Meteorito que cayó hace tres años en Aguas Zarcas clarifica origen de la vida y del sistema solar

Ciencia registra solo cuatro meteoritos caídos en el istmo, pero hay dos huellas de milenarios impactos, una de ellas en el norte de Yucatán, que acabó con la era de los dinosaurios

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Al menos seis estudios realizados en diversos lugares del mundo y publicados en revistas especializadas mencionan aportes sobre el origen del sistema solar y de la vida a partir del análisis del meteorito Aguas Zarcas, recuperado en San Carlos el 23 de abril del 2019.

“Conocemos más sobre moléculas que antes no se creía que pudieran existir en las rocas. Pensábamos que muchos compuestos orgánicos se habían formado en antiguos mares primitivos. Ahora sabemos que muchos de ellos están en las rocas más antiguas del sistema solar”, dijo Gerardo Soto, geólogo y vulcanólogo de la Universidad de Costa Rica (UCR).

El experto afirma que hay moléculas ricas en carbono que muchos científicos proponen como portadoras de los orígenes primitivos de la vida en la Tierra y hasta de posibles formas de vida en el planeta Marte.

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La ciencia ahora tiene más elementos para sustentar la hipótesis de que asteroides carbonáceos hayan interactuado con océanos primitivos, originando las reacciones necesarias para la formación de células, que originan las formas de vida que hoy conocemos.

Meteoritos como el de Aguas Zarcas, con una edad de 4.567 millones de años, que son del tipo condrita carbonácea, tienen en su composición materia orgánica que es muy poco común, pues la mayoría son los llamados pétreos, compuestos sobre todo de hierro y magnesio, o los férreos, que contienen principalmente hierro y níquel.

La tecnología actual permite sacar mejor provecho que antes a los componentes de los meteoritos. Por ejemplo, analizar las diferentes variaciones de un mismo elemento con diferentes pesos (isótopos), que tiempo atrás no se detectaban.

Revistas como American Mineralogist y Meteoritics and Planetary Science, hacen un recuento detallado de la mineralogía del meteorito Aguas Zarcas, mediante artículos de Laurence Garvie, el científico líder que promovió su estudio temprano y recuperación. También hay artículos de renombrados científicos como Dionnet, Kerraouch y otros, donde apoyan la idea de que la alteración acuosa en el asteroide original de Aguas Zarcas, desempeñó un papel importante en la evolución de la materia orgánica.

Hito de investigación

La entrada de asteroides de tamaños considerables a nuestra atmósfera es algo que raras veces ocurre, Soto considera un privilegio para la actual generación científica haber analizado el meteorito de Aguas Zarcas, con la ventaja de que muy rápidamente y sin mayor contaminación ni degradación, llegó hasta los laboratorios de la Escuela de Geología de la UCR, así como de varias universidades e instituciones especializadas en el mundo.

“Sin duda era algo que habíamos soñado durante años y se nos hizo realidad. Todavía hay mucho que conocer, pues la ciencia de meteorítica está avanzada. Le aseguro que en los próximos cinco años todavía van a aparecer decenas de publicaciones que mencionen al meteorito Aguas Zarcas como un hito de la investigación de este material tan antiguo y que tiene novedosa información”, sostuvo Soto, quien desde hace 35 años investiga esos cuerpos extraterrestres.

Meteorito abrió horizontes

Cuerpo celeste recuperado aporta mucho a la ciencia

FUENTE: Gerardo Soto.    || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.

Muy raros

El meteorito Aguas Zarcas y otro llamado Heredia, este último caído cerca de los cafetales del distrito Mercedes en esa provincia, el 1.° de abril de 1857, son los únicos que han sido vistos precipitarse en el istmo, desde que se tienen registros. Existen otros dos que fueron hallazgos, es decir, aparecieron sin saber cuándo habían caído. Uno de ellos, llamado Rosario, fue certificado en Honduras en 1896. Lo encontró un campesino cerca de la mina del mismo nombre en San Juancito, departamento de Francisco Morazán. El otro fue localizado cerca de capital de Guatemala en 1901, se le llama meteorito Chinautla.

Este año, Gerardo Soto realizó una recopilación de estos fenómenos, donde también menciona los dos únicos registros que hay de impactos por parte de grandes meteoritos en la franja del istmo que va de Yucatán, México, hasta Panamá. Se trata de eventos ocurridos en México y Nicaragua. El primero de ellos habría generado un cataclismo mundial.

Se trata del llamado Chicxulub, que está enterrado en el borde norte de la península de Yucatán, territorio que para estos efectos se considera parte del istmo, porque cuando el impacto sucedió, hace 66 millones de años, la configuración de América Central era muy diferente a la actual.

Ese golpe al planeta, generado por un cuerpo de unos 10 a 15 kilómetros de diámetro, produjo un cráter de 150 kilómetros “que vaporizó una vasta cantidad de roca e introdujo en la atmósfera millones de toneladas de polvo, gases y partículas fundidas de roca, que se desperdigaron por todo el mundo. Fue un cataclismo global con un gigantesco impacto ambiental, que acabó extinguiendo al 75 % de las especies existentes, incluyendo a los dinosaurios”, dice la recopilación.

Fue mediante exploraciones de petróleo y revisando muestras de rocas que se llegó a esa conclusión sobre la extinción del periodo cretácico hace 66 millones de años.

Añade que el planeta necesitó medio millón de años para recomponerse e iniciar ciclos evolutivos renovados, que a la larga llevaron a la forma de vida actual.

“Ese lugar está enterrado y no hay forma de visitarlo, no es un cráter que se vea, sólo se distingue a través de la geofísica, que es como tomarle una radiografía a la corteza terrestre. Tiene varios kilómetros de sedimentos encima”, explicó Soto.

Impacto en Nicaragua: Ese cráter no era un volcán

En el 2006 se sugirió por primera vez que lo que siempre se había visto como una caldera volcánica en Jinotega de Nicaragua, era más bien un cráter de impacto. Se le denomina Pantasma y surgió por el golpe de un asteroide ocurrido hace unos 815.000 años.

Una publicación científica realizada en el 2019 detalló la propuesta con evidencias nuevas, casi irrefutables, en favor de un impacto. Lo anterior porque el vulcanismo se extinguió en esa zona hace aproximadamente siete millones de años. La estructura tiene un diámetro de 14 kilómetros, causado por un asteroide de casi un kilómetro de diámetro.

Al estudiar los depósitos alrededor del sitio y elementos de las rocas, se hizo una comparación con otros vidrios relacionados con ese impacto (tectitas) que aparecieron en Belice y reafirman el choque contra la Tierra.

Según Soto, Pantasma no ha recibido aún tanta atención de los geólogos, pero es un sitio de investigación que posiblemente crezca en los próximos años.

Los golpes de meteoritos no son exclusivos de nuestro planeta, algunos de esos impactos se conservan en las superficies de Mercurio, Marte y la Luna. Incluso hoy sabemos que el origen del sistema Tierra-Luna se dio a partir del impacto a la Tierra de un asteroide del tamaño de Marte, en los primeros 100 millones de años de la historia terrestre.

Se conocen más de un millón de asteroides que circulan alrededor del Sol, La mayoría entre las órbitas de Marte y Júpiter (cerca de 300 millones de km. de ancho), pero hay muchos otros grupos de asteroides con órbitas muy excéntricas, que los llevan a acercarse a las órbitas planetarias entre Venus y la Tierra.

Un sistema de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), realiza observaciones de objetos asteroidales cercanos y ve órbitas, para tratar de prevenir sobre un impacto. Con base en esos datos, en las próximas tres décadas no se ve ninguno de importancia se acerque lo suficiente a la Tierra.