Upaleños sacudidos por vientos de 155 km/h

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Upala, zona norte. Durante dos horas, el paso del huracán Otto impactó al anochecer, de forma directa, el cantón de Upala, lo que dejó a 572 personas durmiendo en siete albergues abiertos por la Municipalidad.

El ojo del disturbio pasó por este cantón de 50.000 habitantes con vientos de 155 km/h, algo que nunca esperaron los lugareños. Muchos sabían que iban a ser afectados, pero no con tal violencia, al punto de que las ráfagas y una intensa lluvia arrancaron árboles de raíz y derribaron postes de electricidad, lo que, a las 8 p. m., mantenía a Upala sin fluido eléctrico.

Juan Acevedo Hurtado, alcalde de Upala y coordinador del Comité Municipal de Emergencias, dijo anoche que el primer reporte fue por árboles caídos en vías. Entre las afectadas destacan la ruta que comunica San Carlos con Peñas Blancas, así como la que va de Upala a Guanacaste.

A las 8 15 p. m., mediante perifoneo, socorristas de la Cruz Roja alertaban a los lugareños que se negaron a salir de sus casas sobre la posible llegada de una cabeza de agua.

El alcalde agregó que desde hace dos días se alistaban para la llegada del huracán, cuando aún no se prevía que los impactaría.

“Tenemos unos 15 vehículos circulando para sacar a las personas en diversos puntos del cantón. Cada bus sale con unas 50 o 60 personas. La gran mayoría ha salido de forma voluntaria. Calculamos que al final serán unas 1.000 personas albergadas. Mantenemos un faltante de al menos 500 colchonetas”, dijo Acevedo.

Los primeros en abandonar sus casas, la noche del miércoles, fueron 52 vecinos de La Tigra, quienes, ante el riesgo, dejaron sus viviendas, añadió el alcalde.

Los albergues se abrieron en el templo católico de Upala, la escuela, el salón comunal y la iglesia evangélica de Popoyuapa. También hay otros en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) de Upala y en las escuelas Maravilla, Miravalles y Las Pavas, en Las Delicias de Upala.

Aguas peligrosas. Seis ríos son los que mantenían anoche al cantón en alerta, debido a que, en caso de salirse de sus cauces, tardarían al menos tres días en bajar el nivel.

La última gran llena que sufrió Upala fue hace 12 años y dejó cuantiosos daños, entre ellos 150 metros de carretera destrozada en San José de Upala.

Ayer, desde las 10 a. m., los pocos comercios que abrieron colocaron sacos de arena en las puertas para evitar perder mercadería ante la crecida del agua.

“La gente ha venido por focos, bolsas y plásticos para cubrir sus cosas. Se han vendido bien, esperamos que sea solo un susto”, dijo la propietaria de una tienda, quien prefirió no identificarse.

Otros empleados de comercios se quejaron de que sus patronos los obligaron a permanecer allí cumpliendo horario, pese a que habitaban lejos del pueblo.

Protegidos. La Escuela de San Juan de Popoyuapa fue habilitada ayer como albergue, por lo que decenas de personas, en su mayoría adultos mayores, mujeres y niños, fueron auxiliados por las autoridades locales.

Una de ellas fue Ligia Bustos, quien junto a sus tres hijos, de 11, siete y tres años, así como su suegra, Socorro Salazar, esperaban noticias. “Preferimos abandonar las casas antes de que algo malo pasara. De momento, nos han tratado bien acá en el albergue. Uno piensa en las cosas que deja en la casa“, dijo Bustos.

El recuento de los daños en el cantón comenzará hasta hoy.