Throwflame, conocida por su innovación en tecnología de lanzallamas, recientemente introdujo el Thermonator, un perro robot equipado con un lanzallamas, que destaca por su disponibilidad para el público general en los Estados Unidos. Este dispositivo se basa en una plataforma desarrollada por Boston Dynamics y ofrece características específicas de movilidad y funcionalidad pirotécnica.
El Thermonator está a la venta por $9,420, con envío gratuito dentro de los Estados Unidos. Su precio y disponibilidad lo hacen accesible para un público amplio, lo que plantea preguntas importantes sobre la seguridad y la regulación de este tipo de tecnología avanzada.
Capacidades y usos del Thermonator
El Thermonator está equipado con sistemas de detección de obstáculos como LiDAR (por sus siglas en inglés), tiene una autonomía de una hora y puede de ser operado remotamente. Cuenta con wifi, Bluetooth, GPS y una cámara integrada.
Además, este robot puede ejecutar tareas en una variedad de entornos. Su lanzallamas tiene un alcance de hasta 9 metros y puede ser alimentado tanto por nafta como por diésel. Las aplicaciones sugeridas por Throwflame incluyen la remoción de nieve y hielo, la quema controlada de pastizales, y como una herramienta de entretenimiento en eventos al aire libre.
Estos perros robot ya se han visto portando armas de fuego en el lomo, nadando junto a policías y otros elementos; de hecho, su función inicial, cuando los creó Boston Dynamics en 1999 a pedido del Ejército estadounidense, era la de ser una mula de carga para el equipamiento de los soldados.
La capacidad de adquirir un robot con tales características plantea consideraciones éticas y de seguridad significativas. Aunque se promociona para usos prácticos y recreativos, la posesión y operación de un dispositivo con potencial pirotécnico por parte de particulares lleva inherentes riesgos de seguridad y responsabilidad.
Antecedente de los lanzallamas
Hace más de 120 años, durante la Primera Guerra Mundial, el alemán Richard Fiedler le mostró al Ejército alemán los primeros prototipos de su lanzallamas. Ese dispositivo, en 1901, se inspiraba en ideas al menos desde la época de los griegos y el Imperio Romano, cuando comenzaron a circular los combustibles líquidos, que combinados con la habilidad de encender fuegos a voluntad, se transformaron en un arma letal.
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