Temblor deja secuelas en iglesia colonial y aleja el mar

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Nicoya. La fuerte sacudida de ayer a las 8:42 a. m. dejó los daños más impactantes en la iglesia colonial, donde aún se celebran misas, aunque también afectó otros inmuebles.

Aparte de ello, a la gente le llamó la atención que el mar se alejara unos cuatro metros de la línea costera en Sámara, aunque no hubo explicación para el fenómeno.

A estos hechos hay que sumar los daños estructurales en edificios como el de Coopealianza, la Municipalidad de Nicoya, las oficinas administrativas de la CCSS y la caída de artículos en decenas de negocios, así como la declaratoria de inhabitables para tres viviendas, al menos.

El temor que invadió durante las primeras horas del día a los pobladores de este cantón comenzó a disminuir en la tarde, cuando decenas de negocios reabrieron las puertas y mucha gente volvió a sus actividades.

Empero, el temblor obligó ayer a suspender las clases en escuelas y colegios, que el Hospital La Anexión pospusiera citas, que los Tribunales Justicia no realizaran juicios y que los bancos no abrieran sus puertas durante el día. En Nicoya había mucha agitación y nerviosismo pues la gente temía algo gravísimo, pero, conforme pasaban las horas, se determinó que los puentes, edificios públicos y casas resistieron el fuerte sismo.

Daño a la historia. La caída de repellos y piedras usadas en la construcción original, más fisuras, parecían los daños más evidentes en la iglesia colonial de Nicoya, que se terminó de construir en 1644.

Fue un golpe a una reliquia histórica y ayer mantenía consternados a los pobladores. El cura párroco de Nicoya, Marvin Sánchez Benavides, explicó que se cayó el repello que colocaron luego del sismo del 5 de octubre de 1950.

Los efectos se notaban en el presbiterio, la capilla del Santísimo, la sacristía y el campanario.

“Estamos esperando que venga personal de la Comisión Nacional de Emergencias y nos diga qué se debe hacer. Mientras tanto, permanecerá cerrada”, dijo el cura.

Marvin Sánchez comentó que los daños no fueron tan grandes ante la intensidad del terremoto. “Estaba en la casa cural y costaba permanecer en pie”, manifestó.

Otras personas, como el taxista Ignacio Rodríguez Vega, dijo que estaba en el Mercado de Nicoya y escuchó cómo la gente gritaba y lloraba mientras corría.

Johnny Loría, administrador de almacén El Líder, en Nicoya, contó que era difícil mantenerse en pie. “Pensé que era como un viento fuerte, pero cuando comenzó a moverse se escuchó un ruido muy fuerte, como que la tierra se estaba hundiendo”, narró.

A la enfermera Hannia Barrantes se le subió la presión cuando estaba en el Hospital La Anexión. “El paciente que estaba atendiendo me cayó encima”, contó.