Violencia en Puntarenas ‘no nace de la noche a la mañana’, afirma ministro Michael Soto

‘Sigo creyendo que el 99% de las personas que viven en esos barrios son gente buena, honesta, trabajadora’, sostiene jerarca de Seguridad

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La escalada de violencia, narcotráfico y homicidios que golpea al cantón central de Puntarenas tiene muchas variables, entre ellas la pobreza, la falta de empleo y la deserción escolar. “Eso no nace de la noche a la mañana. Son varios factores que se han venido sumando a lo largo de los años y ahora nos revientan”.

Así reconoce el ministro de Seguridad Pública, Michael Soto, la realidad de distritos porteños como El Roble, Chacarita o Barranca, que a principios del 2021 sumaban al menos un asesinato por semana.

En una extensa entrevista con La Nación, el jerarca resume el plan de acciones con las que pretende recuperar la paz en Puntarenas.

¿Cuál es la estrategia para atacar la ola de homicidios?

– Estamos trabajando desde la contención policial, o sea generar más presencia policial, tener policías en la calle, hacer retenes, identificar personas, tratar de decomisar armas, eso es lo que le toca al Ministerio.

“Atender los efectos requiere mucha articulación. Ahora se involucra al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Fiscalía, para que sean controles más estrictos y más severos. Las causas requieren un abordaje institucional más agresivo, en el buen sentido de la palabra. Involucrar al Ministerio de Educación, al Patronato Nacional de la Infancia, el Instituto Mixto de Ayuda Social y otros.

“Debemos tratar de generar empleos, porque cuando las personas están ociosas o en necesidad, a veces acuden a líneas delictivas, aunque no necesariamente, no vamos a criminalizar la pobreza. Los lugares donde está la mayor concentración de violencia nacieron al amparo de zonas urbano marginales, territorios tomados en precario y con limitaciones en los servicios públicos”.

¿Cómo actúan las Fuerzas de Tarea? (grupos policiales que se movilizan a zonas en conflicto)

– En Chacarita, El Roble y Barranca hicimos un mapeo general, no solo de los fallecidos, sino de los heridos, venta de drogas y la identificación de quienes tienen el control del microtráfico en este sector.

“Con la Policía de Control de Drogas (PCD) y el OIJ se han allanado locales y ya se presentaron personas a la Fiscalía. Yo esperaría poder estabilizar Puntarenas. Estamos cumpliendo los objetivos de persecución criminal, es decir, identificar a los sujetos, las estructuras y grupos, para sacarlos.

“Es algo que tenemos que hacer una y otra vez. Aunque a veces nos damos cuenta de que sujetos de los que ya incluso nos habíamos olvidado, vuelven a quedar en la calle”.

¿Hay nuevos liderazgos?

– A lo largo de mi historia laboral de casi tres décadas, lo he visto en todo el país. Los espacios de control nunca mueren. Un espacio vacío es disputado porque siempre va a haber una necesidad.

“Por ejemplo, si hablamos a nivel internacional, las estructuras criminales internacionales siempre van a ocupar personas que les den algún tipo de servicios en todos los países de Centroamérica.

“La forma más habitual de trasegar droga es por el mar, entonces los grupos narco van a ocupar abastecimiento de combustible, bodegaje, seguridad y traslados de droga a contenedores.

“Entonces, cuando una estructura cae, inmediatamente aparece alguien que tenía una posición muchísimo más baja en el grupo o un contrario tomando esa plaza”.

¿Por qué buscan Puntarenas?

Las estructuras prefieren lugares poco poblados, para que nadie los vea y avise a la Policía. Sierpe de Osa, Tárcoles de Garabito y en el cantón central de Puntarenas cumplen con ese perfil y tienen acceso marítimo.

¿Qué le dice a los vecinos de Chacarita, El Roble y Barranca?

– Sigo creyendo que el 99% de las personas que viven en esos barrios son gente buena, honesta, trabajadora.

“Lamentablemente, en las mismas comunidades surgen personas que generan situaciones de violencia, inseguridad y tráfico de drogas.

“Yo he ido a Fray Casino y aunque los vecinos casi no quieren hablar, algunos me cuentan que los muchachitos del barrio, que ellos vieron nacer, se matan entre compañeros, aunque fueron juntos a la escuela. Les cuesta entender porqué eso pasa.

“Las causas sociales hay que analizarlas muy bien. A veces un muchacho va y mata a otro a los 200 metros, sabiendo que eso va a tener repercusiones, porque los amigos del fallecido lo van a ir a buscar para asesinarlo y se genera un círculo de violencia muy complicado.

“Se entra a una narcocultura criolla. Cuanto más violento sea yo, más sepan mi alias y más me teman, eso me da cierto estatus, logrado gracias a la violencia. Aunque saben que su vida será corta, la viven con intensidad.

“A los ciudadanos les digo que esto va más allá de lo policial. Lo que hace la Policía es presencia en las calles, pero no puede incidir en que los jóvenes vayan a las aulas.

“En una reunión comunal, una vez se me acercó un pescador de unos 50 o 60 años y decía, lo que queremos es trabajar.

“Todos hemos dicho que tiene que ser un abordaje integral y por eso en el Consejo de Gobierno lo planteamos así”.

¿El refuerzo policial llegó tarde?

– No. Si yo tuviera mucho más policías podría tenerlos en las zonas de conflicto.

“Las fuerzas de tarea son un recurso extraordinario que sacamos de otras provincias para llevarlo a zonas con picos de alta criminalidad.

“El año pasado, durante mes y medio la Policía tuvo que atender manifestaciones sociales y, hasta cierto punto, eso llevó a desatender la criminalidad.

“Ahorita estamos en un pico alto de la pandemia por covid- 19 y el presidente (Carlos) Alvarado me pidó que dispusiera de recurso para atender la restricción vehicular sanitaria y los aforos de locales. Como no hay recurso para atender todo con suficiente robustez, lo que hacemos es moverlo.

“Hoy estamos hablando de Puntarenas, en el 2019 era Cartago, en el 2018 hablamos de Limón, posiblemente en el 2022 vamos a hablar de otro lado.

“Nosotros trabajamos con análisis criminal. Vamos viendo el pulso de los delitos contra la propiedad, de los asaltos, de los homicidios y el recurso se va moviendo. No podemos cuidar todas las barriadas siempre. En Puntarenas el abordaje se hizo cuando el análisis criminal nos lo dictó y con el recurso que tenemos. Hay policías en puntos estratégicos”.

¿Hay migración de grupos delincuenciales a Puntarenas?

– La migración de grupos ha ocurrido siempre. Llega gente de otras provincias. Cuando hablamos de microtráfico, micro no significa pobre, sino que son ventas pequeñas pero muy lucrativas. Un búnker puede generar al menos ¢1 millón al día. Si un sujeto tiene 10 , 15 o 20 ventas, significa que está ganando muchísimo. Esto es territorial. Si yo vendo droga en Fray Casiano y me va bien, voy a querer ser el dueño de El Roble y Chacarita y voy a querer ir avanzando.

“Así empiezan los grupos a pugnar, amenazar y matar, al mismo tiempo en que van convenciendo a los vendedores a que laboren para ellos.

“El Pollo, el Gringo, el Indio, los Lara, son algunos de los recientes líderes cuyos problemas empezaron cuando extendieron sus territorios de influencia. Todos van migrando, van extendiéndose.

“En Limón es el mismo problema y cuando los sujetos terminan muertos o en la cárcel, los controles de influencia se contraen y nacen nuevos liderazgos.

“Hemos visto gente de San José vendiendo en zonas rurales. Les importa mucho el poder y el dinero para tener ámbitos de influencia”.