‘Me iban a acostar, si no les ayudaba’

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En declaraciones brindadas en forma exclusiva a Canal 7, Juan Carlos Quesada Salas, gerente del Banco Nacional de Santa Teresa de Cóbano, afirmó ayer que sacó el dinero de la bóveda de forma normal, solo con cuidado de no quedar filmado en cámaras.

Aseguró que, una vez que hizo amistad con algunas personas, estas le hicieron proposiciones que no le agradaron, por lo que intentó cortar esa relación.

“Me proponían asaltar el banco, pero a mano armada: entraban y que ellos me encañonaban a mí; que me iba bien, que nada más pusiera la combinación y que no me resistiera. Que se iban y ya”, manifestó Quesada.

“En caso de que no accediera, dijeron que iban a acostar (matar) a alguien de mis seres queridos e, incluso, a alguien de la oficina. Simplemente me iban a acostar, si no les ayudaba”, afirmó.

El gerente comentó que los sospechosos le dijeron que tenía que haber en la bóveda, al menos, ¢200 millones, y que necesitaban ¢50 millones, ya que eran cuatro.

Una vez adentro, “no me puse a contar, eché lo que había en dos cajas de cartón y salí”, señaló.

“Salí con tranquilidad del banco a agarrar un taxi con destino al cruce de Manzanillo. Me dijeron que esperara a que llegaran.

“Ellos hasta me dieron un teléfono. Me llamaron y me dijeron que me devolviera para mi casa con la plata, que ellos iban a llegar. Otro muchacho me había dicho que la idea de ellos era agarrar la plata y luego matarme.

“Una vez dentro de la cabina, dejé las dos cajas con dinero adentro, con la puerta abierta y empujada. No me quedé ahí, sino que decidí subir a un peñón y dormir allí, oculto en la raíz de un palo. Como ellos no se arrimaban de noche, cuando amanecía bajé a la cabina y ya no había nada. No sé si las autoridades me van a creer. Le pedí al banco varias veces que me sacaran de ahí. Estaba atemorizado en ese momento”, dijo.