Videojuegos de rol alteran noción del dolor humano

A participantes de juegos inmersivos también les cuesta detectar el dolor ajeno

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Jugar a ser otro, dejar que la adrenalina suba con cada nivel superado, y pensar y sentir como el avatar de un videojuego puede ser muy estimulante para un “gamer”.

Sin embargo, un estudio publicado ayer, alerta que esa fusión puede alterar la noción de la realidad y algunas funciones básicas del jugador.

La investigación de Ulrich Weger, de la Universidad de Witten/Herdecke, en Alemania, y Stephen Loughnan, de la Universidad de Melbourne, en Australia, aparece en la revista Psychonomic Bulletin & Review .

Tres experimentos fueron hechos tras jugar videojuegos inmersivos en los que los usuarios se identificaban y asumían el rol de personajes no humanos (que, por lo general, tienen características mecánicas, rigidez y falta de emoción).

En el primer caso, se consultó a 39 participantes la cantidad de horas invertidas a la semana en jugar videojuegos (cerca de 9,6 horas).

Ese dato se correlacionó con su tolerancia al dolor, pues les pidieron que sacaran la mayor cantidad de clips que podían de un recipiente lleno de agua enfriada con hielo. Los jugadores más activos reconocieron haber sentido menos dolor.

En un segundo experimento, se pidió a 49 sujetos que se dedicaran, unos a jugar un videojuego no inmersivo, mientras que los demás lo hicieron con uno de inmersión, en el que debían moverse y actuar a través de los ojos de un avatar robótico. Esto durante siete minutos.

Posteriormente, hicieron el mismo ejercicio con los clips y, de forma adicional, se les presentaron cinco fotos de personas mostrando varios niveles de dolor y desagrado.

Tanto en el dolor propio como en el ajeno, quienes jugaron los videojuegos inmersivos mostraron una reducción de sensibilidad al dolor.

El tercer experimento estuvo enfocado en determinar si los usuarios adquirían mayor destreza manual al jugar videojuegos de rol. De nuevo, una parte de los participantes se enfocó en un videojuego de rompecabezas y los demás en uno inmersivo.

En el último experimento, se utilizaron 16 individuos y, en esta ocasión, no se usó agua sino papel toalla arrugado para que los clips fueran difíciles de ubicar.

Como resultado, encontraron que no había mayor diferencia en la destreza manual entre jugadores.

El investigador Weger aseguró que la frontera entre humanos y máquinas cada vez está más difusa y que por eso hay que trabajar la conciencia de lo que realmente significa ser humano.

“ Hay que hacer un uso sabio de aplicaciones beneficiosas en áreas como la inteligencia robótica y artificial (...) en lugar de ser esclavizados por ellos”, dijo.

Pero existen otros estudios que aseguran que los videojuegos de rol pueden animar a niños a alimentarse sanamente y a adultos mayores a mantener funciones cerebrales, por ejemplo.