Cambios químicos en laguna precedieron a gran erupción del Poás en 2017

Científicos hicieron descubrimiento que puede ayudar a pronosticar futuros eventos explosivos. Estudio salió publicado el 3 de enero pasado con base en datos recopilados entre 2009 al 2016

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Científicos descubrieron que previo al período de fuertes erupciones del volcán Poás, en abril del 2017, la laguna caliente del coloso sufrió una serie de cambios en su composición química que podrían ayudar a pronosticar, con más certeza, futuros eventos explosivos. La transformación la detectaron posterior al período eruptivo, cuando los especialistas revisaron los datos de muestras que habían recopilado entre los años 2009 al 2016.

El resultado de esta investigación, en la que participaron especialistas de México, Italia y Costa Rica, fue divulgado el pasado 3 de enero por la revista científica Frontiers in Earth Science, en cuya publicación se detalla que el estudio se hizo analizando 17 componentes metálicos, que se les denomina Elementos de las Tierras Raras (REE por sus siglas en inglés), los cuales fueron encontrados entre los muchos compuestos químicos de la laguna hiperácida del Poás. “Las concentraciones de REE disueltas en el agua del lago variaron de 950 a 2.773, subiendo a medida que la actividad freática aumentaba”, señala el documento.

El vulcanólogo costarricense Gino González Ilama, uno de los participantes en la investigación, dijo que esto es algo novedoso, pues agrega un nuevo principio que se debe estudiar entre los elementos premonitorios de una posible emanación volcánica y la toma de decisiones.

“Esto es un punto más en el monitoreo de volcanes que debe ser tomado en cuenta junto con posibles deformaciones, la sismicidad, la temperatura y el análisis de otros elementos que siempre se hace como son el calcio y el sulfato. Ahora le agregamos los Elementos de Tierras Raras (REE). Es la primera vez que se analizan las variaciones de REE en un lago en erupción como es el Poás. Los hallazgos confirman que los REE podrían ayudar a entender el comportamiento de otros lagos ácidos del mundo y con ello favorecer el pronóstico de erupciones freáticas y disminuir la ocurrencia de un desastre volcánico”, añadió Gino González, quien forma parte de la organización no gubernamental Volcanes Sin Fronteras.

Fundamento del trabajo

Los científicos hicieron el estudio basados en que el volcán Poás, al ser es uno de los cráteres más activos del país, permitió que decenas de especialistas recogieran muestras y documentaran las diferentes explosiones freáticas (emanaciones violentas de vapor, agua, ceniza, piedras y gases).

En el resultado de la investigación se hace un breve recuento de la actividad del coloso y a modo de antecedente se señala que en este siglo la primera erupción freática se registró en marzo de 2006 y después continuaron emanaciones menores, cuyos residuos llegaron al mirador del cráter principal. Una de las más importantes se registró el 13 de octubre de 2014, que alcanzó los 250 m de altura y que motivó la evacuación de los visitantes y el cierre preventivo del parque para evitar la exposición a gases tóxicos y ceniza.

Luego, agrega el documento, vino una etapa que se podría denominar de quietud, que se extendió hasta el 2016, pues en enero del 2017 se dieron manifestaciones de un cambio ya que la actividad sísmica se incrementó cuando los llamados sismos de baja frecuencia que si acaso eran 12 en un día, subieron a 200 eventos diarios. Asimismo, del 28 de marzo al 4 de abril, la emanación de gases pasó de un promedio de 19 toneladas por día, a 180 toneladas diarias.

El 1.° de abril varios turistas grabaron una explosión freática en el domo, que tenía más de un año de mantenerse sin desgasificación y con baja temperatura. Cuatro días después, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) confirmó el hallazgo de deformaciones en el cráter, como lo fueron un levantamiento vertical de un 1 cm y un ensanchamiento de 3 mm hacia los lados, que ocurrieron entre enero y marzo en dos sitios ubicados al sur y al norte, separados entre sí por 1.570 metros.

Simultáneamente, en menos de ocho días, la temperatura del lago pasó de 35 a 40 °C. Asimismo, el 6 de abril, luego de un pequeño sismo, se abrió un boquete del cual salió mucha agua, que alcanzó hasta 10 metros de alto y que formó un río que corrió por el playón unos 300 metros hasta desembocar en el lago. El Poás culminó su actividad freatomagmática explosiva el 14 de abril de 2017, cuando hizo una erupción que superó los tres kilómetros de altura y lanzó bloques que alcanzaron 20 metros de frente, igual profundidad, y 1,3 metros de altura. Aunque hubo otras explosiones, la actividad disminuyó poco antes de finalizar el 2017.

Componente nuevo

Con ese antecedente, los científicos Sabrina Pappaterra, Claudio Inguaggiato, Dmitri Rouwet, Raúl Mora Amador, Carlos Ramírez Umaña, Gino González, Lorenzo Brusca, Loic Peiffer, Gilles Levresse y Sergio Bellomo comenzaron a analizar la participación de los REE, en el proceso eruptivo. Fue allí cuando identificaron que entre el 2009 al 2016 se contabilizaron 679 eventos freáticos y en cada una de esas erupciones comprobaron con anticipación que había una concentración mayor de los REE.

“Esta investigación la empezamos como una retrospectiva para saber cómo se comportó el volcán antes del evento fuerte. Esto es muy importante en la reducción de desastres. Hay que ver hacia atrás, cuáles fueron los indicadores para prepararse para el próximo evento. Entonces hay que repetir los mismos estudios para ver si coinciden y si coinciden eso sería un indicador de un incremento en la cantidad de erupciones”, explicó Gino González.

González dijo que a futuro pretenden hacer un análisis similar en el volcán Rincón de la Vieja, el cual también tiene una laguna hiperácida. Sin embargo, mencionó que una de las dificultades es la falta de recursos, pues los análisis químicos tienen costos superiores a los $1.000 y, además, se requiere mucho trabajo de campo. “Existe la expectativa de unos recursos y estamos hablando, la idea es sacarlo a un plazo de dos años”, añadió.

Asimismo, hizo ver que la publicación del trabajo en la revista científica es un gran logro, porque se está validando el estudio y, además, servirá de guía para que científicos de otros países realicen investigaciones similares con volcanes que tengan similitudes con el Poás.