Ciudad Cortés trata de reponerse en medio de la destrucción

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Ciudad Cortés, Osa. La imagen es repetitiva. En frente de cada casa de este pueblo, recibiendo sol, se observan sillones, colchones, camas, lavadoras y todo tipo de muebles. Todos llenos de barro.

Algunos de los artículos ya están amontonados y van directo a la basura; en otros casos, los dueños se rehúsan a botarlos. Les limpian el barro y los ponen al sol con la esperanza de que vuelvan a funcionar cuando se sequen.

Así amaneció este sábado Ciudad Cortés, distrito 1 del cantón de Osa, 36 horas después de que llovió por última vez.

Los habitantes tratan de reponerse en medio de la destrucción que dejó el paso de la tormenta Nate por la zona.

El alcalde de Osa, Alberto Cole, calcula que hay 5.000 personas damnificadas, de las cuales 1.500 están ubicadas en siete albergues.

Unas 40 casas fueron arrasadas por el desbordamiento del río Grande de Terraba, el más grande del país.

El primer piso de los Tribunales de Justicia quedó destruido, lo mismo ocurrió con el Ebais que se ubica en el viejo hospital, la Escuela Nieborowski y las oficinas del Patronato Nacional de la Infancia (PANI).

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Varias decenas de casas quedaron llenas de barro, luego de quedar casi totalmente sumergidas por las inundaciones.

En algunas zonas, el nivel del agua alcanzó hasta los tres y a las personas tuvieron que rescatarlas en bote. Andar en carro era imposible.

"Se vino una cabeza de agua, nos agarró a todos desprevenidos. En otras ocasiones, en las inundaciones uno veía cómo comenzaban a crecer (el agua), uno venía cómo iba subiendo. En esta ocasión no, fue de golpe, en cuestión de 10 minutos estábamos inundados", relató el alcalde Cole, a quien también se le inundó la casa.

Él perdió su vehículo, un Chevrolet Captiva, la lavadora, la cocina, la refrigeradora y demás bienes de su casa. "Aquí todos perdimos algo", insiste.

En Ciudad Cortés, las autoridades municipales estiman que se inundaron unas 60 cuadras, 20 más que en las peores inundaciones anteriores, unos 500 metros más.

Los vecinos coinciden en que está ha sido la peor "llena de agua" de la ciudad, peor que las inundaciones ocasionadas por los huracanes Juana en 1988, Cesar en 1996, Mitch en 1998 y Tomas en el 2010.

"Yo estoy tan asustada porque esta llena fue muy grande, nunca había visto nada igual", dijo Virginia Ibarra, vecina de El Embarcadero, una de las zonas más afectadas por Nate.

Ella relata que, al lado de su casa vivía una vecina, y ahora en el lugar no quedan rastros de que allí haya habido una edificación. Solo queda barro y troncos de enormes árboles que fueron arrastrados por el río.

En su caso, ella amarró la cama y los sillones a las vigas del techo, para evitar que se mojaran, pero no lo consiguió. El agua creció unos dos metros y llegó hasta el colchón. De momento, desconoce si lo podrá volver a usar.

Un caso similar le ocurrió a Isabel Céspedes. Ella también amarró los sillones, la cama, la lavadora y todo lo que pudo al techo de su casa.

Al igual que Ibarra, la medida no sirvió, pues el agua casi que llegó al cielorraso. En su caso, la tragedia fue aún peor, pues el supermercado Megasúper, que está al lado de su casa, alzó en llamas, debido a un corto circuito, e incendió su vivienda.

En una de las paredes que se puede observar todavía una pantalla plana quemada a la mitad.

Eso ocurrió el jueves en la mañana y hay humo todavía", contó Céspedes.

Propiamente en Ciudad Cortés hay 120 personas, 50 de ellos menores es de edad, albergadas en el Salón Multiusos de la localidad. Los otros están en Palmar Sur y Sierpe.

A ellos la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) les dio una colchoneta para dormir, ropa limpia, enseres personales y comida.

El resto de damnificados comen con la ayuda de sus coterráneos. La mañana de este sábado, por ejemplo, un vehículo repartía gallo pinto, huevo y café entre los afectados.

Y en la tarde iban a volver pero con arroz con pollo para el almuerzo.

También lo hicieron ayer y planean hacerlo los días que sean necesarios.

"Somos varios vecinos quienes nos pusimos de acuerdo para cocinar y ayudar. Ayer nos alcanzó para 250 personas, esperemos que hoy también", expresó Alonso Solís.

En la zona ya se cuenta con agua potable y electricidad. Maquinaria de municipalidad trabaja en algunas vías de lastre para habilitar el tránsito y recoger basura.