Afectado por inundación en Nosara: ‘La situación que viví fue muy desesperante, pensé que me iba a morir’

Vecinos de Nosara, en Nicoya, Guanacaste, vivieron horas de angustia antes de las inundaciones

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Nicoya, Guanacaste. “Esta llena fue muy grande, el agua subió en menos de una hora y nos inundó todo. La situación que viví fue muy desesperante, pensé que me iba a morir”.

De esa forma describió Saúl Cano, vecino del barrio Hollywood, en Nosara de Nicoya, Guanacaste, los momentos de angustia que pasaron él y su hijo Steven, de 15 años, el viernes por la madrugada, luego de que el río Nosara se desbordara.

Durante sus ocho años viviendo en el lugar no había visto algo similar y, según cuenta, a diferencia de otras ocasiones fue imposible salvar alguna pertenencia.

Él contó que el viernes una patrulla pasó pitando por la comunidad, en señal de alerta de que el río estaba a punto de desbordarse por lo que, decidió guardar toda la ropa posible en maletas.

“Estábamos sosteniendo las maletas con ropa para que no se nos mojara, pero el agua subió tanto que no podíamos sostenerlas, nos llegaba al cuello y tuvimos que subirnos a una silla y agarrarnos de lo primero que teníamos a mano hasta que el agua bajó”, manifestó Cano.

En total, fueron nueve horas las que esperó, mientras él y su hijo podían soltarse sin temor de morir ahogados, pues ninguno de los dos sabe nadar.

Su esposa y otro hijo, de 10 años, sí lograron salir en pangas cuando el agua apenas les llegaba por la cintura, pero él prefirió quedarse para cuidar su “casita”, la cual lavó este sábado por la mañana, junto con otros lugareños, para extraer todo el barro que ingresó.

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Segunda planta salvadora

Unos metros antes de la vivienda de Cano, vive Anielka Gunera, su compañero sentimental y dos niños de uno y tres años, quienes abrieron las puertas de su casa para auxiliar a sus vecinos, al tiempo que crecía la preocupación por la subida acelerada del agua.

Gunera vive en una segunda planta, pero poco faltó para que el barro también llegara a su inmueble.

Ella narró que por ellos ingresó la Policía cuando el agua ya estaba cerca de la última grada y este sábado regresaron para revisar sus pertenencias, al igual que sus vecinos Belkis Mercado, Joselyn López —con cinco meses de embarazo—, y Byron Ramírez.

"Estábamos dormidos, cuando alertaron no escuchamos nada y fue una vecina que nos vino a avisar, en ese momento ya todo estaba mojado y apenas salimos para ponernos a salvo”, afirmó Mercado.

Tanto ella como López, Ramírez y Gunera alquilan, por lo que están valorando la posibilidad de ahorrar para mudarse a otra zona.

A unos kilómetros de estas familias habita Juan José Lanzas, quien amarró un mecate a un árbol para poder cruzar junto con su familia a un galerón al que no llegó el agua.

De acuerdo con Lanzas, cruzar fue difícil, ya que las correntadas eran muy fuertes.

“Subimos las cosas lo más que se pudo y luego cruzamos al otro lado (al frente) mientras llegaban los rescatistas. Ahora estamos limpiando y luego revisaremos las cosas”, contó Lanzas.

En el redondel de toros de San Pedro de Nosara se habilitó un albergue, en el que según los datos de los administradores hay unas 286 personas.

Ahí los damnificados tienen su colchoneta, cobija y ropa seca, la cual es donada por los mismos vecinos del distrito.

Además, hay un área exclusiva para animales y cada persona está distribuida según su edad.

Por ejemplo, los bebés están en unos recintos y el resto de la población duerme en la gradería.

Correntada de solidaridad

Las necesidades que existen en la zona son muchas: alimentación, abrigo, apoyo y ayuda.

Sin embargo, este sábado Nosara demostró ser una zona en la que abunda la solidaridad.

El equipo Nosara Surf Team dejó las olas de lado por unas horas y se fueron con botas y escobas a ayudar a los damnificados a limpiar sus casas.

Carlos Artavia, entrenador de jóvenes y niños de distintas edades, dijo que hay que ayudar cuando la comunidad lo necesita y que eso los impulsó a ponerse de acuerdo para dar una mano.

“Cambiamos el entrenamiento programado por ayudar a quienes más lo necesitan”, recalcó Artavia.

Otros que decidieron ayudar fueron el doctor Leonel Gutiérrez y el paramédico Héctor Ávila, de Paradise Medical Services.

Ellos se encuentran en el albergue de San Pedro de Nosara y han hecho desde suturas hasta entrega de medicamentos a pacientes crónicos.

De las 70 personas que atendieron hasta este sábado al mediodía, 60 requerían medicamentos, por lo que en coordinación con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) obtuvieron algunos en el Ebáis de la zona y otros los compraron.

Sin embargo, hicieron un llamado para que la Cruz Roja, Comisión Nacional de Emergencias (CNE) y Bomberos brinden más apoyo a la comunidad.

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Asimismo, el Hotel Harmony se ha encargado de al menos dos tiempos de comida para los albergados y una escuela privada de la zona también ha apoyado en el redondel de toros, donde está el sitio de hospedaje temporal.

La CNE informó la tarde del sábado sobre un cambio en las alertas debido a la mejora en las condiciones climáticas y detalló que mantienen 28 albergues habilitados con 2.793 personas.

Cóbano, Lepanto y Paquera, en Puntarenas, son los lugares que se mantienen en alerta roja. La Cruz, Santa Cruz, Nicoya y Nandayure, en Guanacaste, así como Puntarenas centro, Barranca, El Roble y Pitahaya, en territorio porteño, en amarilla.

Alexánder Solís, presidente de la CNE, destacó que la mejoría climática les permite brindar más apoyo y constatar las necesidades en cada región.

“Continuaremos en la labor de atención directa a la población y mantendremos un operativo de asistencia humanitaria para garantizar el avituallamiento en estos sitios y poder llegar de forma directa a esa población”, aseguró Solís.

Actualmente, se han repartido 2.600 diarios y se prevé que el lunes comience la evaluación de daños.

Por otra parte, a las 11 a. m. de este sábado se rehabilitó el servicio del ferri, pero la prioridad es para unidades que transportan ayuda para los afectados.