‘Ahora yo cargo con la herencia de la imagen de mi padre’

A 16 días de haber sido encarcelada porque al parecer orquestó el intento de fuga en La Reforma, Karla Araya –la hija de Joehl Araya– asegura que las reclusas la respetan, y hasta le hicieron bienvenida.

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Karla Vanessa Araya Campos tenía seis años cuando su padre, Joehl Araya Ramírez, se vistió de policía y cometió un violento robo. Sin embargo, pasaron 14 años antes de ser condenado.

La niña pasó los primeros años de su infancia al cuidado de su mamá, Xiomara Campos, en San Juan de Dios de Desamparados, pero cuando cumplió 7 se fue a vivir con su papá a Guácimo de Limón. “Fue un experimento”, dijo.

Para cuando la joven llegó a los 20, el padre ya estaba en la cárcel y en ese mismo año intentó fugarse de La Reforma junto a siete reos. El fallido escape y la muerte de un vigilante le significaron otro castigo de 65 años de prisión.

Ahora, Karla Vanessa Araya tiene 25 años, que cumplió el 11 de junio, aunque sin fiesta sorpresa, como la que su papá le hizo a los 18. Se gana la vida de taxista, pues nunca pasó de octavo año de colegio.

A pesar de su juventud, arrastra un pasado difícil pues ya descontó casi dos años de prisión preventiva, sospechosa de secuestros extorsivos. De aquella causa salió bien librada en julio del 2008.

De nuevo, su nombre figura en una causa judicial. La Fiscalía le atribuye haber entretejido un infructuoso plan para liberar a su padre de máxima seguridad de La Reforma. Por este motivo, lleva 16 días recluida en el ámbito de indiciadas en la cárcel de mujeres.

Desde El Buen Pastor, la hija de Joehl Araya accedió a dar una entrevista a La Nación, en la cual relató la carga que representa para ella arrastrar la “herencia” de su padre. Aun así, lo recuerda como un “buen hombre”, como un “luchador”.

Usted colaboró con el fallido plan de fuga de su padre, según el OIJ. ¿Qué piensa de esto?

Después del intento de fuga, yo presentía que me iban a detener porque ellos (el OIJ y la Fiscalía) necesitan agarrar a un culpable porque no tienen a nadie más. La vez pasada (por la primera fuga de Joehl en octubre del 2006), también me detuvieron, y ahora lo hacen por venganza. Me siento ofendida por este país.

Las autoridades señalan que usted financió la fuga y que con otras personas consiguió celulares, el vehículo con armas y una vivienda como escondite. ¿Le dijeron qué pruebas hay en su contra?

La única prueba que tienen en mi contra es que yo soy la hija de Joehl Araya y que lo fui a ver a prisión. Falta por hacerme un reconocimiento físico porque una señora de los apartamentos en Alajuela (donde se ocultarían los reos tras la fuga) dijo que yo llegué a verlos para alquilar uno (por esto, prefirió no fotografiar su rostro). La Policía me hubiera hecho seguimientos e intervenciones telefónicas para que vieran los lugares que yo visitaba.

¿Conocía del plan de fuga en máxima seguridad?

Él (Joehl) nunca nos comentó nada de eso. Ese desastre de fuga se hubiera evitado si a él lo hubieran sacado a estudiar o a trabajar, porque él solo pensaba tonterías. Nunca le pusieron un psicólogo para saber si era tan malo como decían. ¿Por qué no le prestaron más atención? ¿Quién va a querer vivir con una sentencia de 50 años?

Si usted era la que siempre visitaba a su padre los sábados, ¿en qué momento él gestiona la ayuda de personas desde fuera?

Nosotros siempre íbamos a las visitas cada quince días, los sábados; entrábamos tres mayores y tres menores. Los martes y jueves lo llamábamos. Íbamos mi abuela, la esposa de él, mis hermanos y yo.

”A partir de noviembre, él pidió varias veces que no fuéramos porque llegaban otras personas a hablar con él. Mi padre tenía un celular en la celda, con número privado del que me llamó muchas veces”.

¿Quiénes eran esas personas que también lo visitaban?

No sé quienes son. Mi abogada vio el listado y hay nombres de colombianos y guatemaltecos ¿Por qué no sacan un listado de visitas y los investigan? No lo hacen porque en el registro migratorio aparece que ya no están en el país.

¿Dónde estaba cuando ocurrió el intento de fuga, el 11 de mayo?

Estaba sola en mi casa (en San Juan de Dios, Desamparados). Ese día, llegó Piedra, un amigo de mi padre, me dio un celular Nokia, de color negro, y se fue.

”Dos días después, mi papá me llamó a las 8: 30 p. m. a ese celular. Me decía que lo perdonara. Él lloraba; me decía que estaba ‘golpeado’. Después, volvió a llamarme para pedirme que hiciera algo porque lo iban a matar”.

¿Le pudo preguntar qué le hacían los custodios?

Me dijo que lo acostaban en el suelo y se le paraban encima; le echaban café caliente; lo esposaban de manos y pies para pegarle.

”Nosotros fuimos a poner las denuncias en la Defensoría (de los Habitantes). Él mandó la carta (recurso de amparo) con un familiar de un compañero para presentarla.

”Esa vez que me llamó, él me dio los nombres de quienes daban las órdenes para que lo golpearan”.

¿Cuándo fue la última vez que lo vio antes de su muerte?

Dos semanas antes del intento de fuga fui con mis hermanos menores y la esposa de él. Todo fue normal. Él sacó un mantel para la comida, jugamos bola...

”El viernes 20 de mayo fui a dejarle un televisor, un radio, un espejo y tres paños. El sábado era la visita, pero nos dijeron que ya no había. A ellos no les servía que viéramos el estado en que él estaba.

”Los de la escuadra ya tenían planeada la muerte de mi papá. Son asesinos vestidos de policías. Él murió el domingo (22 de mayo) a las 3 a. m., lo dice el forense”.

¿Qué imagen le queda de su padre con todo y los antecedentes que tiene?

Yo acepto que mi papá cometió un error demasiado grande por intentar fugarse. Ahora, yo cargo con la herencia de su imagen.

”Tengo mucho resentimiento porque él no pensó en la familia ni en nosotros, que siempre lo visitamos, lo llamamos y estuvimos con él. ¿Por qué lo hizo?

”No hay noche que no llore pensando en esto; pero él fue un buen hombre, un luchador. Lo amo con orgullo. Si él hizo lo que hizo, tuvo sus razones, pero no lo justifico”.