Privado de libertad enfermo: ‘Estar con mi familia de nuevo ha sido el logro más grande’

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Don José tiene la piel arrugada, piernas hinchadas, pelo blanco y no tiene dientes. Toma 19 pastillas al día a distintas horas y 60 gotas de un analgésico. Su miocardio registra tres infartos agudos y en su columna hay tres hernias crónicas que no se pueden operar porque el corazón no resistiría.

Ese hombre fue condenado a seis años y medio de prisión por tráfico internacional de drogas. Según dijo, lo involucraron por llamadas telefónicas, pero nunca le hallaron “un gramo de droga”.

Su dificultad para movilizarse entre los barrotes de la cárcel Adulto Mayor, en La Reforma, y los cuidados del corazón, lo hicieron candidato para ser liberado con un incidente de enfermedad.

Desde hace dos años y tres meses, una jueza le permitió regresar a su casa para que su esposa lo cuide en casa. En agosto del 2015 descontará su pena de prisión.

Con voz áspera y pausada, este reo dice desde su casa en Paso Ancho: “La calle no es para mí. Debo cuidar mi salud”.

“En la cárcel uno siente todos los días que la muerte está encima, pero estoy contento y agradecido de que el sistema le dé la oportunidad a la persona enferma de tener casa por cárcel. Es un sistema muy humano. Estar con mi esposa, mis hijos y mis nietos, a los que quiero con toda el alma, es el logro más grande”, expresó.

Atrasos. Tatiana Rodríguez, jefa nacional de Ejecución de la Pena de la Defensa Pública, criticó que el proceso de solicitud de incidentes de enfermedad se atrasan mucho por las valoraciones de la Medicatura Forense que piden los jueces.

“Los incidentes que más nos preocupan son los casos que deben salir de la cárcel por razones de humanidad, pero la valoración forense atrasa mucho.

”Nosotros consideramos que el médico tratante o el médico de la cárcel es el más adecuado para decirle al juez qué requiere esa persona. Nosotros peleamos este punto para que con eso sea suficiente, pero para el juez no lo es”, asegura.

Roy Murillo, juez de ejecución de la pena en San José, sostiene que los jueces desconfían de las valoraciones médicas de los centros y, por esto, prefieren pedir la prueba a la Medicatura Forense.

“A veces, hay casos de diabéticos que se toman un tarro de leche condensada para descompensarse. La Medicatura, a veces, hace devoluciones y pide las epicrisis médica en todos los hospitales donde han atendido a la persona”, dijo.

Murillo reconoció que la justicia es lenta y los procedimientos son inoportunos. “A veces, la administración penitenciaria nos comunica muy tarde los casos. Si el reo es abandonado por la familia, hay que buscar albergues y esto también atrasa”, explicó.

Para este juez, pese a que se pone en libertad a la persona, el deterioro en la salud genera contención y hay mucha restricciones.