Un acercamiento con el lente de la cámara fotográfica permitió observar a un pequeño héroe, de apenas 14 años de edad, que se hallaba a varios metros de distancia, entre unos árboles.
Durante un recorrido de un equipo de La Nación para graficar los daños a la vegetación en las áreas quemadas del Parque Nacional Chirripó, se encontraba, en el sector de Boquete, Allan Cordero, un “hijo” del Chirripó.
El adolescente, vecino de San Jerónimo de San Pedro, Pérez Zeledón, llevaba solo una botella a medio llenar con fresco.
El muchacho iba solo, desorientado, mareado e intoxicado con monóxido de carbono.
El joven ya no podía aguantar más sus botas, pues tenía tres horas de caminar hacia el puesto de mando más cercano, en San Miguel, en busca de ayuda, pero todavía le faltaba una hora más para llegar.
Detrás dejó a su padre y a otros brigadistas que, desde la madrugada, se internaron en el cerro con picos y palas para terminar el anillo de contención del fuego.
El joven estuvo ayudando desde el lunes, pero ayer su cuerpo reaccionó. Un policía apenas lo pudo sostener para acostarlo en el suelo y darle algunos dulces, pues estaba pálido y hambriento.
Un funcionario de Ambiente se comunicó con el centro de mando. El bombero Édgar López dijo que el joven estaba deshidratado y con pulsaciones altas.
Posteriormente, los brigadistas se lo llevaron.