El empleado de un parqueo cercano al consultorio médico, en donde en agosto del 2012 mataron a una embarazada, afirmó que durante cinco minutos oyó a una mujer que “gritaba intensamente”.
La declaración la hizo Héctor Danilo Quintana durante un juicio que se realiza en los Tribunales de Heredia, en el cual se juzga al doctor José Alonso Saavedra Zamora por la muerte de María Lourdes Dávila Moreno de 26 años, ocurrida el 21 de agosto del 2012, en barrio Los Ángeles en Heredia.
El testigo dijo que temiendo que algo malo pasara en la clínica, se acercó al portón del local, donde poco antes había visto ingresar a una mujer joven, quien bajó de un taxi y fue recibida por el médico.
Quintana explicó que no llamó a la Policía, en ese momento, pues no tenía certeza sobre lo que pasaba en la clínica.
“Al rato, no siguió la muchacha gritando y a los minutos (otros cinco), salió el doctor todo ensangrentado. ‘Pida ayuda’, me dijo. ‘Llame a mi esposa’, pero el número de la señora no lo tenía. Él cayó en el corredor de afuera y me decía: ‘Pida ayuda, pida ayuda. Llame a mi esposa’. Él se levantó y entró y yo lo seguí y yo miré hacia adentro. La muchacha estaba tirada en un corredorcillo que hay así angosto, toda llena de sangre. Ahí fue cuando me salí y llamé al 9-1-1”, narró Quintana.
Este hombre explicó que para aquel momento, tenía nueve meses de trabajar en el parqueo y conocía a Saavedra, pues allí guardaba él su carro. Agregó que pudo darse cuenta de los hechos, pues estaba sentado en una acera frente al consultorio.
Otros relatos. En este debate, que se inició el lunes pasado, además, se recibió el relato de los oficiales de la Fuerza Pública, Jairo Rodríguez Salas y Magdalena Meza Sequeira, quienes dijeron que al llegar, vieron cuando el médico jalaba por los pies a una mujer, quien tenía mucha sangre. Ambos agregaron que detuvieron al hombre y aunque llamaron a la Cruz Roja, la mujer falleció.
También testificó César Alexis Salazar Bolaños, un barredor de caños que estaba frente a la clínica, cuando salió el hombre pidiendo ayuda. “¿Qué es lo que le pasa? ‘Es que me asaltaron’. Él decía: ‘Mi esposa, mi esposa’. ¿Y dónde está su esposa? Él me dice que está adentro. En ese momento entro y veo a la muchacha en una cama (de consultorio), con sangre en el cuello. Fue cuestión de segundos, salí. En eso, venía una patrulla y con gestos le hice señales porque no podía ni hablar del susto”, manifestó Salazar.