Madre de joven desaparecido en el 2022: ‘Le pido a Dios que me deje por lo menos encontrar el esqueleto’

Hijo desapareció hace casi dos años y la única evidencia que tienen los agentes son unos rastros de sangre hallados en una vivienda en Parrita

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Johanna Rivera Godínez lleva casi dos años en busca de respuestas sobre la desaparición de su hijo, Andy Cubillo Rivera, de 23 años, visto por última vez el 22 de julio de 2022 en el centro de Parrita.

A pesar de no tener información sobre el paradero de su hijo, esta madre construyó una tumba en el cementerio de Quepos.

“Ahí está la tumba de mi hijo con la placa, esperándolo. Yo le pido a Dios que me permita al menos encontrar su esqueleto y poder darle santa sepultura para que yo esté bien”, comentó doña Johanna, de 40 años, en una entrevista con La Nación.

Diecinueve meses después de que se perdiera su rastro, no hay una hipótesis confirmada. Sin embargo, en la comunidad se especula que el muchacho habría estado envuelto en un conflicto con un delincuente de la zona y que su desaparición está relacionada con ese evento.

Testimonios de vecinos señalan que Andy solía estar cerca del antiguo supermercado Génesis, en Parrita, ya que lo visitaba a diario. No se le conocía una ocupación específica.

‘Lo torturaron’

Según relata su madre, Andy tenía una pareja sentimental, quien fue la última persona en verlo con vida. Al parecer, la pareja narró que ese 22 de julio invitaron a Andy a una fiesta en una casa y de ahí nunca salió.

Dentro de la casa, supuestamente, había personas que esperaban al muchacho para torturarlo. “Hubo vecinos que contaron que él lloraba, que gritaba, que pedía auxilio y de todo. Una persona que estuvo ahí vio cuando lo golpeaban, pero se asustó y se fue”, mencionó esta madre doliente.

Un día después, algunos lugareños, al percatarse de la tortura y notar la ausencia de Andy, informaron a doña Johanna que su hijo había desaparecido.

Rivera acudió al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) para presentar la denuncia de desaparición y unos días después la Policía recibió información no confirmada de que a Andy “lo habrían desmembrado y lo habrían lanzado en un tanque séptico de la vivienda”, por lo que los agentes realizaron un allanamiento.

A pesar de no encontrar el cuerpo de Andy, los agentes realizaron pruebas con luminol, un reactivo sensible que permite la búsqueda y localización de manchas de sangre. Lamentablemente, dentro de la vivienda los agentes sí hallaron rastros de sangre que, tras los análisis forenses, se determinó que pertenecían al joven.

“Al principio se trató como una desaparición y se realizaron todas las investigaciones relacionadas, pero se agotaron todas las líneas de investigación. A pesar de que hemos recibido informaciones, se han verificado y hasta la fecha seguimos sin ubicar el cuerpo, ni al muchacho con vida”, detalló Ronny León, subjefe del OIJ en Quepos, en respuesta a consultas de este medio.

En el 2022, Parrita registró cinco homicidios y la cifra se disparó a 17 en el 2023. En ese cantón es inusual experimentar un número tan alto de asesinatos. En la última década, hubo años sin homicidios, como en el 2016, y otros con solo un caso, como en el 2013, el 2015 y el 2021.

En octubre del año pasado, en entrevista con este medio, el alcalde, Freddy Garro, atribuyó el incremento en los asesinatos, principalmente, a disputas relacionadas con la venta de drogas, en especial entre dos facciones de organizaciones josefinas que se han establecido en la zona.

Entre las zonas más conflictivas se encuentran los asentamientos de ayuda social en Reformadores, Sitradique, Pueblo Nuevo y Valladolid, donde se observa a muchos jóvenes en las calles debido a que muchos viven en extrema pobreza.

Cerca de cocodrilos

El subjefe regional del OIJ, Ronny León, confirmó que, con la información que han recibido sobre el caso de Andy, están considerando la posibilidad de “un posible homicidio”, ya que no han encontrado elementos contundentes que indiquen formalmente un asesinato. Además, esta hipótesis se respalda porque el joven “no tenía la costumbre de desaparecerse”.

“Hemos intentado localizar, en caso de que sea el caso, el cuerpo del muchacho, pero no hemos encontrado ni restos óseos, ni nada que pueda confirmar si estamos frente a un homicidio”, dijo el agente, quien añadió que, aunque no hay nuevos indicios, el expediente sigue abierto.

Este enfoque policial ha llevado a doña Johanna a emprender una intensa búsqueda en varios sitios del Pacífico Central con el fin de encontrar “aunque sea un hueso de Andy”, incluyendo propiedades cercanas al río Tárcoles, un lugar conocido por la presencia de cocodrilos.

Esta madre afirma haber tomado la decisión debido al rumor de que organizaciones criminales utilizan ese sitio para deshacerse de algunas de sus víctimas. “Todos los días le oro a Dios para que, si lo tiraron en el Tárcoles, me ayude a resignarme. Pero si no es así, que alguien me diga dónde está, o dónde lo enterraron”, comentó entre lágrimas.

Sin embargo, ese no es el único drama para esta mamá. Ella enfrenta una doble tragedia; primero, la desaparición de Andy, seguida diez meses después por el trágico homicidio de su segundo hijo, Jehudy Mauricio Cubillo Rivera, de 21 años.

El 1.° de mayo del año pasado, Jehudy se encontraba en la vía pública cuando, desde un vehículo en movimiento, recibió cuatro balazos en la costilla, la mano y la pierna derechas, propinados por individuos aún no identificados.

Los dos casos se encuentran en etapa de investigación y existen sospechas de que ambos incidentes podrían estar relacionados con ajustes de cuentas, aunque las autoridades mantienen abiertas todas las líneas de investigación pertinentes.

“Yo por lo menos sé que Jehudy está ahí (en el cementerio), pero Andy no lo sé. Cada vez que aparece un cuerpo, no sabe cómo me pongo. Hace un tiempo apareció un cráneo en Jacó, pero hasta hace poco me dijeron que no era él”, lamentó.

Según relató, ella ha viajado dos veces hasta San José para intentar ver al presidente Rodrigo Chaves y pedirle que realmente haga algo con la inseguridad que se vive en el Pacífico central. Sin embargo, afirma que ha terminado “asoleada”.

Ella asegura que solo espera que se haga justicia, pues vivir sin respuestas es un calvario.