Arturo Sandoval y la noche en que la magia bailó al son de su trompeta

La noche del viernes 26 de enero, el Teatro Auditorio Nacional del Museo de los Niños gozó, bailó, aprendió y se movió al ritmo del maestro cubano en un concierto intenso

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Fue una noche mágica en la cual se conjugaron la música y la alegría con la dirección de un maestro cuya historia artística sobrepasa los sueños de muchos. Hubo talento de sobra, risas, aplausos y, por supuesto, mucha admiración al escuchar en vivo al músico cubano Arturo Sandoval dar cátedra de cómo se toca la trompeta... y el piano y la batería y los timbales.

El concierto que ofreció el artista la noche de este viernes 26 de enero en el Teatro Auditorio Nacional del Museo de los Niños fue algo que cualquier apasionado de la música tenía que vivir.

Con un humor envidiable, el maestro, de 74 años, compartió escenario con músicos ticos de altísima calidad. La agrupación Rumba Jam convertida en una big band reforzada con varios colegas, fue una flor en el ojal en el espectáculo del cubano. Todo fue calidad artística al máximo nivel.

Apenas pisó el escenario, Sandoval reconoció las bellezas de Costa Rica, pero no las que muchos alaban como la riqueza natural, sino que elogió la cultura y el alma de nuestra gente.Tras decir que en nuestro país somos bendecidos, puso manos a la obra, o más bien a los instrumentos.

La primera pieza de la noche fue alegre. Con Funky Cha Cha, el músico demostró por qué es considerado un titán. Y si bien el protagonismo lógicamente recayó sobre él, Sandoval dejó que sus acompañantes se lucieran en todo momento. Durante toda la velada los músicos costarricenses brillaron con solos en cada pieza.

El show fue potente. Don Arturo, de manera muy acertada, se acompañó de una banda intensa con una sección de vientos con 13 instrumentistas, porque a su trompeta había que cobijarla con amor y calidad. En esa primera entrega dio muestra de que en la noche iba a jugar con varios instrumentos: pasó de la trompeta a los timbales con una facilidad admirable, con esa bendición de sabor que los cubanos tienen.

Sandoval fue gracioso y educado durante toda la velada y, como buen maestro, en sus intervenciones aprovechaba para compartir conocimientos e historias con el público.

Sobre su atril descansaban partituras en papel, algo muy particular en estos tiempos tecnológicos. Esto le dio al show un matiz especial porque nada mejor que ver las hojas llenas de notas y pentagramas extendidas en todo su esplendor y a un músico leerlas e interpretarlas con pasión.

Arturo Sandoval, el titán de la trompeta que baila, canta y encanta

El público aplaudía y Sandoval agradecía el gesto. La noche fue una retribución constante. En el escenario los músicos se lucían y en las butacas la audiencia los aclamaba con palmas, la mejor paga que pueda tener un artista, según dijo el propio trompetista.

En el repertorio siguió Woddy ‘n’ You, original del estadounidense Dizzy Gillespie, leyenda a quien Sandoval muestra un gran respeto y una intensa admiración. El maestro bailó y se emocionó visiblemente por la ejecución de la banda que lo acompañó.

Sandoval se confesó un amante de la música, de todo tipo de música. Narró que admira a grandes artistas pop como Prince, Michael Jackson, Lady Gaga y Amy Winehouse, pero que su compositor favorito es el ruso Serguéi Rajmáninov. Por eso sus obras cuentan con esa versatilidad y variedad que no tienen edad, que han trascendido generaciones.

Tin Tin Deo sonó poderosa. El maestro llevó la batuta de la interpretación. Después llegó el momento para que una voz femenina brillara en la tarima, cuando la tica Tatiana Gómez lo acompañó en el micrófono con la canción Summertime. Juntos improvisaron y emularon sonidos de instrumentos a partir de su voz. ¡Qué momento!

La noche tenía preparada otra sorpresa local. “No sé cómo se pronuncia esta palabra”, dijo Sandoval antes de presentar la siguiente pieza del repertorio, una obra del autor costarricense Vinicio Meza y que se ha convertido en una de las grandes de la historia de la salsa nacional: Pa’ Curubandé yo voy. En ese momento dieron ganas de levantarse a bailar, más cuando Wálter Flores engalanó el piano con su talento.

Y como bien dice la pieza criolla: “Ay, mira nena, no resisto más esta seducción”, Sandoval se dejó llevar por la emoción y se fue decidido a la batería a darle con todo.

En el show hubo de todo: en Manisero tocó el teclado y cantó; la música se transformó en un sabroso reggae que también dio paso para una nueva improvisación vocal del maestro que encendió la llama.

Para el cierre, Sandoval redujo un poco las revoluciones, mas no la intensidad. Tocó el piano de manera magistral y bajó del escenario para cantar entre el público el tema My Funny Valentine. El adiós definitivo, fuera de tiempo porque cuando se pasa bien las horas no importan, llegó con la riquísima Mambo caliente, de la película The Mambo Kings.

Y así, llenos de jazz, salsa, mambo, baladas y mucha energía, el público tuvo la dicha de ver y escuchar al maestro Sandoval, en una noche donde la magia bailó al son de su trompeta.