Perros jubilados dejan una gran herencia de lucha contra crimen

Corte Plena creó reglamento de adopciones a raíz de abandono de perro

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Dartañán dedicó ocho años al servicio policial. Su olfato fue educado para detectar narcóticos. Él es un perro pastor belga de 11 años, cuya herencia dejó huella en el combate al crimen.

Los años no pasaron en vano para el animal pues, desde que comenzó a enfermarse y por su edad, para los instructores había llegado el momento de jubilarlo.

Hace tres años, fue donado a un finquero de la zona sur en Puntarenas. Alejandro Castillo, instructor de la Unidad Canina del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), recuerda que varios compañeros de la delegación de Osa lo llamaron para avisarle que, durante un operativo, observaron un perro, muy parecido a Dartañán, deambulando por las calles.

Pese a que Castillo se trasladó al lugar para buscar al can en el sector de playa Piñuela, en Uvita, no lo encontró. “No había pasado una semana cuando los compañeros del OIJ recogieron al perro y entonces fuimos a rescatarlo. Estaba como un perro callejero, y esa no era la vida que se merecía”, manifestó.

Ese rescate coincidió con la visita de la magistrada de la Sala Segunda, Eva Camacho, a la zona sur. Allí, ella se enteró del caso y se comprometió a buscar dueño a Dartañán. Fue entonces cuando una letrada de la Sala Segunda, Guiselle González, quiso adoptarlo.

Motivada por ese caso, Camacho impulsó la creación de un reglamento que fije un riguroso procedimiento a las jubilaciones de los perros policías.

“Me llamó la atención que no se consideraba el derecho de los animales a tener una jubilación digna. Ya habíamos empezado con la redacción de un reglamento, y, cuando me contaron las condiciones en las que había aparecido ese perro, tuvimos más fuerza para crear el reglamento”, manifestó.

Finalmente, la norma fue aprobada en la sesión n.° 24-11 del 5 de julio del 2011, con el fin de regular a quién se donan estos perros para que los cuiden durante los últimos años de vida y para establecer un mecanismo de seguimiento.

Jubilados. Alejandro Castillo explicó que, desde la creación de la Unidad Canina en 1995, hasta el 2011, 19 perros policías se jubilaron por enfermedad y siete ya murieron. De los vivos, las autoridades desconocen dónde están porque no había norma que regulase la donación.

Gerardo Fernández, jefe de esa unidad, aseguró que, desde la creación del reglamento, en junio del 2011, solo dos perros se retiraron. “Viven como reyes”, dijo al referirse a cómo los cuidan sus dueños.

Los primeros en retirarse fueron los labradores y hermanos Akron y Tery. Luego se fueron los labradores Rocky (murió de pancreatitis), Willy, Negro, Brenda, Coco y Breck (estos dos murieron).

También salieron los pastores belgas malanoas Cita y Rick. En el caso del pastor holandés Barry y en el del labrador Rock, los cuidaron en la Unidad Canina hasta que fallecieron por edad.

Otros jubilados son el pastor alemán Artic y los labradores Lex y Bobby. Este último ya pereció por problemas cardíacos.

Branko fue un pastor alemán que murió por un mal gástrico, y Higgins, un pastor malanoa.

Los últimos dos jubilados son Arnold y Gordon, dos labradores que se fueron por edad y ahora viven en las casas de dos funcionarios judiciales, quienes los adoptaron con el nuevo reglamento.