‘Las Chicas del Cable’: Cuatro amigas, un solo corazón

‘Las chicas del cable’ se convirtió este año en uno de los buques insignia de Netflix. La esperada segunda temporada del drama español llega de regalo navideño, el 25 de diciembre

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Dos días. Eso fue lo que nos tomó a mi esposa y a mí ver la primera temporada de Las chicas del cable. Lo que no lograron Breaking Bad o House of Cards sí lo pudo este sentimental drama español: obligarnos al bindge-watch compulsivo, dejando ir las horas de la madrugada sin pensar en un mañana, inmersos hasta la nariz en las tragedias de Lidia, Ángeles, Carlota y Marga.

Para explicar el inexplicable magnetismo que ejerce esta serie ambientada en la España de finales de los 1920 hay que irnos más atrás, específicamente al momento en que Netflix empezó a diversificar su oferta netamente estadounidense. A medida que el gigante del streaming extendió sus tentáculos por todos los continentes, su programación se abrió a títulos locales, venidos de los mercados más significativos, y con industrias audiovisuales ya sólidas. Está de más decir que los españoles tuvieron mucho para ofrecerle.

El tiempo entre costuras fue la primera gran serie española que impactó con fuerza a los suscriptores de Netflix en Latinoamérica, y especialmente a las mujeres. Si bien la compañía es hermética en revelar sus cifras de consumo y otros indicadores, las redes sociales y el boca en boca evidenciaron que aquella serie había enganchado a una amplia audiencia femenina que antes se había mostrado resistente a las producciones emblemáticas del catálogo original de Netflix.

Luego vendrían Velvet y Gran Hotel, ambas series creadas por la firma local Bambú Producciones y originalmente emitidas por Antena 3. Estos títulos se dispararon en popularidad dentro de Netflix, incluso más allá de los países hispanohablantes, y abrieron la puerta para que la compañía buscara a los de Bambú y empezaran a conversar.

Estrenada en abril del 2017, Las chicas del cable –primera serie original de Netflix producida en España– llegó con ocho episodios, dirigidos por Carlos Sedes y producidos por Ramón Campos y Teresa Fernández, los tres cerebros detrás de Velvet y Gran Hotel.


Club de cuatro

España, 1928. Cuatro mujeres de procedencias dispares coinciden como operadoras en una compañía telefónica fuertemente ligada a los círculos de poder empresariales y estatales. Son tiempos de cambios, de vertiginosos avances tecnológicos y conmoción política, pero más importante aún, es el momento en que estas mujeres entienden que pueden vivir sus vidas sin que otros les dicten cómo deben hacerlo.

El núcleo de Las chicas del cable lo conforman Lidia (Blanca Suárez); Ángeles (Maggie Civantos); Carlota (Ana Fernández), y Marga (Nadia de Santiago). Las probabilidades de que se entendieran eran improbables y aún así llegan a esta nueva temporada como un nudo de solidaridad.

Lidia en realidad se llama Alba y llegó a la telefónica bajo una identidad falsa, con la esperanza de dar el golpe que la alejará de su pasado criminal; Ángeles es la trabajadora perfecta, madre abnegada y esposa sumisa a la que su marido aterroriza y vapulea; Carlota es la niña de bien que trata sin éxito de emanciparse del conservador y machista patriarcado hogareño, y Marga es la ingenua venida del campo que de golpe debe adaptarse al ritmo frenético de la sociedad urbana.

Las circunstancias terminan por aliar a las cuatro protagonistas, aún a pesar de la desconfianza y las verdades a medias. Los hombres en sus vidas no ayudan mucho, pues la mayoría son infieles o, en el mejor de los casos, bastante enredados. Y claro, está el esposo de Ángeles, que califica como un completo gusano.

La primera temporada de la serie terminó justo en el cambio de año entre 1928 y 1929, con la explosión del triángulo amoroso entre Lidia/Alba, y los cuñados Francisco (Yon González), y Carlos (Martiño Rivas). Según ha mostrado Netflix en los avances, los nuevos capítulos arrancarán a partir de ese punto.

También se ha dejado ver que las cuatro amigas se desharán juntas de un cadáver y que prometerán protegerse con el silencio de todas. La identidad del muerto no ha sido revelada aún, aunque está de más decir que la fanaticada pide por aclamación la cabeza del maldito Mario (Sergio Mur), el cobarde y abusivo marido de Ángeles.

Marga deberá por su lado defender con uñas y dientes su relación con el simpático pero torpe Pablo (Nico Romero), luego de que apareciera en sus vidas la prometida que él dejó olvidada en su pueblo, años atrás. Esta disputa promete ser la cuota de humor en medio de tanta desgracia.

Después de Stranger Things, el de Las chicas del cable es posiblemente el regreso más anticipado de una serie en Netflix (para mis efectos, por lo menos). Vamos, con todo gusto, a ponernos de nuevo en manos de las jóvenes telefonistas y sus sentimientos en conflicto.