Zapping: Suave un toque, ¿cómo está la vara con ‘Suave un toque’?

El programa de sátira política producido por estudiantes de la UCR está a punto de terminar su primera temporada. Necesitamos más.

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A finales de agosto de este año, el Canal UCR emitió la primera edición de Suave un toque, un programa de sátira política producido por estudiantes de la Escuela de Comunicación Coletiva de la Universidad de Costa Rica.

A punta de memes, chistes y un lenguaje obviamente dirigido a una población joven –cuyo peso en la vida política del país es cada vez mayor–, Suave un toque apelaba a criticar no solamente la labor del gobierno, sino la de los personajes públicos de mayor influencia en la vida política del país y la labor de los medios de comunicación tradicionales, en cuenta el que usted está leyendo y que me paga el salario.

En redes sociales, el programa pronto ganó la atención de miles de personas. A la fecha, su perfil en Facebook cuenta con 87.000 seguidores; sus videos acumularon pronto miles de reproducciones.

Por supuesto, con la popularidad llegaron también las críticas. Suave un toque tiene un obvio corte progresista que, en un país acostumbrado a medios que más bien se inclinan a la derecha, choca a una parte de la audiencia. Las voces en contra del programa señalan su parcialidad, su aparente afinidad al Frente Amplio, y la validez de sus fuentes de información.

Ninguna de esas críticas, eso sí, le quita a Suave un toque haberse convertido en un espacio fresco y necesario de información, de crítica y de sátira, sobre todo de cara a las elecciones del próximo año.

Esta es la parte del texto cuando usted, lector conservador y enemigo del programa, me escribe un correo electrónico diciéndome –entre otras cosas– que soy un irresponsable por recomendar Suave un toque.

Todo bien. Hágalo. Yo, en cambio, le contesto que la pluralidad de voces y de medios, sobre todo provenientes de distintos estratos sociales y distintas inclinaciones políticas, es beneficiosa para nuestra democracia, siempre que no promuevan el odio.

Yo prefiero un medio que, sin reparos, admite su parcialidad –así el consumidor sabe que su responsabilidad es contrastar la información que recibe– que uno que intenta pasar por equilibrado cuando, en realidad, esconde sus verdaderas intenciones.

Yo prefiero un medio que critica al establishment que uno complaciente con el statu quo, sea en el sector público o en el privado.

Yo prefiero un medio que brinde espacio a poblaciones marginadas, como los indígenas y las minorías sexuales, y que toque temas que suelen considerarse tabú pese a su obvia presencia en la vida social del país, como el consumo de marihuana.

Yo prefiero que Suave un toque exista, y que existan muchas otras plataformas para que distintas perspectivas encuentren eco sobre sus inquietudes, pero es probable que el programa concluya su ciclo pronto: por cuestiones de presupuesto, su última edición está prevista para el 13 de diciembre. Ahora mismo, a través de sus redes sociales, buscan financiamiento con la colaboración de sus espectadores.

Critíquelo, ódielo o consúmalo con discreción. Suave un toque lo necesita a usted en cualquiera de esas posiciones –o en las tres–, tanto como nuestro país y nuestra democracia necesitan espacios como Suave un toque.

*Esta es una columna de opinión de la revista Teleguía, de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.