Tico envió cinco víboras por correo aéreo a Venezuela

Una serpiente murió y las otras cuatro sufren de deshidratación

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Un costarricense envió cinco serpientes venenosas por medio de un servicio de courier aéreo hacia Venezuela.

Las serpientes bocaracás ( Bothriechis schelegelii ) iban dentro de cuatro pares de calcetines de hombre, de color negro, ubicadas en los forros de un suéter de cuero que estaba dentro de dos bolsas plásticas.

El courier es el servicio que da una empresa dedicada a entregar mensajes, paquetería y correo con correspondencia o documentos vía terrestre o aérea.

Entre los reptiles, había dos amarillas, conocidas como oropel, y tres de coloración verdosa veteada con rojo y otros colores. Estas culebras son venenosas.

Funcionarios del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), rescataron a las serpientes el 11 de julio pasado.

El hallazgo se produjo luego de que una empresa de envíos en Heredia, llamó al Área de Conservación Cordillera Volcánica Central para que examinara un embarque que les pareció sospechoso, pues el colmillo de una de las serpientes punzó el dedo de una empleada.

Jorge Hernández, coordinador del programa de Manejo y Conservación, dijo que una de las serpientes estaba muerta y las otras cuatro iban en condiciones regulares.

“Ya sea por desconocimiento o por temor, el personal del courier introdujo el suéter dentro de dos bolsas plásticas, con sellos ahorcadores, lo cual puso aún en mayor peligro a las serpientes al elevarse la temperatura y por la ausencia de oxígeno. Por suerte, llegamos a buen tiempo”, manifestó el funcionario.

Hernández agregó que esa especie de serpientes es utilizada en el Instituto Clodomiro Picado para producir el suero antiofídico y, también, es común hallarla en todos los serpentarios del país para exhibición por su gran belleza.

“Se comercia a nivel internacional y puede llegar a valer alrededor de $100 cada una, hay otras especies o variedades que sí pueden valer entre $500 y $1.000”, dijo Hernández en referencia al tráfico ilegal.

Destino. Las cuatro serpientes sobrevivientes fueron entregadas en depósito administrativo temporal a un centro de manejo inscrito al Minae, el cual cuenta con los conocimientos, instalaciones y recursos para recuperar este tipo de animales, dado que las serpientes se encontraban deshidratadas.

Actualmente, los reptiles se mantienen en cuarentena y se espera que se recuperen en los próximos días para su posterior liberación en su hábitat natural.

Hace casi seis años, en ese mismo courier en Heredia, se detectaron dentro de un oso de peluche, 300 ranas muertas, llamadas blue jeans (de la especie Dendrobates pumilio ) y algunas ranas verdes y negras ( Dendrobates auratus ), además de tres bocaracás.

Las autoridades del Sinac señalaron que las mercancías que son embarcadas por este sistema de envío aéreo son depositadas en una cabina de avión que no es presurizada, lo que provoca la muerte inmediata de los animales.

Castigo. La Ley de Conservación de Vida Silvestre establece penas a quienes comercien, negocien, trafiquen o trasieguen animales silvestres, sus productos y derivados, sin el permiso respectivo del Sinac. El castigo va de 10 a 40 salarios base (el salario base es de ¢379.400) o penas de prisión de uno a tres años.

También, a quien exporte o importe animales silvestres, sus productos y derivados sin permiso será sancionado con pena de multa de 10 a 40 salarios base o pena de prisión de uno a tres.

La serpiente bocaracá puede encontrarse en tierras bajas del Pacífico central y sur, así como del Caribe. A nivel internacional, en las tierras bajas y pie de monte del Atlántico, desde México hasta el noroeste de Venezuela, y en la tierras bajas y pie de monte del Pacífic,o desde el centro de Costa Rica hasta el oeste de Ecuador.

Su hábitat es arborícola, son encontradas sobre la vegetación del bosque húmedo y muy húmedo tropical. Se alimentan de pequeños vertebrados como anuros y lagartijas y, ocasionalmente, de pequeños mamíferos y pájaros. Los especímenes juveniles mueven la punta de su cola para atraer a sus potenciales presas.