Allanado anoche club Olympus

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Un grupo de 10 agentes de Migración y del OIJ, acompañados del juez cuarto de instrucción, Ewald Acuña, allanaron anoche, a partir de las 11:20 p.m., el club nocturno Olympus, como parte de las pesquisas que realizan en relación con las recientes denuncias contra la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS).

Según trascendió, en el sitio se encontraban bailarinas de nacionalidad costarricense, panameña y dominicana, con sus papeles en orden. Al parecer, muchas de estas últimas han legalizado su situación por haber contraído matrimonio con ticos.

Las autoridades creen que, enterados de antemano de que ocurriría el allanamiento, los reponsables del club habrían sacado del local a otras bailarinas -también dominicanas- que no portaban permisos de residencia.

El Olympus ha estado en la mira del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) pues se sospecha que hay un extraño nexo entre el escándalo de supuesto espionaje telefónico y el funcionamiento del club nocturno.

El posible nexo surgió cuando el diputado Rodrigo Gutiérrez reveló una declaración jurada que contiene ciertas aseveraciones de Mario Soto, director suspendido de la DIS.

En el texto se menciona una posible relación entre funcionarios de este cuerpo y la entrada ilegal al país de bailarinas dominicanas para ese club. Incluso -según la declaración del diputado independiente Rodrigo Gutiérrez Schwanhauser y su asistente Carlos Roberto Loría- Mario Soto afirmó que él ordenó a su agente Gerardo Hernández "infiltrarse", tanto en Astur Seguridad como en Olympus.

"Si Hernández ha hecho algo con lo de las muchachas, yo no. Gerardo es un oficial de confianza que yo uso para infiltrarlo y para que me informe sobre la lealtad de los otros agentes hacia la DIS y el Gobierno", según le atribuyó Gutiérrez a Soto.

Ayer, La Nación contactó con Oswaldo Trueba, cubano-estadounidense, propietario del club Olympus. El sostiene que conoció personalmente a Mario Soto el 1= de enero de este año, cuando el funcionario llegó para solicitarle la colaboración de su jefe de seguridad privada, el comandante Alejandro Martínez, experimentado hombre de armas, veterano de la revolución de 1948.

"Soto me pidió permiso para que el comandante (Martínez) le ayudara en el caso del secuestro de las dos muchachas, para que fuera con ellos a Boca Tapada y les colaborara con labores de inteligencia; y yo lo autoricé", manifestó Trueba.

Según su versión, a Martínez se lo llevó la DIS en dos oportunidades, una durante cuatro días y otra, una semana. Explicó que a Soto lo conocía de vista porque acostumbraba llegar al club, tal y como lo hacen a diario oficiales de distintos cuerpos policiales.

"Aquí viene mucho turismo extranjero y a diario entran los de la OIJ y de la (Guardia) Civil, se identifican en la puerta y se les deja pasar. Ellos hacen labor de rutina, como protección a los turistas", aseveró el propietario del club.