Gandoca. Sixaola . Jairo Mora Sandoval era solo un niño de siete años de edad cuando su familia empezó a inculcarle el amor por la naturaleza y, sobre todo, por las tortugas.
El niño se crió en Gandoca y en Mata de Limón, una zona de bellezas naturales y marítimas, y en la que, ayer, la madre del joven, Fernanda Sandoval, esperaba el cuerpo.
“Vivíamos en una finca de Mata de Limón. Él andaba a caballo arreando ganado y en la playa”, recordó la madre.
“Desde los siete años comenzó a ir con familiares a cuidar las tortugas, ya que en la zona se las protege, y los vecinos siempre trabajamos en eso”, manifestó Sandoval.
Ya adulto, Mora siguió interesado en la protección de las especies. De hecho, antes de su muerte, se encontraba estudiando biología.
El joven también se acercó a organizaciones ambientalistas con las que trabajaba. Según recordó su madre, el jueves, a eso de las 7 p. m., la llamó y le dijo que iba a entrar a laborar dentro de una hora.
Esa fue la última vigilancia que pudo hacer Mora para cuidar a sus amadas tortugas.
Según su madre, nunca supo que su hijo estuviera en peligro debido al trabajo que hacía. “Eso era lo que le apasionaba”, expresó la madre.