El tiempo transcurre más despacio para Rosibel Aguilar desde el 17 de octubre del 2019, cuando asesinaron a su esposo Randall Ulloa en La Sabana, mientras defendía a otra mujer de un asalto.
Aguilar ha visto como los meses pasan y el caso no avanza, no hay suficientes datos de quién es el homicida y en instancias judiciales ya ni siquiera le brindan información actualizada.
“Desde el inicio estuve muy pendiente, iba cada semana o cada 15 días a preguntar. Vino lo de la pandemia y el proceso se retrasó un poco, pero aún así el investigador muy anuente, me contestaba las llamadas o los mensajes, no eran grandes avances porque todo esto lleva un proceso, pero me detallaba cosas. Luego me informó que todo iba a pasar a Pavas y si antes era lento ahora es peor”, relató en una entrevista con La Nación.
Aunque se presentó en Pavas a validar su derechos, como esposa de la víctima, nunca más volvieron a contactarla.
“Siento que en la Fiscalía el proceso ha sido demasiado lento y sé que lamentablemente para ellos es un homicidio más, para mí no... Pienso que debe haber un poco más de empatía y de atención, ha pasado año y tres meses desde que ocurrió lo de mi esposo”
El siguiente es un extracto de una entrevista con Aguilar.
– ¿Qué sentimiento le deja todo esto?
– Siempre he creído en la justicia y he visto que el sistema en algunos casos funciona, pero a veces uno no sabe qué está fallando o qué está faltando. Es una mezcla de impotencia, un sin sabor y lo he dicho muchas veces, que nada va devolver a Randall, pero alguién tiene que pagar lo que hizo.
–¿Ha investigado por aparte o todo lo dejó en manos del OIJ?
– Sí he hecho varias cosas por aparte, pero no es mucho lo que pude averiguar.
–¿Qué le pide a las autoridades?
– Les pido consideración y que el sistema sea más abierto, nada cuesta contestar un correo o devolver una llamada, yo vivo muy cerca y si me dicen preséntese yo voy, pero pregunto de muchas maneras y no hay respuestas.
“Si alguna persona tiene información que ese día vio o escuchó algún comentario o incluso algún familiar de esta persona, se ponga la mano en el corazón y fuera que lo tuviera premeditado o no, hoy puede estar haciendo daño a otras personas.
“Randall quiso ayudar a la persona porque eso lo caracterizaba a él, de ser servicial y solidario y le molestaba mucho las injusticias, y la decisión que tomó ese día tuvo una consecuencia que no se esperaba”.
– ¿Cómo ha sido para usted todo este tiempo?
– Es duro y complicado porque todos los días paso por el lugar donde yo lo encontré muerto, hacíamos mucha actividad física ahí en La Sabana y él era muy conocido porque estábamos en grupos que realizan maratones y carreras. La vida sigue pero yo espero que se haga justicia y no voy a descansar hasta que alguien pague por lo que pasó.
“Mi suegra no lo supera, ni lo hará. Con ella hablo todos los días y la relación se fortaleció más después de esto, porque entre las dos nos buscamos para darnos consuelo”.
– ¿Qué la ha motivado para salir adelante?
– Como Randall siempre fue tan justo sé que donde él esté también quiere que se haga justicia.
“Yo estudio, trabajo, tengo varios emprendimientos y mi deporte me han ayudado a seguir adelante y no dejándome caer en una cama y aunque sé que él no volverá, la vida sigue y las obligaciones también... Sé que él hubiera querido que yo siguiera adelante”.
Al consultarle por la muchacha víctima del asalto y que Randall defendió, dice que no volvió a saber nada, aunque es consciente de que sí se presentó a todo lo relacionado con el proceso judicial, hizo un retrato hablado y ha estado disponible.