Últimos tres años marcan mayores cambios en el coloso

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Los últimos tres años han marcado grandes cambios en el volcán Turrialba, evidenciados en las aperturas de dos bocas fumarólicas en el cráter oeste.

Desde mayo de 1996, el segundo volcán más alto del país mostró un aumento en su actividad, principalmente en los eventos sísmicos y la desgasificación.

Así lo explicó el vulcanólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), Javier Pacheco, quien señaló que, desde el 2007, estos cambios fueron más notorios, momento en el que se formó la pluma de dos kilómetros de altura.

Según el Ovsicori, todas esas señales podrían ser precursoras de un nuevo proceso eruptivo.

María Martínez, vulcanóloga de Ovsicori, indicó que ha habido importantes enjambres sísmicos en el 2001, 2003 al 2005 y el 2007, acompañados de actividad fumarólica y gases magmáticos.

Entre el 5 y 6 de enero del 2010, hubo una explosión freática que causó la apertura de la llamada “Boca 2010” en la pared interior oeste del cráter oeste, con emisión de ceniza no juvenil; es decir, de procesos eruptivos anteriores.

Posteriormente, el 14 de enero del 2011 se registró una emisión de un pequeño volumen de ceniza antigua, y se formó un pequeño boquete a principios de la época lluviosa, en mayo.

El último evento considerable tuvo lugar el 12 de enero del 2012, cuando ocurrió la apertura de la “Boca 2012” en el flanco sureste del cráter oeste, con emisión de ceniza no juvenil.

Pacheco sostiene que, desde el 2012, la desgasificación y la actividad sísmica en el volcán Turrialba han estado disminuyendo.

Sin embargo, hacia finales de abril de este año hubo un incremento en la actividad sísmica.

Según explicó, entre enero y marzo pasados se registraban menos de diez sismos diarios, pero el 19 de abril los eventos subieron a 150 sismos diarios, muy distinto a lo ocurrido el año pasado.

Durante el 2012 hubo sismos híbridos, que son producto del rompimiento de rocas muy superficiales, principalmente dentro del sistema hidrotermal.

No obstante, a finales de abril de este año, los sismos fueron de baja frecuencia; es decir, más profundos, que significa un movimiento de fluidos magmáticos hacia el sistema hidrotermal.

De este tipo de actividad más constante y profunda se llegaron a registrar 200 sismos diarios hasta inicios de este mes.

Tras el evento de ayer, la actividad en el volcán fue normal: no hubo mayor exhalación de gases (cerca de 500 toneladas diarias), ni aumentó la sismicidad.