Deslizamientos dejan sin casa y sumidas en la angustia a 45 familias de Tibás

Monto de unos ¢160.000 que el IMAS les da para alquiler no alcanza para casa en Tibás

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Jhonny Rodríguez Valerio, comerciante tibaseño, vecino del barrio El Murciélago, en San Juan de Tibás, narró este viernes el drama que vive su familia cuando el Ministerio de Salud les entregó la orden de desalojo de su casa. Desde entonces, sus vidas cambiaron por completo.

Rodríguez, de 41 años, se gana el sustento como vendedor ambulante de huevos y es padre de dos colegialas y dos niños pequeños que están bajo el cuidado de su esposa Laura Mora, de 40 años.

Su casa está 300 al oeste y 200 norte del Estadio Municipal de Tibás, muy cerca de la calle que va de Neón Nieto hacia Santo Domingo de Heredia. Al igual que Rodríguez, otras 18 familias de esa comunidad andan buscando a dónde mudarse.

Y el problema de los vecinos de El Murciélago, también lo sufren otras 26 familias que viven cerca del puente que pasa por el estadio Saprissa, donde el 9 de octubre un gran deslizamiento afectó varias propiedades.

Algunos de los afectados de barrio Saprissa y El Murciélago viven en casas de cemento, mientras otros tenían propiedades más sencillas, con paredes de cinc y en precario.

LEA: Vías ubicadas debajo del puente del Saprissa estarán cerradas hasta nuevo aviso

A 16 días del temporal que provocó el paso de la tormenta tropical Nate, estos núcleos familiares reflejan una parte muy pequeña de los efectos que subyacen luego de las lluvias en muchos poblados de San José.

"Es muy duro para uno. Pasamos de tener casa, a no tener nada en cuestión de segundos. Recientemente habíamos invertido ¢8 millones en un muro de contención y es como una pesadilla vernos ahora haciendo gestiones en el IMAS para que se nos ayude con un alquiler", expresó la esposa del comerciante tibaseño.

Otro problema con el que se han topado es que el monto que les ofrecen (¢160.000 aproximadamente) no les alcanza para una casa con los cuartos necesarios para las hijas adolescentes y los niños.

Incluso, en algunas casas de alquiler les dicen que no aceptan familias con niños.

Las hijas de esta pareja estudian en Tibás, una de ellas está en quinto año, razón por la cual no las pueden pasar a otro colegio porque están a final de curso, explicó el comerciante.

Futuro incierto

El alcalde de Tibás, Carlos Cascante, dijo que, tras conversaciones con funcionarios del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), se agilizaron los trámites para la entrega de cheques que permitan a los damnificados buscar casa de alquiler.

Según explicó, era desgarrador ver a las familias llorar cuando él llegaba a los albergues y le preguntaban: ¿qué hacemos ahora?

En el albergue de la ciudadela Jesús Jiménez, en Tibás, permanecen 18 familias que ayer andaban buscando casa de alquiler, pues el dictamen del geólogo de la Comisión Nacional de Emergencias prohíbe el retorno a sus propiedades.

Otras ya se fueron a lugares lejanos como Grecia o San Ramón de Alajuela, algunas a San Luis de Santo Domingo y las menos han conseguido casa en Tibás.

El alcalde aseguró que esperan que la próxima semana quede cerrado ese albergue. Este viernes se clausuró el de barrio Jardines.

Otras 12 familias de El Murciélago están a la espera de un análisis de geólogos de la CNE para ver si pueden regresar o no a sus domicilios. En el mejor de los casos, se les obligará a una mejor canalización de las aguas fluviales y residuales.

Desarraigo obligado

Este viernes, en el salón comunal de Tibás, doña Santos Obando Ruiz, una nicaragüense de 80 años, estaba a la espera de ver si sus hijas, que andaban buscando casa, volvían con buenas noticias. Ella tiene 40 años de vivir en tierras ticas y en los últimos años residía en El Murciélago.

Afirmó que en su vivienda habitaban seis personas y ahora esperan ver si consiguen una en La Florida, pero el IMAS le da solo ¢160.000. El resto de dinero para completar el alquiler, así como para comida, medicamentos, transporte y otros, lo deben generar sus hijas que trabajan como empleadas domésticas en otras viviendas y vendiendo algunos productos de belleza.

Su casa de cemento está en alto riesgo y fue declarada inhabitable.

En el salón comunal no les ha faltado alimento y abrigo, pero para ducharse han tenido que ir al Estadio Municipal, a 100 metros, porque en el primer lugar no hay duchas.

Promesa de un bono

El miércoles pasado, la viceministra de Vivienda, Marian Pérez, se reunió con el alcalde local para determinar el número de familias que requieren de un estudio socioeconómico, para ver cuáles califican a un bono de vivienda que les permita optar por una casa de bienestar social y no tengan que volver a precarios.

Se estima que son unas 167 familias, ya que en deslizamientos previos a la tormenta Nate hubo aludes que obligaron a desalojar familias del precario La Cangreja, que está en una propiedad del IMAS en Colima, y otras de la ciudadela León XIII, en Tibás.

El alcalde Carlos Cascante reconoció que en Tibás es muy difícil conseguir una casa en menos de ¢300.000 y eso implica que deben buscar en otros sitios. También dijo que en Tibás ya no hay lugar para nuevos proyectos de vivienda, por lo que inclusive los que califiquen para un bono deben migrar.

Añadió que en cada precario que se erradique, la Municipalidad piensa desarrollar parques, para evitar que otros lleguen a ocuparlos.

El jerarca aclaró que casi la totalidad de las familias afectadas no son dueños de los terrenos que ocupan.

Refuerzos para evitar daños mayores

Cuadrillas contratadas por el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) están reforzando los paredones de la loma donde están muchas de las casas desalojadas en barrio El Murciélago de Tibás, frente a la empresa Neón Nieto, para evitar que otras colapsen.

También se busca evitar que nuevos aludes puedan afectar el paso entre Santo Domingo y Tibás por ese sector, donde uno de los carriles en el sentido hacia Heredia está ocupado por la maquinaria.

De acuerdo con David Meléndez, jefe de emergencias del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), se trata de terrenos inestables, ya que parte de la capa vegetal cedió semanas atrás debido a las lluvias.

Meléndez dijo que en esas paredes se lanza concreto a presión, se colocan eslabones y vigas de profundidad, así como parrillas metálicas que luego se refuerzan con un muro adicional.

De igual manera, también atienden un terreno que se lavó en la colindancia con una alcantarilla que desemboca en el puente sobre el río Virilla. Allí trabajan para canalizar mejor las aguas llovidas y evitar que esa pared siga cediendo por la erosión.