Randall Zúñiga: el políglota detrás del OIJ que lleva a Puntarenas en su corazón

Tres maestrías, tres carreras y siete idiomas viven en la mente al mando de la Policía Judicial

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Al entrar al despacho de la dirección del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), podría pensarse que se trata de la oficina del jefe de Guardacostas, ya que las anclas y las decoraciones alusivas al mar emergen de las paredes y los estantes. Sin embargo, quien desempeña sus labores desde ahí es Randall Zúñiga López, un orgulloso porteño, que aprovecha cada espacio para resaltar sus raíces.

A sus 47 años, Zúñiga es una figura que todo costarricense identifica en televisión, especialmente por los allanamientos de alta relevancia y peligrosidad en los que participa. Asumió la dirección de la Policía Judicial en noviembre de 2022, en respuesta al inesperado deceso del entonces director del OIJ, Walter Espinoza.

Después de fungir como director interino durante algunos meses, fue oficialmente nombrado director general en agosto de 2023. Desde entonces, ejerce su cargo con un valor fundamental: la humildad. Esta humildad se refleja en una sencilla cruz de madera de San Francisco, el santo de los humildes, que cuelga de su cuello desde hace dos años, cuando la adquirió en un viaje a Asís, Italia.

Creció en barrio El Carmen de Puntarenas y realizó sus estudios en el sistema educativo público. A los 10 años consiguió su primer empleo sacando peces de colores mediante la técnica de buceo con compresor, en compañía de su padre, un exportador de peces marinos. “También me gustaba realizar pesca recreativa con mis compañeros, en ocasiones en lancha y a veces desde el antiguo muelle, utilizando cuerda”, relató.

En su último año de colegio, obtuvo una beca para concluir sus estudios con AFS Intercultural Programs, una organización de intercambio, y cursó su último año de secundaria en Orlando, Florida, donde perfeccionó su inglés. Con el paso de los años, aprendió italiano, alemán, francés, portugués y mandarín, para un total de siete idiomas, incluyendo el español.

El Puerto exuda por todas partes

La oficina de don Randall Zúñiga es un museo del mar. Una escafandra, brújulas, anclas, una red de pesca y la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores, son parte del decorado. Detrás de su escritorio, una bandera del Puntarenas F.C. con el tiburón anaranjado, termina de redondear que el puerto sigue en su corazón.

De niño vivió con intensidad las páginas doradas del entonces Municipal Puntarenas, con el que celebró el campeonato de primera división de 1986. Mientras veía a Kleber Ponce, al Diablo Contreras, a Luis Enrique Galagarza y a Leoni Flores, Zúñiga también jugaba en la sexta división del Puntarenas. Y ambas escuadras fueron campeonas el mismo año, según recuerda con cariño.

Además del fútbol, fue aficionado al boxeo, e incluso lo practicó siendo más joven. Sin embargo, los deportes no marcaron su derrotero, sino las largas jornadas entre libros. Fue, y sigue siendo, según él mismo se define, un ratón de biblioteca.

Luego de su paso por Orlando, intentó estudiar Administración, pero luego optó por el Derecho, el sueño de su papá. Después de completar esa carrera, se dedicó a la Ingeniería Informática, lo que le permitió desarrollar varios sistemas utilizados en la Policía Judicial. Luego, estudió Criminología, una disciplina que complementa su labor.

Además, completó tres maestrías en Administración de Negocios (MBA), en Administración Operacional y en Administración de Calidad.

Con apenas 22 años, en 1998, se unió al OIJ, no por la influencia de su hermano —quien también trabajaba en la organización y falleció hace poco tiempo tras un accidente de tránsito— sino por recomendación de sus compañeros de carrera.

“Cuando estudiaba Derecho, tuve que llevar Derecho Romano y ahí coincidí con tres compañeros que ya trabajaban en el sistema. Me dijeron que hiciera los exámenes y, cuando los aprobé, me mandaron a Liberia”, relató.

Antes de ingresar al OIJ, trabajaba en la ferretería Tung Sing, en Puntarenas, donde ganaba un salario similar al que ofrecía la Policía Judicial, por lo que consideró durante varios días su decisión. Sin embargo, al final, optó por unirse al ente público. “Por suerte lo hice, porque después cerraron la ferretería”, añadió entre risas.

Esas primeras jornadas, en la oficialía de guardia, serán inolvidables. Tenía un Datsun 1200 con el que viajaba del Puerto a Guanacaste para poder combinar el trabajo, los estudios y la familia.

Continuó su carrera en la Oficina de Planes y Operaciones (OPO) del OIJ, al lado de un compañero que hoy es su amigo: Michael Soto, exministro de Seguridad, director de esa oficina y actual subdirector interino de la Policía Judicial.

Al repasar todos sus aprendizajes, recuerda el 2008 como un punto de inflexión en su forma de enfrentar la vida. “Yo era a veces hasta soberbio. Una vez estaba haciendo un trabajo de francés y era analizar una de las cartas de San Pablo. En una parte decía ‘yo puedo hablar todos los idiomas de la Tierra, y hablar incluso los idiomas de los ángeles, pero si no tengo caridad, no soy nada’”, recordó.

Esa frase marcó un cambio significativo en su vida, ya que, según él, fue como “un golpe de realidad” que lo hizo comprender que, a pesar de su amplio conocimiento en lenguas y sus carreras, la caridad y el amor eran fundamentales en su vocación y en su vida en general.

“Cambié tremendamente, fue una transformación. Se gana más siendo humilde que siendo un patán y un déspota”, aseguró.

Un mensaje a don Walter, hasta el cielo

Cuando se presentó la oportunidad de asumir el puesto interino tras la muerte de Espinoza, Randall Zúñiga estuvo a punto de rechazarlo, no por dudar de su preparación, sino por el estrés que conllevaba. Sin embargo, una conversación con su esposa lo convenció de aceptar el desafío. “Me dijo: ‘No señor, usted va y se presenta mañana mismo a trabajar’. Yo estaba en shock y reaccioné. Era la impresión de la muerte de don Walter. Ahí dije: ‘Es cierto, ¿qué estoy diciendo?’”, relató.

El propio don Walter lo preparó para llegar a la silla que hoy ocupa, pues durante seis meses, Zúñiga se desempeñó como subdirector interino. En todo ese tiempo, afirma haber aprendido mucho, especialmente en lo que respecta a la habilidad de Espinoza para tratar con la prensa. Zúñiga describe a su amigo como alguien que “parecía una enciclopedia”, capaz de hablar y profundizar sobre cualquier tema con gran destreza.

Hoy, cuando don Walter Espinoza podría ser solo un recuerdo, para Zúñiga sigue siendo alguien que lo acompaña. De hecho, a veces se toma un momento para enviar mensajes al teléfono que Espinoza usaba en vida, como si pudiera mantener viva la conexión que compartían. “Hola, jefe, donde sea que usted se encuentre, se la extraña y se le quiere mucho, Dios lo tenga en su gloria”, fue uno de los últimos mensajes que le envió a su gran amigo a finales del 2023.

El año 2023 fue un periodo de retos difíciles para Zúñiga; especialmente entre octubre y noviembre, cuando sufrió la pérdida de su jefe, su hermano y su querida gatita que lo acompañó durante casi una década. Zúñiga recuerda que estas pérdidas ocurrieron durante tres semanas seguidas, primero la de su hermano, luego la de su mascota y finalmente la de su jefe.

Hoy, Zúñiga mantiene presente el recuerdo de sus seres queridos. En su oficina guarda con cariño fotos de ellos, así como un cofre que contiene las cenizas de Daina Patricia, la gatita a la que conoció cuando esta llegó a su casa buscando comida.

Amante de la lectura, especialmente de la historia y la filosofía, Zúñiga admitió que intentó estudiar Historia en la Universidad de Costa Rica (UCR), pero no pudo por el horario. Su mente alberga numerosas enciclopedias que leyó de principio a fin, especialmente las relacionadas con el océano, por el profundo amor y admiración que siente hacia él. “Eso me ha servido de alguna forma cuando tengo que hacer referencia a algo, entonces después utilizo alguna frase, algún filósofo o algún historiador o lo que sea”, mencionó.

Más de 80 países y contando

Zúñiga, un apasionado viajero que ha explorado más de 80 países, encuentra en cada destino una fuente inagotable de experiencias. En su oficina, una pared completa reúne las fotos de sus periplos. Entre ellas, destacan imágenes de seis de las siete maravillas del mundo, recordándole que aún le falta una por conocer: la Gran Muralla China.

Entre los países que ha deseado visitar están Israel, Egipto y Jordania. Sin embargo, por diferentes circunstancias, el viaje se ha venido postergando. En noviembre del 2019 compró los boletos aéreos, pero el 31 de diciembre del mismo año se declaró la pandemia. Y ahora, el conflicto entre Israel y Hamás de nuevo le impide planificar a corto plazo.

Los viajes también le han regalado momentos divertidos e inolvidables. Entre risas, recuerda un episodio durante un viaje de trabajo en la India, con el subdirector interino del OIJ, Michael Soto. En medio de su travesía, Zúñiga notó que muchos ciudadanos que profesan la religión hindú se acercaban a su colega para pedirle una foto, algo que podría ser más común en Costa Rica que en aquel país ubicado a más de 16.000 kilómetros de distancia.

“En la India y el sureste asiático también lo reconocen, pero no por Michael Soto el policía, ¿verdad?, sino porque se les parece a alguien, a un Buda o algo”, comentó entre risas.

Zúñiga solía disfrutar de viajar con sus compañeros, pero ahora, como líder máximo dentro de la Policía Judicial, considera que esa época quedó en el pasado. No obstante, afirma que seguirá explorando el mundo siempre que la vida se lo permita.