El actor costarricense Leynar Gómez, conocido por su participación en la serie Narcos, de la plataforma mundial Netflix, se unirá a la lucha contra el flagelo de las drogas por medio de la técnica conocida como teatro del oprimido.
Se trata de un proyecto piloto que desarrollará en coordinación con el Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD), iniciando en su natal Puntarenas, más aún que admite, le alarma el dato de que muchas mujeres en ese puerto están sucumbiendo al crack.
Gómez, de 34 años, se dijo muy ilusionado con el plan, con el que espera mostrar a personas en riesgo algunas herramientas que les permitan prevenir los vicios.
El año pasado empezó a tocar puertas y recientemente el ICD acogió su idea para usar la actuación. Escogieron grupos de cuatro comunidades vulnerables de Puntarenas, Alajuelita, Pavas y en el Centro Penal Juvenil, en San Luis de Santo Domingo, Heredia.
Durante seis meses, grupos con edades entre 16 y 30 años, con cercanía a situaciones de violencia, tendrán apoyo para que se reincorporen a la educación y a nuevas oportunidades.
“Yo pretendo, con la metodología brasileña del teatro del oprimido, trabajar con poblaciones en riesgo social a efecto de revertir la situación, educar a la comunidad y hacerles ver que hay una problemática por erradicar”, explicó el actor.
En el primer módulo, los jóvenes aprenderán sobre resolución de conflictos, luego prevención de la violencia y, al final, sobre proyectos de vida.
Gómez les acompañará durante la mayor parte del proceso. Como él también es orientador, espera ayudarles más allá de la actuación.
“Quiero aprovechar mi figura joven, la serie Narcos y la película Presos (producción nacional en la que también actuó) y que los muchachos, en lugar de ver un patrón por copiar, sepan que los problemas se pueden revertir en cualquier comunidad”, agregó.
Surgir en ambiente adverso
Gómez recordó que cuando era adolescente, Puntarenas tenía las características de falta de cultura, presencia de drogas y un contexto donde él absorbió todo como vecino de El Cocal. Y, aún así, logró salir adelante.
El teatro le permitió desarrollar con éxito su proyecto de vida y piensa que pueden haber otros jóvenes porteños que logren esos ideales.
Grupos organizados, instituciones educativas y otros, ayudarán a seleccionar a los jóvenes de cada comunidad con un tope de 30 personas por grupo.
Al final, la idea es demostrar cómo hombres y mujeres jóvenes que vivían en una situación particular de drogas o conflictos, pueden convertirse en agentes de cambio.
"Estoy súper feliz, porque desde el año pasado estoy tratando de laborar en eso. Creo mucho en el trabajo social”, puntualizó.
Se espera que el proyecto arranque en julio próximo.