Las 720 kilos de cocaína que salieron del puerto limonense de APM Terminals y llegaron a Málaga, en España, hace tres semanas, iban ocultas en un sarcófago construido por los delincuentes para tratar de camuflar la droga entre 19 toneladas de chatarra.
La estructura estaba construida con gruesas paredes de aluminio y en su interior se escondían 600 paquetes de cocaína, cada uno de 1,2 kilogramos, agrega una noticia divulgada este lunes por el diario español El País, que brindó nuevos detalles de la droga descubierta el 9 de octubre pasado en Málaga.
Para lograr el hallazgo, las autoridades españolas tuvieron que utilizar una pequeña excavadora para dar con el arcón y luego usar una potente cizalla para cortar una de las gruesas paredes. Adentro, el alijo venía repartido en paquetes azules con letras blancas. En un video divulgado por la Policía Nacional de España se lee parcialmente en los paquetes: HUBLOT.
“El sarcófago metálico tenía como cometido no solo guardar la droga, también pasar desapercibido como una más de los miles de fragmentos de chatarra, la mayoría, piezas de motores, que se transportaban en un contenedor portuario desde Costa Rica hasta España”, señala El País.
La información trasciende en España tres semanas después de que se conociera en Costa Rica, gracias a una nota de la Cadena Ser, de que al puerto de Málaga había llegado un cargamento de cocaína procedente de Moín, en Limón.
En aquel momento el ministro de Seguridad, Mario Zamora, aseveró que fueron las autoridades costarricenses las que alertaron a la Policía española sobre el contenedor sospechoso; no obstante, en los reportes de los medios internacionales no mencionan que haya existido dicha cooperación.
Además, en el boletín de prensa de la Policía Nacional de España, la narración de los hechos tampoco hace referencia a colaboración costarricense y, más bien, evidencian que una exhaustiva investigación interna permitió identificar a los grupos criminales involucrados en este caso.
Precisamente, el medio Infobae asegura que los agentes españoles “iniciaron las investigaciones tras tener conocimiento de una organización que estaría introduciendo en España grandes cantidades de cocaína oculta en chatarra, posiblemente a través de una sociedad exportadora de Costa Rica que había sido investigada en años anteriores por su supuesta vinculación con el tráfico de esta droga mediante contenedores”.
El Diario de Cádiz agrega que esa organización española estaba asentada en Campo de Gibraltar, en Cádiz, y que producto de las investigaciones, que se extendieron durante varios meses, se detuvo a ocho ciudadanos españoles, varios de ellos conocidos por sus vínculos con el crimen organizado y el tráfico de drogas.
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“Los investigadores realizaron un seguimiento a todos los contenedores operados por la compañía costarricense. Los camiones seguían sus itinerarios previstos, hasta que uno de ellos se desvió del trayecto establecido. Tomó carreteras secundarias y finalmente se adentró en una finca a las afueras de Alcalá de los Gazules, en pleno Parque Natural de Los Alcornocales. La entrega del contenedor en esta zona, en pleno bosque, hizo sospechar a los investigadores, que decidieron registrar la nave en la que había sido guardado el contenedor”, agregó El País.
De los ocho detenidos, siete ya fueron enviados a prisión provisional, mientras avanzan las investigaciones. Incluso, dos de ellos tenían una condena pendiente de 8 años de cárcel por hechos similares ocurridos en el puerto de Algeciras, en el 2018.
Además de las capturas y la droga decomisada, tras varios allanamientos la Policía española se incautó de dinero en efectivo, un uniforme de la Guardia Civil, un detector de frecuencias, dos relojes de alta gama y material informático.
En medio de la Operación Soberanía
Estos 720 kilos de cocaína lograron llegar hasta España en medio de la Operación Soberanía, inaugurada el pasado 11 de julio, cuando el Gobierno puso a trabajar dos escáneres para revisar toda la carga que salía hacia Europa.
Desde entonces, tanto el presidente Rodrigo Chaves, como el ministro de Seguridad, Mario Zamora, habían afirmado que “ni un gramo” de droga iba a salir de los puertos costarricenses.
Lo cierto es que desde que se instalaron los escáneres, al menos 1,2 toneladas de clorhidrato de cocaína lograron cruzar el Atlántico hasta Europa. Además de la carga en Málaga, a Róterdam, en Países Bajos, llegaron otros dos alijos más.
El primero arribó el 22 de agosto con 490,6 kilos de cocaína y el segundo ingresó a la misma terminal portuaria el 10 de octubre con 30 kilos del mismo estupefaciente, camuflados en piña fresca.