Dos muertos en arrocera

Empresa lo atribuye a hundimiento de piso

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Río Cañas, Guanacaste. Rudy Chavarría Espinoza planeaba mudarse ayer a una casita que acababa de construir; su primo Luis Gerardo Chavarría Alvarez , en cambio, dejaría el trabajo esta semana para concluir sus exámenes de bachillerato y luego estudiar computación en la universidad.

Sin embargo, 300 quintales de arroz acabaron con los sueños de ambos trabajadores de la Arrocera Río Cañas -propiedad de Agroindustrial del Grano, S.A.- donde según el gerente, Roberto Vásquez Ampié, el piso se hundió, posiblemente, falseado por las inundaciones que en octubre del año pasado afectaron a esa zona guanacasteca.

Esta es la causa, a criterio de los empresarios, del accidente que produjo la muerte de los dos trabajadores el miércoles a las 8 a.m. Ambos eran vecinos de esta pequeña comunidad del cantón de Carrillo, que, desde el miércoles, llora otra pérdida humana, a causa de un accidente laboral.

Y es que el 4 de marzo se cumplen dos años de la muerte de Marvin Jaen Navarrete, otro trabajador de la Arrocera Río Cañas, que falleció cuando un tubo se desprendió y se le incrustó en el corazón. Por eso, su padre, Terencio Jaen, revivió ayer la tragedia junto a las familias que ahora están de duelo.

Rudy, de 33 años y padre de cuatro hijos, y Luis Gerardo, de 18, perdieron la vida cuando laboraban en la bodega de la arrocera y una base de la "caja" de metal en que se almacena el producto cedió, dejando caer los 300 quintales del grano, que, al parecer, asfixió a los dos hombres y destruyó parte de la maquinaria.

Vásquez, sin embargo, no permitió tomar fotografías del sitio donde ocurrió el percance y en el cual continuaban recogiendo arroz. Según indicó el funcionario, ellos pedirán a personal del Instituto Nacional de Seguros (INS) que inspeccione dicha bodega para determinar qué espacio podría estar falseado, que ponga en riesgo otras estructuras, así como la vida de las 35 personas que allí laboran.

Temor colectivo

Pero la preocupación del gerente se convierte en miedo para el resto de los trabajadores, sobre todo, para los once que se encontraban con Ruddy y Luis Gerardo en el momento del accidente.

"Yo acababa de bajar de la caja para ver si estaba llena, apenas caminé unos dos metros cuando todo se vino abajo. Cuando yo estaba arriba se sentía un poco floja, ya les habíamos dicho, pero nadie hace caso", narró uno de los empleados, que prefirió mantener su nombre en reserva por temor a alguna represalia.

Otro de sus compañeros agregó que las cajas metálicas, como esa, son construidas por la misma gente de la arrocera. Esa por ejemplo, fue hecha hace pocos meses.

Vásquez refutó la ausencia de medidas de seguridad o la mala construcción de la maquinaria. Aseguró que la empresa cuenta con ingenieros que dan mantenimiento a la planta, la cual, de todos modos -argumentó- tiene apenas seis años de instalada.

Las pesquisas están en manos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Por su parte, el jefe de la oficina del Instituto Nacional de Seguros (INS) de Liberia, Miguel Pizarro, explicó que en situaciones de este tipo ellos solo se encargan de hacer una investigación del empleado, es decir, si estaba en planilla, salario y su expectativa de vida.

Las causas del accidente la informan los patronos y la indagación la realiza el órgano policial. La familia decidiría si entabla alguna acción civil resarcitoria en caso de que tengan dudas sobre los motivos del percance.

Familias en duelo

Mientras las hijas mayores, Keilen, de 11, y Rosiris, de ocho, tomaban una actitud de enojo o silencio por la muerte de su padre, los más pequeños Rudy y Noemí, de cinco y tres, no hacían más que preguntar por el papá e insistir en que le guardaran la comida y el fresco.

La madre de los niños, Rosalía Serrano, se encerró a llorar la muerte de su esposo, Rudy Chavarría, con quien compartiría una nueva casita desde ayer.

El era considerado el menor de los hermanos ya que se crió con sus siete tíos así como con los abuelos, quienes hicieron de padres.

Según narró su tía Mirna Espinoza, Rudy había trabajado para CODESA hasta que hace siete meses le propuso a la arrocera Río Cañas convertirse en trabajador fijo.

Su primo segundo Luis Gerardo, menor que él pero igualmente emprendedor, comenzó a trabajar con la arrocera en octubre pasado; sin embargo, sus planes eran trasladarse a San José para estudiar computación.

La noche antes del accidente, preguntó a su madre, Floribet Chavarría, que de quién eran los quejidos que escuchaba en la cocina, pero nadie le pudo responder. Al parecer, solo él los oyó.

Ese es el último recuerdo que tiene del muchacho su tía Aryeri, de un sobrino muy especial para ella, hijo único de su hermana.