Trasiego de armas de guerra abastece al narco en Costa Rica

Autoridades preocupadas por el ingreso de armas nuevas con gran poder de destrucción; subdirector del OIJ explica que ingresan desde el norte. EE. UU. coopera en investigaciones para tratar de frenar flujo ilegal

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Fusiles que disparan hasta 600 balas por minuto están en manos de asesinos y narcotraficantes en todo el país. Estas armas no solo son símbolo de poder entre los criminales, sino las responsables de decenas o cientos de muertes por año.

Las armas de asalto, diseñadas para el combate en guerra y con una alta capacidad de fuego, a menudo se utilizan en sicariatos y constituyen una amenaza para la población inocente. Ese fue el caso de Samuel, un niño de apenas 8 años, víctima de una bala de AK-47 disparada en una disputa entre grupos rivales en Zapote, en febrero anterior.

Hasta hace un tiempo, una de las principales premisas era que las armas AK-47, mini UZI y M16 que entraban a Costa Rica eran viejas y que provenían de Suramérica, especialmente de Colombia, luego del desarme de guerrillas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Sin embargo, las autoridades han detectado cada vez más armamento nuevo o en muy buenas condiciones, lo que hace presumir que se están fortaleciendo otros canales ilegales de tráfico de norte a sur en el continente.

Esta realidad quedó plasmada semanas atrás, cuando las autoridades de la Fuerza Pública en Heredia decomisaron un arsenal compuesto por 32 armas dentro de una casa de habitación. Entre estas armas, destacaban dos fusiles M-16, tres AR-15, tres Ak-47, un Galil, un MP5, cinco granadas de fragmentación, 12 pistolas y un lanzagranadas.

Unos días antes, en Paraíso de Cartago, otro hombre procedente de Limón fue ultimado por un grupo de personas que portaban fusiles de asalto. En este último incidente, una persona inocente resultó herida.

Michael Soto, subdirector interino del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), explicó al diario La Nación una hipótesis sobre cómo se da la presencia de estas armas y su trasiego.

“El tema de las armas involucra municiones de 5.56 mm, que es una plataforma de AR-15 de fabricación estadounidense. Algunas de estas armas están en muy buenas condiciones, lo que sugiere que deben estar nuevas y no ingresan de manera lícita al país, ya que se hacen las consultas y no han ingresado de forma legal”, explicó el funcionario.

Soto explicó que estas armas ingresan por el norte del país y, en algunas ocasiones, se utilizan como método de pago por las estructuras criminales en el norte del continente a cambio de la droga proveniente del sur. El jerarca descarta que este arsenal venga de las FARC, pues las unidades están en muy buenas condiciones.

“Vienen en embarcaciones del narcotráfico o probablemente hay una ruta ilegal para su ingreso. Cuando hablamos de las guerrillas, normalmente esas armas están enterradas por mucho tiempo y presentan un deterioro. Si están en uso en selvas, el arma presenta un deterioro importante; sin embargo, estas (últimas decomisadas) están en buenas condiciones, lo que nos hace presumir que las utilizan los cárteles y las intercambian por drogas”, acotó Soto.

Según el subdirector de la Policía Judicial, este fenómeno no solo ocurre en el país, sino que en el resto de Centroamérica también se presenta, especialmente con las armas que utilizan municiones de 5.56 mm.

“Es un arma que pesa cerca de tres kilos, es versátil, tiene una alta capacidad de fuego y un alcance efectivo de disparo de 1.000 a 1.500 metros, con una tasa de 600 tiros por minuto. Es el arma con la cual los Estados Unidos querían competir con la AK-47, y no lograron superarla”, señaló Soto.

Parte de las armas que más se están decomisando en Costa Rica son las M-16, de fabricación estadounidense; así como el Uzi de fabricación israelí, las AK-47 de fabricación soviética y el MP5 de fabricación alemana.

Randall Zúñiga, director de la Policía Judicial, agregó que este armamento, se comercializa en unos $4.000 por fusil (¢2,1 millones). Reconoció que desde el sur ha sido poco lo detectado en lanchas con drogas, por lo que la principal forma de ingreso es por tierra.

Cooperación estadounidense

Cinthia Telles, embajadora de los Estados Unidos en Costa Rica, manifestó a La Nación que las autoridades de su país buscan entender cómo ingresan estas armas al territorio costarricense.

La diplomática calificó como “muy preocupante” este tráfico, aunque de momento, dijo, no puede referirse a cómo y por dónde han ingresado. Sin embargo, aseguró que están trabajando en busca de soluciones a través de los programas de seguridad de los Estados Unidos.

“Estamos trabajando con el Gobierno de Costa Rica, pero también con la Embajada y las diferentes secciones de la Embajada, incluyendo la Oficina Internacional de Asistencia Antinarcóticos y Cumplimiento de la Ley (INL) y la Administración de Control de Drogas (DEA). Estamos tratando de entender cómo están ingresando estas armas y qué se puede hacer para detenerlo, porque no puede seguir así”, señaló la embajadora.

Se consultó a Telles si una de las causas del ingreso de estas armas al país podría ser su fácil acceso en diferentes estados de los Estados Unidos. Por ejemplo, la Ley de Control de Armas (GCA) de ese país estableció que la edad mínima para comprar armas largas, como escopetas y rifles, es de 18 años, y para adquirir armas de grueso calibre es de 21 años.

El vendedor de estas armas solo tiene que verificar los antecedentes del comprador en el Sistema Nacional de Verificación Instantánea de Antecedentes Penales (NICS por sus siglas en inglés).

“Posiblemente sea un factor”, comentó Telles. “No estoy muy segura, porque son muchos factores que se complican aquí, incluyendo el narcotráfico, ya que ellos saben exactamente cómo traer armas y esas cosas al país. Entonces, estamos viendo eso con mucho cuidado para ver qué se puede hacer y cómo apoyar en este tema”.

Poder de destrucción

Minor Araya, exjefe del antiguo grupo táctico Servicio Policial de Intervención Inmediata (SPII) del OIJ, habló con La Nación sobre estas armas y advirtió sobre su poder de destrucción y su peligrosidad en manos de personas que no tienen conocimiento de estas armas.

“Recuerdo haber visto solamente a dos gatilleros que utilizaron correctamente ese tipo de armas, y fue en 2017 en Escazú, que, de hecho, nunca los encontraron. Los gatilleros de aquí, en su mayoría, simplemente llegan, cargan y actúan de manera abrupta”, comentó Araya.

El exfuncionario también detalló que, debido a las características de las municiones, estas armas son letales, ya que “son puntiagudas y su velocidad da lugar a fenómenos de heridas bastante peculiares”. En México y los Estados Unidos, estas balas son conocidas como “mata policías” debido a su capacidad para atravesar ciertos chalecos antibalas.

“En general, los chalecos que usamos resisten impactos de casi cualquier pistola, pero, en lo que respecta a pistolas, incluso dependiendo de la distancia, pueden resistir los impactos de una Mini Uzi o una MP5. Sin embargo, una bala de 5.7 puede herir a un policía, por eso le pusieron el apodo de ‘matapolicias’. Ya se han encontrado estas municiones en el país, no es algo nuevo”, concluyó Araya.