La rutina de los nicoyanos pudo más que las réplicas

Comercio se activó desde temprano, pese a sismo de 5 grados en la madrugada

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Nicoya. No habían pasado 24 horas desde el temblor más fuerte que ha vivido la mayoría de los nicoyanos y el salón de belleza Katti ya estaba abriendo las puertas como cualquier jueves, al costado sur del parque de esta ciudad.

La clientela no era demasiada. Es decir, lo normal. Marta, la peluquera, sí notaba ayer que la gente andaba “con perecilla”, pero igual movía el comercio y la vida social. A las 2 p. m. todos los poyos estaban ocupados, los supermercados tenían bastantes clientes y algunos bares también.

Todos los locales comerciales estaban abiertos o a punto de abrir. Cosme Medina y Alexánder Pérez sudaban reforzando el enorme rótulo del almacén El Líder, también en el centro de esta ciudad. Habían madrugado, a pesar de que a las 3:07 a. m. se despertaron con una réplica de 5 grados.

“La verdad es que parece mentira que después de semejante mecatazo estemos ahora solo soldando los pines del rótulo. Dicen que debajo de Nicoya hay como una roca enorme y que por eso no pasó tanto”, comentó Pérez.

Frente a ellos, una fila de taxis esperaba pasajeros como cualquier mañana de jueves. La clientela, la normal, salvo por los servicios que se dejaron de dar debido al asueto en todas las escuelas y colegios de la región Chorotega, mientras se evalúan los daños en aulas.

“La gente hoy salió de los pueblos y vino al centro. Los mandados hay que hacerlos igual, aunque algunos edificios estén así, tocaditos. Pero la verdad, la pura verdad es que pareciera que aquí nada pasó”, dijo el taxista Juan José Ulate.

Sí había pasado algo. Poco si se compara con la magnitud de 7,6 grados, pero suficiente para cerrar temporalmente la Municipalidad local, la clínica del Seguro Social y otros edificios públicos, como tribunales, escuelas y colegios.

El hospital nicoyano La Anexión sí estaba trabajando a un 100% de su capacidad, según reportes oficiales.

Los servicios eléctrico y de agua estaban restablecidos en la mayor parte desde el mismo miércoles, lo que permitió a los lugareños recobrar su cotidianidad.

Ayer, sin embargo, con los primeros rayos de luz salieron también trabajadores públicos a arreglar pequeñas averías en el sistema eléctrico. Mientras tanto, carros y unas pocas carretas pasaban con restos de vidrios o de tejas caídas desde algún alero comercial.

El alcalde de Nicoya, Marco Jiménez, sí recibió ayer a la presidenta Laura Chinchilla, 42 días después de que evitó hacerlo enojado por “el abandono” del Gobierno a este cantón.

A ella le dio la bienvenida y el reporte de daños, y ensalzó la actitud tranquila de los nicoyanos, que han evitado los sobresaltos, a pesar de las réplicas perceptibles. A las 7:40 p. m. hubo una de 4,5 grados, que tampoco llegó a alterar las rutinas de la ciudad y sus alrededores, contó el alcalde.

Los daños de la iglesia colonial San Blas sí obligarán a realizar todos los oficios religiosos del fin de semana (y por varios meses) en el templo parroquial.