Bioplástico y el robot Centauro: recorrido por el Instituto Italiano de Tecnología en Génova

Nuevos materiales y avances tecnológicos destacan entre los proyectos de este instituto europeo que abrió sus puertas a ‘La Nación’, este viernes 5 de julio.

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Génova, Italia. Materiales inteligentes como bioplástico, creado a partir de desechos de vegetales, espumas hidrofóbicas (que repelen agua), robots capaces de levantar objetos pesados y aplicaciones novedosas del grafeno (conjunto de partículas de carbono), son tan solo algunas de las novedades que se gestan en el Instituto Italiano de Tecnología, cuya sede principal se encuentra en Génova, Italia.

En una visita de siete horas, periodistas de naciones como Suiza, Egipto, Canadá, Estados Unidos, India, Benín, Panamá y Costa Rica, descubrieron de la mano de renombrados científicos italianos y del mundo, las innovaciones en las que trabaja el IIT, como también se le conoce a ese centro.

La oportunidad de ir puertas adentro de esta institución se dio en el marco de la Conferencia Mundial de Periodistas Científicos, con sede en Lausana, Suiza, celebrada entre el lunes 1 y el 5 de julio y de la que La Nación formó parte.

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A este instituto italiano, se le podría considerar homólogo del Centro Nacional de Alta Tecnología (CeNaT), pues tal y como sucede en Costa Rica aloja diversos laboratorios concentrados en diferentes áreas. En este caso específico abordan investigaciones en cuatro grandes campos: robótica, nanomateriales, tecnología para la vida y ciencias computacionales.

En dicha institución donde trabajan unas 1.600 personas, con una edad promedio de 35 años, el 42 % de las investigadoras son mujeres.

Precisamente una de ellas, Despina Fragouli fue la primera en abrir las puertas del Laboratorio de Materiales Inteligentes. Esta Física graduada de la Universidad de Creta, en Grecia explicó que la especialidad del laboratorio son los polímeros o plásticos, “la idea es usarlos y modificarlos con el objetivo de hacerlos funcionales y darles diferentes aplicaciones”.

Una de las ramas que han explorado son los plásticos creados a base de desechos naturales, con la idea de no tener que usar más aquellos que provienen de una base de petróleo. Aunque también abordan otras áreas como empaque de alimentos, saneamiento de aguas y materiales súper hidrofóbicos.

Uno de los más promisorios es el uso de residuos de la agricultura, por ejemplo, han investigado el bioplástico basado en desechos de cocoa, que según Fragouli cuenta con propiedades antioxidantes, las cuales los vuelven aptos para su uso en el empaque de comida, aunque han explorado con otros materiales, como la cúrcuma.

“También podemos desarrollar materiales que nos puedan indicar si la comida dentro de un empaque está estropeada o no, colocando indicadores inteligentes de cambio de color, para ir más allá de la fecha de caducidad de los alimentos, que no es tan objetiva porque hay otros factores que pueden influir en la descomposición como el almacenamiento o la temperatura ”, dijo la investigadora.

En el laboratorio, trabajan de la mano con el mercado local, pues ellos les facilitan los desechos de los alimentos y una vez que los científicos crean el bioplástico, se lo devuelven ya moldeado, y se puede utilizar para almacenar las frutas o vegetales.

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Asimismo, demostró cómo en su laboratorio pueden trabajar a partir de materiales ya existentes y transformar sus características, por ejemplo, para lograr el saneamiento de aguas, y así revertir el proceso de contaminación de esta.

“Estamos haciendo diferentes acercamientos al tema, como materiales que pueden separar el agua del aceite. También desarrollamos otros materiales que remueven del agua de contaminantes orgánicos, como medicamentos, antibióticos o pesticidas”, aclaró.

Asimismo, Fragouli explicó que tienen la capacidad de lograr que una espuma sea súper hidrofóbica, es decir, que no permita que penetre el agua en ella, pero sí el aceite.

Centauro

Además de los materiales inteligentes, la robótica es uno de los principales fuertes del Instituto Italiano de Tecnología, y entre los proyectos que destacan se encuentra Centauro, un robot que como su nombre lo indica tiene una base de cuatro patas y una parte superior antropomorfa.

Aunque es coordinado por Nikolaos Tsagarakis, durante la visita fue Arturo Laurenzi el encargado de explicar a los visitantes en qué consiste el proyecto.

El robot está construido con partes de titanio y otros metales, así como con piezas plásticas impresas en 3D, las que lo hacen lo suficientemente fuerte para tener una locomoción robusta y capaz de levantar hasta 10 kg.

Asimismo, tiene una capacidad de alta resistencia, lo cual lo convierte en un candidato perfecto para labores de rescate, en zonas de desastre.

Laurenzi comentó que este es el primer prototipo que se construye y que están por comenzar a construir el siguiente. También mencionó que la de Centauro, es una plataforma costosa en términos de dinero.

“Centauro es muy flexible, lo que también lo hace difícil de manejar. Lograr la locomoción en términos de un humanoide (como Centauro) es muy difícil y muy retador. No veo el despliegue de la plataforma en el mundo real, en los próximos cinco años”, explicó Laurenzi.

Combinando materiales

Sin embargo, no solo el tema de la robótica resulta novedoso en el Instituto Italiano de Tecnología. La institución también cuentan con un laboratorio dedicado a la investigación en el campo del grafeno, y el encargado de dirigir esta iniciativa es Vittorio Pellegrini, quien explicó cuál es la importancia de trabajar con este material

“El grafeno es un conjunto de partículas de carbono, es el material más delgado en la Tierra (el grafeno se obtiene a partir del grafito). El grafito es el libro y el grafeno es una página, pero extraer la página del libro no es tan simple como parece, es un gran desafío y queremos hacerlo en un nivel industrial, ahora es posible”, aseguró el científico.

Este laboratorio busca tomar materiales bidemensionales como el grafeno, mezclarlos con otros y generar productos nuevos que tengan las características y propiedades de los dos.

Uno de los ejemplos mostrados por este investigador fue una plantilla para zapatos, cuyos materiales mezclados con grafeno no se degradan o hunden tan rápido por el impacto del peso de la persona. Además, este material incorporado en la plantilla evita que esta se caliente, haciendo así más placentera la experiencia de calzar ese zapato.