Cáncer, infartos, derrames y otras enfermedades sacaron de cárcel a 63 reos

Mayoría de enfermos tiene condenas por delitos sexuales y drogas

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Ronny “murió” hace dos años y siete meses, pero él mismo recuerda que aquella vez su corazón solo se detuvo 35 minutos y “un milagro” le devolvió la vida.

Era un domingo más en la cárcel de Cocorí, Cartago. En el área de visita, los reos compartían con sus familiares. Ronny estaba con su padre, un chofer jubilado de 72 años.

Las visitas ya se habían extendido durante el año y ocho meses que llevaba de estar preso por una condena de 20 años por abuso sexual.

En plena visita, Ronny sentía un malestar abdominal, que le subió a la mandíbula y brazo izquierdo. Este exparamédico se adelantó al infarto que estaba por venir.

“Me reporté con los guardas para que me llevaran al hospital. Yo estaba desorientado y con dolor. Me trasladaron esposado en una perrera. Cuando llegamos, el doctor me dijo que estaba en proceso de infarto y, a los 12 minutos, entré en paro cardiorrespiratorio”, dijo.

Tras una semana de recuperación, Ronny volvió a prisión. Su corazón tuvo un daño irreversible del 48%. El director del centro le propuso que solicitara al juez de ejecución de la pena su liberación mediante un incidente de enfermedad, pues en la cárcel no le darían la atención al padecimiento.

Seis meses después, una jueza de ejecución lo liberó, tras confirmarse que era un candidato a sufrir muerte súbita y ninguna cárcel del país reúne las condiciones para atender un eventual infarto.

Desde hace dos años y medio, Ronny volvió a su casa en Tibás, San José, donde fabrica artesanía. Tiene prohibido salir, excepto para ir a citas médicas, terapias grupales o caminatas cerca de su casa para ayudar al corazón.

Salidas. Actualmente, el cáncer, infartos, derrames y otros males tienen fuera de prisión a 63 reos, entre ellos, dos mujeres.

Como padecen todo tipo de enfermedades, que no pueden ser atendidas en prisión, se les reubica en otros establecimientos –casas o albergues– para que se recuperen o mueran dignamente.

Algunos de los males son padecimientos del corazón (15), diabetes (8), paraplejia o tetraplejia (7), ceguera o sordera (4), cáncer y tumores (3), enfermedades mentales (2), derrame cerebral (2).

El 46% de estos privados de libertad tiene más de 61 años; el 22%, entre 51 y 60; y el 32%, menos de 50.

Los reos enfermos están distribuidos en todo el país y Adaptación Social se encarga de darles seguimiento con 14 oficinas del Programa de Comunidad. Por ejemplo, en San José, hay 29 personas, en Cartago, nueve, y en Heredia, seis.

El 54% de los beneficiarios están condenados por delitos sexuales, el 32% por drogas, el 5% por robos, el 5% por homicidios, entre otros.

En los últimos tres años, 16 reos que habían salido por el incidente de enfermedad, murieron.

Actualmente, hay un reo enfermo, condenado a 21 años de prisión por violación, que se fugó el 6 de marzo. Él tiene 50 años, vivía en San Ramón, y padece pancreatitis crónica, hepatopatía crónica etílica, encefalopatía y plaquetomía.