Madre de Sofía, la víctima más pequeña de Nate: 'Hicimos a tirar la puerta, pero ya todo había caído encima de ella'

Niña de tres años murió cuando alud cayó sobre su habitación

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San Marcos de Tarrazú.

Sofía, la víctima más pequeña que dejó el efecto indirecto de la tormenta Nate en Costa Rica, era una niña cariñosa, inquieta, alegre y especial.

Así la recuerda su madre, Jenny Pereira Corea, quien contó que luego de escuchar un estruendo a las 5:30 a. m. del jueves 5 de octubre, todo cambió.

"Sonó como cuando un transformador explota y los dos (ella y su esposo) gritamos: 'Sofía'. Hicimos a tirar la puerta, pero no se abría. Lo que no sabíamos era que ya no existía, que ya todo había caído encima de ella", detalló Pereira.

Dos semanas después de la tragedia, la casa en la que por cinco años vivió la familia Sánchez Pereira, en Canet de San Marcos de Tarrazú, San José, se ve desolada, llena de lodo, piedras y ramas. Varios muebles están tirados, la pared del cuarto en el que dormía está destruida, la puerta quebrada y de la cuna apenas se ve una parte.

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Esfuerzo de horas

Los pocos vecinos que todavía caminan por la zona aseguran que la menor, de 3 años, estuvo bajo los escombros durante dos o tres horas y, que a pesar de los esfuerzos hechos para sacarla con ayuda de palas, escobas y hasta las mismas manos, fue imposible remover las toneladas de barro que bajaron desde la montaña ese día.

"Fue como cuando un volcán explota, todo baja y va cayendo resbalado", afirmó Pereira.

Rónald Ureña fue uno de los que ayudó ese día, con una macana rompió la puerta. Él cuenta que cuando el cuerpo de Sofía fue rescatado, observaron que la carita estaba morada.

"El cuarto estaba lleno de piedras, matas y lodo, todo quedó ahí. Es triste, pero hay que ver que Dios se llevó a una y dejó a tres", expresó, por su parte, Miguel Hidalgo.

Actualmente, la madre de la niña está junto con su esposo, Marco Tulio Sánchez Fallas, y su hijo mayor, Mathías, en la casa de su suegra, en El Rodeo de San Marcos de Tarrazú, a la espera de que el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) determine el tipo de ayuda que se les va a brindar.

"Por la gracia de Dios muchas amistades nos hay ayudado y también la Municipalidad, que nos dio una comedera", contó Jenny, de 42 años.

La alcaldesa de Tarrazú, Ana Lorena Rovira, mencionó que el fallecimiento de la niña, quien fue sepultada el pasado 9 de octubre, "fue muy duro" para toda la comunidad.

"En Canet, el barrio del cantón que sufrió más por las lluvias generadas por el efecto indirecto de la tormenta Nate en Costa Rica, nunca se había detectado ningún riesgo de deslizamientos", aseguró la jerarca municipal.

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A la espera de diagnóstico

Durante los últimos seis meses, Sofía tuvo un cambio en su comportamiento, según cuenta Pereira, quien sospechaba que su segunda hija también tenía el trastorno espectro autista (TEA).

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el TEA "altera el comportamiento social, la comunicación y el lenguaje", situación que a la vez dificulta la interacción social con otras personas.

"Sofía tenía cita el 21 de noviembre a las 9 a. m. en Neurodesarrollo del Hospital Nacional de Niños (...). A pesar de que ella no hablaba, pasaba tarareando, con las manos levantadas y viendo hacia el cielo, yo solo le decía mi angelito de Dios", manifestó Pereira.

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Susto por hijo

A la par de la casa de la familia Sánchez Pereira vivían los Ureña Jiménez, quienes se apresuraron a salir mientras la tierra de la montaña descendía y sepultaba parte de su hogar.

Rónald Ureña cuenta que él salió de su casa de madrugada y que, de un momento a otro, lo alertaron de que el lodo estaba cayendo sobre su propiedad, arrasando con todo lo que allí se encontraba.

"Aquí nunca había pasado nada. Nosotros somos ocho y con uno de mis hijos, el de 18 años, nos asustamos porque se le quedaron atoradas las piernas, tuvimos que jalarlo, él nos decía que dolía, pero gracias a Dios pudo salir bien. La gente también nos ayudó a sacar lo que se podía, pero acá ya no podemos volver", aseguró el hombre de 49 años.

Desde que se dio la emergencia, Ureña sube todos los días hasta el lugar en el que estaba su casa y una pulpería, para velar que lo poco que les queda no sea sustraído por otras personas.

Según mencionó, el IMAS le dio autorización de buscar una vivienda para alquilar por tres meses, pero al no tener seguro está preocupado por lo que pasará después.

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