Cadena de imprudencias propicia accidentes acuáticos

Personas que murieron ahogadas pasaron de dos a trece en cuestión de un mes. Incremento en decesos coincidió con flexibilidad de medidas sanitarias para incentivar el turismo

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“Ninguno de los cuerpos llevaba chaleco salvavidas, lo que es un agravante en estas circunstancias sino se está acostumbrado a vivir o estar en el mar”.

Esas fueron parte de las declaraciones brindadas el pasado 9 de agosto por Martín Arias Araya, director del Servicio Nacional de Guardacostas (SNG), al confirmar la muerte de dos hombres y dos mujeres en un accidente acuático registrado en el Pacífico sur.

Las víctimas fueron identificadas como Ligia Naranjo Delgado (41 años), Francisco Javier Montero Brenes (34), Roy Elizondo Picado (51) y Yesenia Miranda Castro (46).

Ellos se encontraban de paseo en Golfito, Puntarenas, y como parte de las actividades recreativas salieron a pescar en aguas del golfo Dulce el 8 de agosto en horas de la tarde.

Por motivos que aún se desconocen, en el recorrido tuvieron inconvenientes y la lancha en la que viajaban apareció semihundida un día después.

El andar sin chaleco salvavidas en un viaje de este tipo, ya sea por comodidad u otro motivo, es uno de los factores que, a criterio de los socorristas, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte en un accidente acuático.

Jim Batres, subdirector operativo de la Cruz Roja Costarricense, considera que estos percances ocurren por diversas circunstancias, entre estas exceso de confianza, descuidos y desacato de recomendaciones básicas para estar en la playa, un río, una piscina o mar abierto.

Para el funcionario, una de las claves al llegar a un sitio es conversar con los lugareños, ya que ellos conocen el comportamiento de las aguas y pueden brindar una serie de consejos a los vacacionistas.

“Una de las primeras recomendaciones que damos es que hablen con los lugareños de los puntos más seguros para disfrutar del agua. Ellos conocen el comportamiento, recomiendan sitios seguros.

“En Jacó, por ejemplo, las mismas personas que venden cosas o alquilan sombrillas y sillas indican los puntos en los que se debe evitar. Igual ocurre cerca de ríos, donde los vecinos pueden dar recomendaciones a personas que nunca han estado en esos lugares”, explicó Batres.

Exceso de confianza

Pese a las sugerencias que se pueden obtener de personas que conocen una zona, Batres sabe que en ocasiones los vacacionistas llegan a un lugar y se confían de que saben nadar o de que la marea está tranquila.

Para él, uno de los elementos esenciales es estar consciente de que no es lo mismo nadar en una piscina, que hacerlo en el mar o un río, ya que ahí se deben valorar las corrientes.

“Cuando se vacaciona en un sitio que no se conoce bien, no se puede saber cuál es el comportamiento de las corrientes o reconocer si hay corrientes de resaca, en estos casos, no se puede una persona confiar de sus capacidades de nado, ya que en cada ambiente las condiciones son particulares”, aseveró el funcionario de la Cruz Roja.

Mencionó que al estar de vacaciones, hay quienes quieren aprovechar el tiempo al máximo y no esperan un periodo prudencial para volver a entrar al agua.

Batres recomienda que después de comer se repose por al menos una hora y 30 minutos, lo cual puede evitar un trastorno dentro el agua.

Asimismo, recalca que ingresar al mar o a una piscina bajo los efectos del alcohol o alguna sustancia que altera los sentidos es peligroso, ya que ante una emergencia la capacidad de reacción estará disminuida.

Por otra parte, recomienda que en caso de estar con niños, estos no se dejen solos y sean vigilados constantemente, pues para un accidente solo se requieren algunos segundos.

Los consejos de Batres son compartidos también por oficiales de Guardacostas, quienes consideran que esas medidas no solo permitirán disfrutar de una manera responsable y segura, sino también, proteger a la familia o los amigos con los que se viaje.

Agregaron que, aunque es difícil, al ser arrastrado por una corriente se debe procurar mantener la calma, así como portar un elemento que llame la atención y permita a los socorristas identificar que hay alguien que requiere ayuda.

Incremento en decesos

La muerte de Naranjo, Montero, Elizondo y Miranda, así como de tres hombres tan solo una semana después engrosaron la lista de fallecidos en accidentes acuáticos durante el mes de agosto.

Hasta el pasado jueves 20 del mes en curso, la Cruz Roja contabilizaba 13 víctimas mortales de estos incidentes, un 550% más si se compara con los dos decesos registrados durante los 31 días de julio.

El aumento en muertes coincide con la ampliación del horario permitido para estar en playas, así como con la flexibilización de medidas restrictivas con motivo de la pandemia de covid–19.

Vecinos de Limón y Puntarenas afirman que la cantidad de vacacionistas se ha incrementado en las últimas semanas, especialmente el 15, 16 y 17 de agosto.

Datos de Cruz Roja muestran que en un fin de semana normal el promedio de visitas a las playas es de 7.300 personas, mientras que para el periodo largo (de tres días) se registró un aumento de un 18%, es decir, que en total, se contabilizaron 8.614.

Agregaron que son los domingos los días en los que más bañistas se observan en las costas costarricenses.

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Operativos regulares

Pese al incremento de vacacionistas, la Cruz Roja mantiene sus operativos normales en seis playas y de momento no tiene contemplada una mayor presencia de guardavidas.

Aseguran que constantemente están en contacto con entes científicos, para determinar si es necesario realizar algún cambio.

En la actualidad, los salvavidas de esa institución están presentes en bahía Ballena, playa Ventanas, Manuel Antonio, Cocles, Manzanillo y Tamarindo, donde se brindan recomendaciones a las personas para disfrutar de un periodo de descanso seguro.

Regularmente, es para época de vacaciones cuando la cantidad de socorristas aumentan en las costas como parte de operativos especiales impulsados por diversas autoridades.