Solo 17 reos lograron huir de cárceles y hospitales en 6 años

Mayoría purgaba penas entre seis meses y 43 años por robo agravado y violación

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Víctor Porras Morales, de 29 años, era parte de los reos que jugaban un partido de fútbol en la cárcel de San Sebastián, en San José, la tarde del 16 de febrero.

En un momento del juego, Porras recibió un bolazo en su cara que le provocó una lesión en uno de sus ojos. El juego se canceló porque los policías penitenciarios lo llevaron al médico de la cárcel, quien lo remitió al Hospital Calderón Guardia.

En el centro de salud, le practicaron una cirugía y, luego, lo trasladaron a una sala de recuperación, donde compartía espacio con 15 pacientes más.

Pese a ello, las autoridades del centro médico le prohibieron al oficial estar dentro de ese salón. Es decir, el oficial debía esperar en las afueras, lo que le impedía vigilar los movimientos del presidiario.

Esa lejanía del custodio fue aprovechada por Porras, quien huyó y, hasta el momento, no ha sido recapturado por la Policía.

La fuga de Porras forma parte de las únicas 17 que se han dado en los últimos seis años, según información brindada por el Ministerio de Justicia y Paz.

La mayoría de esos reclusos (14) se escapó de alguna prisión; principalmente, huyó de la cárcel de San Carlos y del Centro de Formación Juvenil Zurquí.

Mientras que los restantes (3) lograron evadir la custodia mientras recibían atención médica en los hospitales San Rafael, de Alajuela, Monseñor Sanabria, de Puntarenas; y Calderón Guardia, de San José.

Para Pablo Bertozzi, director de la Policía Penitenciaria, la mencionada cantidad de fugas “no es significativa”.

“No quisiéramos que se den, pero sería imposible. Lo que esto demuestra es que el trabajo penitenciario es excelente, porque pese a las vulnerabilidades que hay, tenemos la capacidad de cumplir con la contención de los privados de libertad”, aseguró el jefe policial.

Hasta la fecha, de esos 17 fugados, las autoridades solo han recapturado a cinco privados de libertad, otro de ellos fue abatido por la Policía el día que intentó huir.

Disparadores. Según los datos que brindó el Ministerio, de los reclusos que se han escapado, 11 descontaban una sentencia; dos estaban en condición de indiciados (acusados por algún delito) y de cuatro no tienen registrada mayor información.

De los condenados, nueve fueron señalados por robo agravado y los otros dos por violación. Las penas oscilan entre los seis meses y los 43 años.

Mientras que de los indiciados, uno estaba por homicidio calificado y otro por delito contra la propiedad.

Según el jefe policial Bertozzi, la sentencia no influye en estas fugas. Agregó que generalmente, son los problemas personales los que provocan que alguien se escape del sistema penitenciario.

“Ellos también vienen de un núcleo familiar y mantienen contacto con ellos. Cuando hay algo que les afecta a sus parientes y los reos se enteran sienten impotencia por no poder ayudar. Y eso es un disparador que los puede llevar a tomar la decisión de evadir.

”Esto quiere decir que ellos no pierden su condición de ser humano por estar encarcelados”, mencionó Bertozzi.

Condiciones. Entonces, al tratarse de fugas “espontáneas”, la mayoría de los reclusos aprovecha alguna oportunidad que se les presenta en el momento.

Bertozzi indicó que hay dos situaciones que los reos usan a su favor: el descuido por parte de funcionarios y la infraestructura actual de las prisiones.

En el primer sentido, el jefe explicó que algunos policías penitenciarios están acostumbrados a su rutina (revisar barrotes, colocar candados), y eso puede jugar en contra.

“Puede que con el paso del tiempo, se haya creado un vicio en el procedimiento. Es decir, la práctica lleva a un funcionario a generar un descuido y ahí se da la fuga”, detalló.

En cuanto a la infraestructura, señaló que no es la “ más adecuada” para darle contención a los reos.

Otra situación que ayuda a las fugas de presidiarios es la poca custodia que se les permite dar en los hospitales.

“Por razones de carácter sanitario, no podemos estar cerca del privado de libertad, no tenemos una línea de observación, tenemos la obligación de ajustarnos a la normativa que establecen las autoridades de los hospitales. Ahí, el privado no se ve como privado, sino que se ve como un paciente”.

Bertozzi aseguró que mantienen conversaciones con autoridades de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) para lograr un balance.

“Hay ciertos puntos negociables, pero hay otros que no lo son por cuestiones sanitarias y quedamos en lo mismo”, expresó.

Siendo así, agregó el jefe policial, lo que queda por hacer es llevar una “rigurosa” bitácora a lo interno del sistema, con la cual se alerte a las autoridades penitenciarias sobre presos que han sido recapturados, luego de que se fugaron.

“Debido a que no podemos hacer mayor cosa en cuestiones hospitalarias, sí podemos prevenirnos y saber las intenciones del reo para mandarlo con más custodia cuando salga a recibir atención médica”, concluyó Pablo Bertozzi.