Tecnología permite a jóvenes soñar y vencer la adversidad

El contacto con la informática y la robótica fomentó su vocación tecnológica

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No hay dificultad que le gane al deseo de aprender.

Así lo confirman las historias de Israel Solano, de 18 años; Alonso Valverde, de 26, y Elvis Ruiz, de 25. Los tres encontraron en la tecnología una inspiración para vencer obstáculos.

“Me gusta la robótica porque uno puede experimentar, no importa si se equivoca”, contó por ejemplo, Israel Solano, vecino de Zapote.

El joven se sentía desmotivado, pues intentó estudiar mecánica en una institución nacional y, según él, lo rechazaron por su discapacidad cognitiva y su necesidad de adecuación.

Sin embargo, su mamá buscó unos cursos de robótica inclusiva en la Fundación Omar Dengo (FOD) y, aunque al principio, vieron lejana la posibilidad pagarlos, Israel logró su cometido.

Para alcanzar su sueño, el muchacho comenzó a hacer artesanías con botellas y discos compactos, que decoró con cerámica fría y paisajes o dibujos. También hizo “mandados” y jardines a los vecinos , hasta que logró reunir el dinero para tomar más cursos”, recordó.

El esfuerzo de este muchacho también fue recompensando por la FOD, que le otorgó una beca total para que siga aprendiendo.

“Uno puede crear cualquier cosa, y tal vez ese robot que usted hizo, no se había creado antes. Es un mundo que aún está en estudio. A mí me fascina la robótica porque yo me concentro totalmente”, manifestó Israel.

Su anhelo es seguir especializándose, en el futuro desempeñarse en este campo, y hasta crear una empresa o fundación que brinde a otros oportunidades como las que a él le han dado.

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Esfuerzo. Otro joven que ha visto transformada su vida a través de la robótica y la informática es Alonso Valverde, vecino de Grecia. “Cuando estaba en el colegio, nosotros éramos de escasos recursos. Yo ni computadora tenía y no me llamaba la atención la informática”, aseguró.

Sin embargo, en el 2003 conoció la robótica en su centro educativo, por medio de los cursos de la FOD. Ahí se comenzó a interesar por este campo.

En su etapa colegial, él y su hermano ayudaban a su mamá a fabricar mechas, un producto que los ebanistas utilizan para barnizar muebles, o los mecánicos usan para limpiarse las manos, según explicó.

De su venta salía el dinero que daba sustento a su familia y así él podía ir al colegio.

“Muchas veces, el profesor que nos daba el curso (de robótica) se quedaba conmigo después de clases y hasta me iba a dejar a la casa, a las 10, 11 de la noche. Nos quedábamos tratando de terminar un proyecto, porque tampoco es tan fácil”, recordó Valverde.

Ahora, el muchacho estudia Ingeniería en Sistemas, y cuenta con dos trabajos. Se dedica a la programación. “Lo mismo que hacíamos antes al programar una estructura, un robot”, dijo.

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Líder. Por su parte, Elvis Ruiz, de 25 años y vecino de Los Ángeles de Sarapiquí, recordó su asombro, cuando, cinco años atrás, las computadoras llegaron a su colegio, el Liceo Rural de la Unión del Toro.

“Nunca tuve acceso a la tecnología, por la escasez y por lo aislado de la zona (donde vivía)”, aseguró el ahora universitario.

Elvis ingresó a la secundaria en el 2011 y, aunque el centro educativo quedaba a 13 kilómetros de su hogar, aprovechó los cursos que allí impartían el Ministerio de Educación Pública y la FOD.

Incluso, se convirtió en un Tecnolíder, lo que influyó en su decisión de estudiar Informática Empresarial en la Universidad de Costa Rica (UCR).

“Fue gracias al proyecto Tecnorem@, que Elvis comenzó a sobresalir, a dejar esa timidez y a convertirse en un líder”, aseguró Rosa Ortega, asesora del Programa Nacional de Informática Educativa (Pronie MEP FOD) en un video de la FOD.