Esther Acebo, de ‘La casa de papel’: ‘Tenía una idea confundida de Costa Rica’

En entrevista con ‘La Nación’, la actriz española, quien interpreta a Estocolmo en la afamada producción de Netflix, asegura que descubrió un país muy diferente al que se imaginaba. Además, detalla cómo cambió su vida al estar en la icónica serie

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Costa Rica es un paraíso natural capaz de cautivar a cualquier extranjero, sin embargo, el país es más que playas y volcanes y eso no todos lo saben. Una de ellas es la actriz española Esther Acebo, quien visitó el país por primera vez, recientemente, y se sorprendió al descubrir que la capital no era precisamente “una cosa selvática” como quizá se la imaginó.

La afamada actriz, quien estuvo de visita en el país como parte de la apertura de la tienda Porcelanosa, afirma que ahora más que antes quiere regresar, pues descubrió una Costa Rica con gente amable y paisajes encantadores que simplemente la enamoraron.

En entrevista con La Nación, Acebo, conocida por interpretar en La casa de papel a Estocolmo, habló sobre su visita a Costa Rica y cómo el éxito de la serie de Netflix ha repercutido en su vida.

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¿Qué tal ha sido su primera experiencia en Costa Rica?

—Si te soy honesta, no me ha dado tiempo de ver casi nada, pero debo decir que más allá de la tienda de Porcelanosa, que es preciosa, me llevo de vuelta a España la sensación de hospitalidad abrumadora de la gente que he conocido. La gente es encantadora, es como cuando uno llega a un sitio y lo tratan muy bien y todo mundo está dispuesto a ayudar.

Debo decir que yo tenía una idea, a lo mejor idealizada o confundida de Costa Rica, porque todas las veces que yo he estado buscando viajes a su país ha sido para retiros de yoga o de bienestar y entonces pensaba en algo casi selvático y no me había planteado venir a la ciudad... entonces es verdad que me imaginaba como que Costa Rica era verde paradisíaca, pero si coges un coche y conduces una hora, te encuentras también la ciudad.

“Entonces esta es la primera vez que vengo a Costa Rica, pero puedo prometerte que no será la última”.

Lo cierto es que en Costa Rica, como en el resto del mundo, usted es una actriz conocida por su personaje de Estocolmo...

—Sí. No sé si parece verdad o mentira, pero real que en mi imaginario no cabía algo así. Es verdad que cuando empezamos a rodar la serie decía: ‘qué guión tan bueno, qué guay el personaje, que interesante’, pero yo no me imaginaba que le iba a dar la vuelta al mundo de esta manera.

“Me acuerdo que la serie se estrenó en Antena 3 e iba a ser una cosa autoconclusiva y bueno, la cambiaron de día y de hora, entonces de repente el primer episodio tuvo muchísima audiencia, pero luego hubo un momento que bajó, entonces era una cosa como que empezó ahí y terminó para nosotros. Pero de repente me acuerdo que me llamó mi representante y me dijo: ‘mira que Netflix ha contactado con la productora y quiere hacer otras temporadas’ y empezó el marketing, y ahí es cuando empezamos a ser un poco más conscientes de que esto ya no lo veía el país, sino el mundo entero.

“Nosotros estábamos a muerte en el proyecto desde el principio y hasta el final y concentrados en eso, pero sí que es verdad que esa exposición te llega y la percibes a través de las redes sociales, donde notas realmente cómo le ha dado la vuelta al mundo. Para mí eso fue un shock, porque yo venía de trabajar en proyectos más chiquititos, como en teatro, y de repente pues el hecho de venir a Costa Rica y que la gente me pregunte por mi personaje sigue siendo una cosa muy fuerte”.

¿Cambió su vida con este proyecto?

—Creo que en muchos aspectos sí y yo me siento muy agradecida, porque gracias a este éxito han podido llegar otros proyectos en otros países, ofertas de cosas que de otra manera nadie habría visto, o de estar en aperturas de tiendas como Porcelanosa aquí en Costa Rica. Sin embargo, creo que mi esencia sigue siendo un poco la misma. Solo me siento tremendamente agradecida porque he tenido una oportunidad laboral increíble.

Su vida cambió mucho a nivel laboral, pero a nivel personal, ¿la vida de Esther es diferente ahora?

Antes había una cosa mía que me parecía negativa, pero que creo que se revirtió y ahora es algo positivo: eso es que sigo siendo bastante persona, bastante humana... y no sé si llamarlo bastante normal, porque pues mi hermano te diría que muy normal no soy.

¿Ha sido difícil mantener los pies en la tierra?

Creo que es una cosa que hay que trabajar, porque al final esta es una profesión que es complicada, que tiene muchas olas, muchas subidas, muchas bajadas y creo que es importante estar muy bien rodeada y poner siempre los pies en tierra, tener claro que en los momentos que estás muy arriba hay que anclarse muy fuerte, y en los momentos que bajas hay que mantener la calma, tener fe y confiar y seguir trabajando porque esto es un oficio.

¿Es cansado que le pregunten, donde quiera que vaya, por La casa de papel?

—A lo mejor si me preguntan de esto dentro de algunos años igual digo: ‘ya, por favor, que no me pregunten más’. Sin embargo, yo entiendo que el mundo me ha puesto cara gracias al personaje de La casa de papel. Creo que si me enfadara sería como un poco absurdo de mi parte.

“Soy consciente de que he hecho otra serie y que la envergadura que ha tenido es menor y entiendo perfectamente que al final la gente me conoce por Estocolmo... y ojalá que sea bueno, un pequeño trampolín para poder seguir trabajando mucho en lo que me gusta, que es lo que me apasiona”.

¿Cómo asimila ese éxito?

—Creo que día a día, intentando mantener la esencia de cada uno y asumiendo las situaciones curiosas que a veces te llegan. No sé si habrá una clave para aceptar que de repente hayas participado en algo que sea un éxito en todo el mundo, porque si la hay yo no la conozco, pero si es verdad que hay momentos complicados y de vulnerabilidad. Antes, en mi inocencia, pensaba que las personas famosas eran muy poderosas pero cuando te ves en momentos que implican esa fama es diferente... yo me sentía muy vulnerable, sentía que no podía ser anónima.

“Yo soy muy vergonzosa, entonces de repente sentirme tan observada, me daba mucha vergüenza y mucho apuro. Pero hay que ser empático y entender que de repente alguien viene corriendo y te quiere preguntar acerca del personaje, porque a lo mejor esa persona lo ha vivido contigo desde su casa y para esa persona ha sido importante, ha sido especial, entonces también pienso: ‘bueno, pues no pasa nada’, o sea, también tengo la suerte -toco madera-, de que no estoy sufriendo lo de los haters y gente que me haga mal, sino es gente que con mucho cariño se me acerca para compartir la experiencia que ha vivido o preguntarme cosas, entonces intento llevarlo lo mejor posible”.

¿Cómo fue para usted interpretar a una mujer como Estocolmo, que precisamente termina sufriendo de ese síndrome durante la serie?

—Bueno, a mí hay una cosa que me ha dejado el personaje, que lo rescato siempre y es la valentía de ella, que muchas veces con todo ese aspecto frágil, me parecía que era muy valiente, al punto que yo decía: ‘es que yo personalmente no me atrevería a ser tan valiente de robar la pistola, de atreverme a enfrentarme con los malos, que al final han sido los queridos por todos’, y eso me lo he llevado un poco a mi vida.

“A veces da mucho... no lo voy a llamar miedo, pero sí mucho respeto, mucho vértigo, saber que eres parte de un proyecto que está mirando tanta gente. Entonces hay que hacer un ejercicio de valor y decir: ‘Yo voy a poner el alma, el cuerpo y la vida en cada secuencia que ruede’ y eso a mí me deja como muy tranquila. Va a haber gente a quien le guste y gente a quien no, pero eso está bien, es lógico, pero duermes muy tranquila”.

Para usted, ¿qué fue lo más fuerte de interpretar a Estocolmo?

—Yo creo que el hecho de que fue cambiando muchísimo y que se adaptó a vivir situaciones muy locas. Yo en mi casa a veces leía el guión y decía; ‘encierra a tal persona y hace tal cosa...’ y yo decía: ‘¿qué?’... ¿que va a hacer qué?; o sea, para mí realmente era como una lucha, pero al final era un ejercicio bonito porque yo decía: ‘yo jamás haría eso... pero ella sí'.

“También creo que adaptarme. Había secuencias muy complicadas porque al final estabas peleando por tu vida y eran de vida o muerte para ti o para alguien a quien tu querías y eso yo no lo he vivido en mi vida. Entonces era duro trabajarlo emocionalmente, o sea, era una serie que física y emocionalmente era muy demandante. Entonces llegabas a casa muchos días diciendo: ‘no puedo’. Era muy cansado”.