Dispositivos médicos de bajo costo cobran vida en el laboratorio estadounidense Little Devices del MIT

José Goméz Márquez, director de esta institución visitó Costa Rica y habló de las novedades que se trabajan en ese lugar, entre ellas las pruebas AMPLI, que pueden armarse y detectar zika, dengue y algunos bioindicadores de cáncer.

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Cuando José Gómez Márquez decidió qué tipo de perfil en ciencia quería escoger pensó en fabricar “cosas que pudiera sostener en la mano y que mi mamá pudiera entender” contó a La Nación.

El director del Little Devices Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Cambridge, Estados Unidos, encontró que en la biomedicina y en el tipo de aparatos (dispositivos médicos) que se pueden crear para ella eran “algo que yo podía sostener en la mano y enseñárselo a alguien” y a eso se ha dedicado en los últimos años.

El hondureño visitó el país para impartir la conferencia anual de la Fundación Omar Dengo (FOD) y contó cómo, el laboratorio donde trabaja, se dedica a democratizar herramientas de creación médica, con la idea de permitir que los pacientes y proveedores de salud creen sus propios dispositivos. También impartió un taller a costarricenses interesados.

Gómez Márquez quiso ser parte de la solución a las necesidades que enfrenta el personal médico en países en vías de desarrollo. Deben resolver situaciones complejas con los dispositivos que tienen a la mano. “Siempre hay necesidades grandes y terminamos haciendo proyectos de esa índole, donde hay diferencias en acceso”.

El Laboratorio empezó probando, pues lo más valioso en ese espacio es el prototipado rápido, no tanto la planeación.

“Hace cuatro años terminamos un proyecto con enfermeras en Estados Unidos, al hacerles un análisis a las enfermeras, que creaban cosas de esa misma manera (con prototipado), les preguntabas qué hicieron y te podían describir el aparato fabricado con una riqueza de materiales y herramientas”, recordó.

Esto se contrapone, según el hondureño, a la respuesta que se puede recibir de un ingeniero o diseñador, pues “no describen con tanta diversidad, porque ellos tradicionalmente ya tienen un libro de reglas escritas”.

Existe la idea de que las innovación en medicina la hacen otros, sin embargo, la historia cuenta algo diferente.

"Las innovaciones siempre las ha hecho el personal clínico. Esas historias no están siendo contadas, nosotros las contamos, exploramos y fomentamos, porque creemos que el rol del sistema sanitario y de la persona que da apoyo sanitario también debe producir estos insumos, no solo debe apuntar a los retos”, comentó Gómez Márquez.

Algunas de las soluciones innovadoras en las que han trabajado desde su laboratorio son las pruebas AMPLI, capaces de detectar zika, dengue y condiciones de glucosa e inclusive algunos biomarcadores de cáncer. Estos se basan en la idea de armar, como los juegos de bloques con los que juegan los niños.

Esto permite que laboratorios en zonas en vías de desarrollo puedan fabricar de forma rápida sus propias pruebas.

"La electrónica democratizó la fabricación al adoptar placas de prueba. La bioquímica no tenía una placa de pruebas, así que hicimos una”, asegura el Laboratorio del MIT en su página web.

La idea de esta prueba es bajar la barrera que puede implicar fabricar un prototipo, y “uno de los vehículos que hemos visto es la creación de juegos de construcción, pues con ellos te prefabricamos ciertas partes, pero tú todavía tienes una habilidad de agregar una variabilidad a ese diseño”, comentó Gómez Márquez.

Según el experto del MIT pensaron en hacer sistemas reconfigurables, para brindar no la solución final, sino una posibilidad de soluciones, en la que la persona es dueña de la trayectoria al diseño final.

Las AMPLI son pruebas mediadas por nanopartículas que utilizan membranas comerciales. Sin embargo Gómez explicó que el reto “es que alguien nos llame y nos diga yo lo usé para esto y yo no me lo esperaba, AMPLI es una gama de herramientas que se pueden usar para muchas cosas”.

La reacción ante estas pruebas es diversa, el hondureño relató que tradicionalmente en salud pública, la gente que hace epidemiología le tiene miedo a nuevos productos o técnicas en general. “Ellos lo que quieren ver es una técnica de 10 años. Eso no solo pasa con nuestros sistemas, sino que también con otros”, dijo.

Pero también han encontrado doctores y enfermeras a quienes les entusiasman las ideas del MIT y quieren colaborar.

De igual manera, se han topado con que hay personas que están más acostumbradas a consumir tecnología y no a producir tecnología, entonces su reacción inmediata es ¿y esto cómo se compara con lo otro?

Trabajo conjunto

Gómez Márquez comentó que tuvo oportunidad de conocer la Fundación Omar Dengo en Cambridge y les interesó entrar en contacto con ella pues, en el laboratorio donde trabaja este experto del MIT han estado desarrollando sistemas de robótica de bajo costo, donde utilizan la biología y bioquímica para programar en vez de la mecatrónica tradicional.

“Vimos un interés común de la FOD de ver cómo podemos democratizar estos procesos de automatización para educar a los estudiantes en pensamiento computacional, no es programación, es sobre cómo en tu vida cotidiana y en tus labores de trabajo puedes utilizar esta lógica y perspectiva de programación para solucionar problemas de diario.

“El código, la programación en sí es que le preguntas a alguien cómo estructuras un ensayo, ya si lo escribes en español, finlandés ya eso es carpintería, pero vemos una oportunidad en el país, para formar a profesionales en educación, para que puedan enseñarle a los estudiantes en estas nuevas técnicas de tecnologías transparentes”, concluyó Gómez Márquez.