Xenia Palomo Cordero: Una vida disfrutada entre aviones, cruceros y playas

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Cada quien vive su vida como lo desea, siempre que lo permitan sus posibilidades, y Xenia Palomo Cordero, de 64 años, eligió pasarla de avión en avión y de crucero en crucero.

Palomo, quien falleció en el reciente naufragio en Nicaragua, hizo su primera travesía hace más de 30 años, en compañía de su esposo, Fernando Barahona. En aquel momento, fue a México y estuvo casi un mes allá. Después de ese paseo, quiso seguir viajando.

“Desde que tengo recuerdo, a ella siempre le gustó viajar. Cuando trabajábamos, nos esforzábamos para, por lo menos, salir de Costa Rica una vez al año”, recordó Barahona.

Desde que Palomo se jubiló (laboraba como secretaria en la Caja Costarricense de Seguro Social), los viajes se multiplicaron. “Ya los dos pensionados, hacíamos lo que nos gustaba”, dice él.

En setiembre pasado, por ejemplo, tomó un crucero que la llevó a conocer las costas de América del Sur, y en noviembre, volvió a irse de paseo en barco.

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Antes de eso, había visitado China, Japón, India, Estados Unidos, Bolivia, Perú, Brasil y Nicaragua, entre otros países.

Pero aún tenía en la lista de pendientes a Jamaica y Cuba. El primer destino lo pensaba visitar en setiembre próximo, cuando habría cumplido 40 años de casada. “Iba a ser nuestro festejo”, relató Fernando Barahona.

En cuanto a Cuba, aún no estaba programada la fecha del viaje. “Ella me decía que si yo no iba, que ella se iba sola porque quería conocer. Pero se quedó con las ganas tan maravillosas que tenía de ir”, lamentó.

Paseos nacionales. A Xenia no le gustaba pasar mucho tiempo en la casa, por lo que los fines de semana que estaba en Costa Rica, organizaba paseos familiares por playas ticas.

“Nos llevábamos a los chiquillos de la casa (nietos) para que ellos gozaran con nosotros. Todo era muy bonito, muy tranquilo”, recordó su pareja.

El lugar que más le gustaba visitar, contó él, era Quepos , Puntarenas porque ahí fue donde nació. “Ella se vino muy chiquita para San José, pero siempre disfrutaba cuando íbamos allá. Otra que le gustaba un montón era playa Carrillo (Guanacaste)”, dijo.

Barahona aseguró que, estuvieran donde estuvieran, siempre pasaban buenos momentos. “Xenia era muy complaciente, muy linda. Su forma de ser tan especial dejó una huella que vivirá con nosotros siempre; no hay forma de que se borre”.