Hornos de azufre y recuperación de laguna sobresalen en pacífica actividad del Poás

Temperatura superior a los 130 grados Celsius en fumarolas permite conformar rugosa pared con texturas internas en forma de caramelo

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El cráter del volcán Poás muestra una serie de hornitos o columnas de azufre, así como un paulatino llenado en la laguna a raíz de las lluvias propias de la estación.

Esos cambios son parte de un volcán activo, cuyas erupciones y sismicidad disminuyeron considerablemente desde el año pasado, cuando se reabrió el acceso de turistas al mirador. Actualmente solo presenta desgasificación fumarólica.

Los hornitos son una fumarola que va creando su propia pared con un centro o núcleo caliente, el cual tiende a mantenerse de forma semiplástica, explicó el vulcanólogo Eliécer Duarte, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori).

Ese tipo de columnas se han visto de manera más común en los volcanes Poás y Turrialba.

A merced de temperatura y agua

Cuando la temperatura llega a un rango de entre 130 y 180 grados Celsius, se mantiene la pared externa de forma rugosa, como de panal, y por dentro en estado pastoso.

“Si la temperatura aumenta, funde todo el material, mientas que cuando es muy baja tampoco logra desarrollar esa textura en forma de caramelo”, explicó el científico.

En las visitas de campo, los vulcanólogos han logrado fotos y videos de esa particular actividad. El vulcanólogo Geoffroy Avard fotografió en abril de este año una de esas formaciones.

“El sector de azufre del Poás es importante y visible desde el mirador cuando el cráter está despejado, pero es posible que desaparezca si el lago sigue creciendo”, dijo Avard, quien también captó de cerca el fenómeno con un dron.

Actualmente el lago está creciendo pues el agua de lluvia poco a poco ha ido permeando el suelo y sobrepasa la evaporación que genera el calor.

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Los vulcanólogos de la Red Sismológica Nacional (RSN) de la UCR, también monitorean de cerca el coloso y documentaron en un video los cambios en la laguna desde el 2016, e incluso la desaparición de una enorme pared o domo a raíz de las erupciones surgidas en el 2017.

Conforme el lago se llena, las fumarolas pasan a ser subacuáticas y los gases salen menos a la atmósfera. “El efecto del agua que es como tapa o sello que presiona el vapor y hace que los gases se vayan a las zonas con menos presión de agua, que son las de las orillas”, dijo Eliécer Duarte.

Afirmó que desde el 2017 se han notado cambios constantes en esas formaciones de azufre que se vigorizan y cambian según lo que acontezca en los alrededores.

“Cuando el agua logra superarlas y cubrirlas, desaparecen, pues las derrite. Son frágiles a la descomposición química y el agua ácida como la del Poás”, añadió.

Recordó que en el Turrialba, hasta antes del 2014, se observaban hornitos similares a los que presenta el Poás en la actualidad, pero fueron destruidos con la actividad fuerte entre los años 2014 y 2017.

“Los hornitos no necesariamente están asociados a un lago ni a un cráter profundo, sino a una microboca, grieta o solfatara que tenga las características de gases y temperaturas para formarlos”, manifestó Duarte.

Según el científico, en algunos países como Indonesia los mineros van con canastas y recogen partes del azufre que generan los volcanes para usarlo en productos de farmacia e higiene así como rituales y ceremonias.