Así ha sido la degradación de la barriada Fray Casiano a los ojos de un peón de construcción

Oscar Núñez cumple 40 años de vivir en una de las comunidades más cercanas al estero de Puntarenas, donde antes se movían grandes barcazas de fertilizantes y ahora apenas unos cuantos botes de pesca

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Don Oscar Núñez Núñez tiene la piel curtida por el inclemente sol del puerto. Las largas jornadas de una vida dedicada a la pesca y la construcción le tostaron el rostro y los brazos.

De los 65 calendarios que colecciona, ha vivido 40 en Fray Casiano de Madrid, a un lado del sinuoso estero puntarenense.

En todo ese tiempo, sus ojos han visto el deterioro de esa comunidad que aún alberga a la empresa Fertilizantes de Centroamérica (Fertica).

Sentado en una rústica banca de tablones, junto al canal, recuerda que antes pasaban lanchas grandes con materia prima para los fertilizantes.

“Anteriormente, cuando Fertica era más poderosa, pasaban barcazas y barcos que entraban a sacar abono. Ahora todo lo que antes sacaban por agua, lo transportan en camiones, por tierra”, explicó.

Desde el puente de la parada 5 de Fray Casiano, ahora solo ve pasar pangas y lanchas pequeñas, pues, por la situación económica casi no hay trabajo.

La principal fuente de empleo allí es la pesca y algunas empresas privadas.

Él mismo, convertido en peón de construcción, relata que las opciones para ganarse el sustento son escasas en este momento.

“Si me sale algún trabajito lo hago y si no, paso metido en la casa. Solo voy a la iglesia, al otro lado del estero, en la ciudadela Veinte de Noviembre”, dijo Núñez, quien es oriundo de Puntarenas.

Al igual que sus vecinos, coincide en que durante los últimos días la violencia se ha calmado mucho, gracias a la vigilancia policial.

“A principios de año empezamos a ver chamacos que, por los vicios, se mataban entre ellos mismos”, expresó.

“A veces, en el mismo puente hay asaltos y hemos visto que han dejado baleados a las orillas”, indicó. Por eso no deja de agradecer los nuevos esfuerzos en seguridad, que le permiten sentirse más cuidado.

Además de los policías, relata que es a Dios a quien le pide que lo proteja, a él, a su esposa, a su hijo de 36 años y a varios nietos que viven en Fray Casiano.

“Para mi vivir aquí es tranquilo. No nos metemos en cosas ilícitas, vivimos tranquilos”, dice. Según él, hay mucha droga. “Uno lo que tiene que hacer es quedarse callado y no meterse”.

---