4 policías acusados de amputar pierna a joven en atropello

Oficiales seguían a víctima porque se hallaba fumando en la calle con amigos

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Las mejengas en la plaza de futbol del barrio San Martín ponían punto final a cada día de José David Robleto Valverde. Allí se reunió con sus amigos hasta que el pie derecho comenzó a pesarle más que el otro.

Ayer, el joven de 19 años visitó la plaza de esa comunidad en Jiménez de Pococí, Limón, para recordar aquellos tiempos en los que, cada vez que salía de trabajar de las construcciones, iba allí a despejarse.

Esta vez, el zacate estaba crecido. Al fondo –desde la escuela– resonaban las liras, timbales, bombos, tenores, redoblantes y platillos al son de Caña dulce.

Sentado frente al marco, José David cuenta que sus zapatos deben estar a la medida de un pie ajeno que ha adoptado como suyo: este pesa dos kilos y medio y es de talla 40,5. Tiene dos años de usar prótesis, y ya debe cambiarla.

Sus amigos le dicen Chayo, es el cuarto de nueve hermanos y se salió del colegio cuando cursaba el octavo. Tenía 17 años cuando le amputaron la pierna derecha (por debajo de la rodilla), luego de que una patrulla de la Fuerza Pública lo atropelló mientras lo perseguía por estar fumando en la calle con sus amigos.

Los médicos forenses señalaron que perdió el 55% de su capacidad orgánica. La Fiscalía de Guápiles acusó al chofer, de apellido Palma, por lesiones gravísimas y abuso de autoridad.

La acusación señala: “Con la única intención de ocasionarle un daño físico al agraviado, direccionó (Palma) y aceleró el automotor que conducía contra Robleto”.

Por su parte, la abogada del joven, Nelda Jiménez, demandó a tres policías más que estuvieron en el atropello, de apellidos Cisneros, Mora y Campos (mujer), por lesiones gravísimas, abuso de autoridad e incumplimiento de deberes. A Cisneros se le acusó de haber hurtado el celular del ofendido.

Además, fueron demandados civilmente, junto con el Ministerio de Seguridad Pública, para que paguen ¢350 millones por daños moral y material.

Jiménez aseguró que la Fiscalía debe indagar a un querellado el 11 de setiembre y, luego, trasladar el expediente al Juzgado Penal.

Los policías tienen una causa administrativa abierta. La Nación los buscó ayer en la delegación de Pococí, pero tres no se encontraban y Campos prefirió no hablar.

Requisa. El 4 de octubre del 2010, José David y cinco amigos más esperaban que sus novias salieran del colegio nocturno. Todos fumaban sus cigarrillos.

Eran las 7:30 p. m. cuando dos motorizados de la Fuerza Pública llegaron a registrarlos. José David temió que los policías le destruyeran sus cigarrillos porque días atrás ya se lo habían hecho, y empezó a alejarse.

“Los policías me siguieron y uno me dijo: ‘¡Espérese!’. Yo le pregunté que para qué, y me dijeron que para garrotearme. Yo no me iba a dejar, seguí caminando y me pegaron un carrerón. Cuando estaban como a dos metros y medio de mí, vi para atrás y venía una patrulla con la sirena prendida y uno de ellos le grita a otro policía: ‘¡Quítese para pasarle por encima!’”.

”Yo pensé que era mentira, pero cuando yo agarro una vuelta para meterme en la casa de un amigo, nada más siento el golpe por la espalda. El carro me agarró con la llanta delantera y con la de atrás me pasó por encima”.

Según dijo, los oficiales lo patearon y lo esposaron para llevárselo en la patrulla, pero los vecinos lo impidieron para que una ambulancia se lo llevara al hospital.