleja la habilidad artística natural del Rey”.

Si bien es un jardín privado, está abierto al público entre abril y octubre de cada año para permitir que los visitantes compartan el disfrute de Carlos III.

“Una de mis grandes alegrías es ver el placer que el jardín puede producir a muchos de los visitantes y que todo el mundo parece encontrar en él alguna parte que le es especial”, dice el monarca en la página oficial.

Estudió en la Universidad de Cambridge, en 1967, Arqueología y Antropología, y en la segunda parte de su carrera estudió Historia. También se graduó como piloto de helicóptero, en 1974, antes de unirse al Escuadrón Aéreo Naval 845.

Carlos es el primer heredero real que obtiene un título universitario.

Entre Diana y Camila

Quizá uno de los mayores escándalos de Carlos III fue su mediática separación de Diana Spencer, su primera esposa y madre de sus dos hijos; no solo por las acusaciones mutuas de infidelidad, sino por cómo ella lo opacó ante el pueblo.

Su problemático matrimonio, su separación y la eventual relación de él con Camila Shand todavía son motivo de discusión y le han generado una gran cantidad de anticuerpos a ella a lo largo de los años, aun cuando la relación entre Carlos y Camila antecede a la aparición de Diana en la pintura.

Carlos y Diana se conocieron en 1977, cuando el entonces príncipe tenía 28 años y ella 16, luego de que él asistiera como invitado a una actividad relacionada con la caza en Althorp, donde residía la familia Spencer. En ese entonces, él salía con Sarah McCorquodale, hermana mayor de Diana.

Esa relación culminó poco tiempo después, sin embargo, Carlos confesó tiempo después en una entrevista que recordaba a la hermana de su expareja: la joven Diana.

“Recuerdo haber pensado en lo muy alegre, divertida y atractiva que era la niña de 16 años. Quiero decir, estaba llena de vida y todo…” dijo.

Tres años después, ambos se reencontraron cuando por casualidad se hospedaban al mismo tiempo en la casa de Philip de Pass, un amigo en común. En ese entonces Carlos no pasaba por su mejor momento y Diana lo consoló.

“Acababa de romper con su novia y acababan de matar a su amigo Mountbatten. Y creí que era bueno verlo. Cuando estábamos hablando, le dije: ‘Debes sentirte muy solo. Es patético verte caminar por el pasillo con el ataúd de Mountbatten al frente, espantoso, necesitas a alguien a tu lado’. Entonces saltó sobre mí y comenzó a besarme”, detalló Diana en el documental Diana: In Her Own Words, estrenado en el 2017.

A partir de ahí, ambos comenzaron a salir. Para ese entonces, Diana ya tenía 19 años y Carlos, 31.

Pocos meses después, el 3 de febrero de 1981, Carlos, presionado por su papá, el príncipe Felipe, le propuso matrimonio a la joven Diana.

“Le dije: ‘Te quiero mucho, te quiero mucho’. Y él dijo: ‘Lo que sea que signifique el amor’. Así que pensé que era genial, pensé que lo decía en serio (...). En mi inmadurez, que era enorme, pensé que estaba muy enamorado de mí. Tenía una especie de mirada enamorada al mirarlo, pero no era del tipo genuino”, agrega la princesa en el documental.

Sin embargo, de acuerdo con Andrew Morton, en la biografía de 1992, Diana: Her True Story--in Her Own Words, Lady D tuvo dudas antes de la boda e incluso consideró cancelarla luego de encontrar joyas que Carlos pretendía regalarle a su exnovia, Camila Parker Bowles y descubrir cartas de amor entre ellos.

Y es que aunque los anticuerpos de Camila se mantienen hasta la fecha, ella siempre ha sido el gran amor de Carlos III. De hecho, se conocieron mucho antes de que Diana llegara a la vida del príncipe, durante un partido de polo en 1970.

A Camila le encantaba disfrutar de la vida en el campo, los caballos y la caza y Carlos amaba todo eso. Era la única persona con la que podía hablar de cualquier cosa y rápidamente se convirtió en su mejor amiga y alma gemela.

Para ese entonces ambos tenía 23 años y aunque fueron novios por algún tiempo, su romance se acabó cuando el primogénito de la reina Isabel II fue llamado a cumplir con sus funciones navales.

“Carlos no le pidió a su novia que esperara a que regresara de su tiempo en el servicio y ella se casó y tuvo dos hijos con Andrew Parker Bowles, otro admirador de muchos años. Sin embargo, los dos siguieron siendo amigos. Carlos fue nombrado padrino del hijo de Camila, Tom, nacido en 1975, y continuó viendo a su exnovia y su nuevo esposo en la escena social y en su antiguo lugar de encuentro: el circuito de polo”, detalla la revista Hola!.

A pesar de las dudas, Diana se casó con Carlos en julio de 1981 y formaron una familia. Juntos dieron la bienvenida al príncipe William, en 1982, y dos años más tarde, en 1984, nació el menor, el príncipe Harry.

Conforme avanzó el tiempo, la pareja se veía cada vez más distante y el espíritu de Camila rondaba su matrimonio no solo por su relación pasada, sino por las constantes sospechas de infidelidad, las cuales quedaron demostradas en 1993, cuando se destapó el escándalo conocido como Camillagate o bien, Tampongate.

Habían pasado tan solo tres meses desde que los príncipes de Gales se separaron formalmente, cuando salió a la luz una llamada telefónica íntima, de seis minutos, entre Carlos y Camila, la cualfue grabada ilegalmente en 1989.

En la explícita conversación, los amantes fantaseaban con tener intimidad y Carlos le decía que quería reencarnarse en la marca de tampones Tampax, y que deseaba “vivir dentro” de ella.

“Éramos tres en el matrimonio, así que estaba un poco abarrotado”, dijo Diana luego en una entrevista.

Y es que la princesa, quien siempre supo de la relación extramarital de su esposo, incluso había confrontado a Camila en 1986. Así lo dijo a su biógrafo, Andrew Morton.

“Estaba aterrorizada de ella. Le dije: ‘Sé lo que está pasando entre tú y Carlos y solo quiero que lo sepas’. Ella me dijo: ‘Tienes todo lo que siempre quisiste. Tienes a todos los hombres del mundo enamorados de ti y tienes dos hermosos hijos, ¿qué más quieres?’. Así que dije: ‘Quiero a mi esposo’. Y dije: ‘Lamento estar estorbando... y debe ser un infierno para ambos. Pero sé lo que está pasando. No me trates como una idiota’”, dijo Diana.

El divorcio entre Carlos y Lady Di finalmente se concretó en 1996 y en agosto de 1997 el mundo se conmocionó con la noticia de la muerte de la querida princesa a los 36 años, que con su dulzura y sencillez logró ser amada por el pueblo y convertirse en una de las figuras más destacadas de la realeza británica, opacando por completo al heredero al trono, quien simplemente no lograba la misma reacción que su esposa entre la gente.

“Todo fue culpa de Carlos. Carlos y Camila, rompiendo el corazón de la princesa del pueblo, dejándola valerse por sí misma contra los salivados paparazzi”, dice Mónica Hesse en The Washington Post.

Tras el divorcio y el fallecimiento de Diana, Carlos y Camila se mantuvieron juntos, pero siempre con bajo perfil.

“Uno se imagina que la opinión pública sobre Camila podría haber sido diferente si Diana hubiera vivido, si a ella también se le hubiera dado la oportunidad de volver a casarse, si se hubiera asentado en una vida de mediana edad de galas de recaudación de fondos o apariciones como juez invitada en Britain’s Got Talent. En cambio, ella tiene 36 años para siempre, es atractiva y profundamente agraviada”, añade.

Luego de una larga espera, los eternos amantes formalizaron su relación en el 2005, cuando finalmente se casaron en una ceremonia civil en el Guildhall de Windsor, y Camila recibió el título de duquesa de Cornualles; sin embargo, para ese entonces ya era demasiado tarde para ella: su imagen pública estaba dañada.

“Con la bendición de sus hijos, el hombre rico y famoso se vuelve a conectar con la chica desaliñada y le pide que se case con él. Él nunca había dejado de amarla, ya ves. No importa cuánto dolor o vergüenza le haya causado, o cuánto se suponía que él deseaba en su lugar a la bella y joven princesa que el mundo quería que él deseara. Había suspirado por la chica desaliñada durante décadas” agrega Hesse.

Pese a todo, ahora Camila, de 74 años, asumirá el título de reina consorte para acompañar a su esposo en este nuevo capítulo de la realeza.

Luces y sombras

Carlos no es el hombre más carismático y es un tanto obstinado ( prueba de ello, que se molestara tras firmar un documento con una fecha errónea en el documento y posteriormente se manchara la mano por el derrame de tinta de una pluma).

Además, ha tenido que cargar con el peso de ser menos querido que sus hijos William y Harry, y sus respectivas esposas, Kate Middleton y Meghan Markle, quienes han alcanzado más popularidad que su suegro.

En el 2021, por ejemplo El Independiente dio a conocer que según datos de YouGov, “tan sólo el 45% de los británicos tienen una buena impresión del príncipe de Gales y su mujer obtiene incluso peores datos: el 33% de popularidad”.

Las cifras no se comparan en nada a las que reflejaba, por ejemplo, la reina Isabel II con un 72% y el príncipe William, con un 62%. Y si bien Harry no es actualmente el más querido por el pueblo británico, antes de su boda “llegó a superar a su abuela como el miembro más popular de la monarquía”.

“Carlos y Camila llevan años intentando superar su mala imagen, pero no lo tienen fácil”, añade el medio español.

Sin embargo, el rey es una de las personas más activas dentro de la monarquía. Y no es para menos, pues desde hace años se ha venido preparando para este momento, su momento (finalmente).

Durante el 2022, previo al fallecimiento de su madre, ya reemplazaba a Isabel II en el rol de monarca en algunas ocasiones. Prueba de ello es que dio el discurso de apertura del Parlamento ese año y asumió algunas giras de la Mancomunidad.

Carlos ha sido vehemente sobre el medio ambiente, del cual es un gran defensor. El medio France 24 recuerda que “cuando solamente tenía 21 años, fue ridiculizado en la esfera política internacional por advertir que las actitudes de los seres humanos generarían una crisis mundial, impulsado por el creciente uso del plástico, los automóviles y las pérdidas de petróleo en las masas de agua”.

Pero su labor social no solo ha estado asociada al medio ambiente, pues en 1976 fundó The Prince’s Trust, una iniciativa que tiene como fin ayudar a jóvenes desfavorecidos y que ha apoyado a miles de personas. También es presidente de la Royal Shakespeare Company y forma parte de más de 400 organizaciones benéficas, que anualmente recaudan más de 100 millones de libras esterlinas para estos fines.

Carlos III ha sido el heredero que más años ha esperado para ser rey. Es así como con su coronación, se convertirá además en el monarca más longevo en ascender al trono del Reino Unido.

La gran interrogantes es si logrará volver a esa popularidad que le trajo su fallido y polémico matrimonio con Diana de Gales.

El comentarista y biógrafo real Christopher Warwick dijo a Sky News que cree que sí.

“Creo que él mismo es un tipo brillante, pero lo que no tiene es el mismo tipo de calidez y carisma que tiene su madre. Va a ser un acto difícil de seguir. Ya hemos visto qué tipo de hombre es, sabemos dónde están sus intereses, qué organizaciones y organismos apoya, y sabemos qué defiende. Si bien no hay razón para dudar de que nada de eso cambiará, con las responsabilidades de la monarquía, eso pondrá un aspecto completamente diferente en el resto de su vida”, detalló al medio.

Lo cierto es que el rey Carlos III, ese que come galletas a una determinada temperatura, que obliga a su personal a exprimir tres centímetros de pasta dental en su cepillo y a planchar su pijama y los cordones de sus zapatos todas las mañanas, finalmente tendrá su momento de comandar la monarquía británica y escuchará al pueblo decir: “¡Larga vida al rey!”.